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Ahora caminamos hacia delante y no miramos atrás

El lector es un ladrón de tulpas. Alguien que aprovecha y se aprovecha de cuerpos y almas construidos por otros y los incorpora a esa otra vida dentro de la vida que es la que transcurre en los libros. Dejar a otro que primero haga el trabajo duro y sucio y así el lector llegando al final, con la mesa puesta y los comensales dispuestos. Y sólo teniendo que sentarse junto a ellos y mirarlos fijo (leer es la forma más fija de la mirada aunque las pupilas no dejen de moverse y contraerse y expandirse según la situación) y hacerles modificaciones muy personales, para volverlos únicos e intransferibles.
Rodrigo Fresán, La parte soñada

"Creo que todos tenemos un monstruo adentro"
Están, otra vez, lado a lado. Las dos mirando al agua desde un puente, por la noche. Pero no es una de esas imágenes ideales, donde parece que el escenario es el mundo y ellas dos lo habitan para terminar en un último movimiento, que suele ser épico, pleno del amor y sus secretos. Nada que ver, porque podría ser un puente que estuviera clavado en Jara y Juan B Justo, en hora pico. La gente pasando de fondo, con los barbijos a medio poner, a medio caer, unos cada vez más al lado de los otros. Igual, ellas dos están un poco más allá en el horizonte, pero el otro horizonte, uno lleno de nubes de invierno, frío, agua y baches en las calles. Un vecino casi se cae en uno de esos pozos que, aceptémoslo, ningún gobierno piensa arreglar jamás. Porque un bache es un bache, y por más que se esfuerce, sólo no va a poder cambiar su condición. Y lo más terrible es que si lograse cambiarla, si se rellenara y alisara, ya no sería él mismo, y la historia se tornaría imposible. Pero esa persona esquiva el pozo por muy poco, lo que provoca una reacción en cadena. Varios de los vehículos, ciclistas y peatones que venían atrás se rozan, se tocan y comienzan bocinas e insultos...Ellas ya no escuchan más que sus voces, siguen mirando para abajo, lado a lado, en el puente que ahora está en el barrio Rivadavia, una desapacible tarde-noche de otoño-casi-invierno. Encadenadas por el destino - algo que solo ocurre en una ficción - intentan lo imposible, ir en contra del deseo. Pero el deseo extendido, el deseo de esos personajes en esa escena, y el deseo mío, el del lector psicópata que quiere que, esta vez, se miren a los ojos y estalle todo...
"Creo que mi monstruo saca de su guardia al tuyo ¿verdad?"
Otra vez no saben qué hacer, se esfuerzan por no lanzarse del puente hacia la muerte, la salida que todes tenemos a mano, la que nos apagaría el deseo, la que nos descansaría de las injusticias y la mierda que nos fuerzan a tragar tantas historias de intolerancia y discriminación, que es siempre la misma y una, que se repite y se renueva todos los años, como una mala serie que nunca quiere acabar. Qué mal que hacen ciertos vicios de nuestra sociedad...Ellas dos lo sienten, como en la otra escena, la anterior, la de la cama. Saben que después vinieron tiempos más complejos, y que ya no van a poder volver a ese punto. Una le dice a la otra que no funcionaría, que terminarían matándose de viejas, que ya no pueden volver al engaño, que ya bastante tuvieron de servicios secretos y agentes encubiertos y asesinatos. La pregunta que sobrevuela al barrio entero, al puente, a ellas dos, es qué se puede hacer. Qué se puede hacer para devolver el deseo al mismo lugar donde todo empezó, qué se puede hacer para no haberse conocido, pare evitarse para siempre, para hacer de cuenta que los cuerpos son islas que no necesitan de nada más que un mar inmenso, una palmera tranquila y algún náufrago que molesta un tiempito, hasta que el sol se lo lleva de vuelta a Jara y Juan B Justo, donde piensa que está donde tiene que estar.
"¿Se acabaron los bailes?"
Una de ellas, con lágrimas en los ojos, le pide a la otra que la ayude, que la ayude a detener ese monstruo, que es deseo desbocado, peligroso, demasiado humano. Recordemos que los entes ficcionales tienen esa capacidad, en la vida tuya y mía eso no funciona así, es imposible ver un puente tan iluminado y gigante en el barrio Rivadavia. Pero hay una idea, bastante obvia, que les ofrece una salida. Una idea que siempre supieron que existía, desde el primer encuentro, en el baño de un hospital, que puede ser el Interzonal, ¿por qué no? El tema es el siguiente: una de ellas - no importa cuál - se para frente a la otra, la invita a que se miren, por una última vez, cara a cara. Lo hacen con angustia, se quieren tanto que ni lo sospechan. Una de ellas suspira y se da vuelta, le pide a la otra que haga lo mismo. Espalda con espalda son casi una y la misma persona. Cierran los ojos, una vez más, como en la escena de la cama. Respiran profundo, suspiran y sienten ese deseo que las une para toda la vida. Pero eso solo puede pasar - insisto pesadamente - en la ficción, por eso es tan genial y yo un psicópata lector. Ahora comienzan a caminar lentamente, hacia lados opuestos del cuadro. De fondo, suena el dulce tema "Tell me", en el que la voz llorosa de Saoirse Ronan le pide a un tú que no la deje y que la bese para siempre. Ellas se alejan y yo me muero otra vez, como en el final de la primera temporada. Yo, lector psicópata, que saca su monstruo del medio del pecho, que desespera solo frente a una pantalla y que grita que ¡Por favor, escuchen la canción que estoy escuchando yo, porque me van a matar de angustia y ansiedad, me va a explotar el corazón! ¿Qué les cuesta darse vuelta y correr a encontrarse? ¿Por qué no me dan eso de una vez? Por favor...Solo un psicópata lector puede desesperar de esa manera por una escena de una ficción, de una serie televisiva más de entre tantas...El puente ya no existe, el barrio sigue su curso, como todas las mañanas, las iguales. Me vuelvo a ajustar el barbijo. Me parece que ya lo tendría que lavar, otra vez. Salgo a parar el 54 para ir al laburo, espero que venga con lugar, porque sino otra vez voy a llegar tarde, cansado de caminar y con el barbijo colgando de la oreja derecha. Todes seguimos como si nada, más o menos los mismos problemas, la falta de guita, la cuarentena, la pandemia, la injusticia y todas las cosas que inventamos un día para complicarnos la existencia. Sin embargo, en un descanso, sentado en el inodoro de una oficina, miro por un ventiluz que está lleno de telas de araña, pero que deja un lugarcito para que se filtre una gota tibia de sol, y escucho esa canción de vuelta...Y tócala una vez más, por favor, dense vuelta y sean felices para siempre en esa escena, que quede impresa en mi memoria para que mi monstruo lector psicópata se tranquilice....Be mine / for always / i´ll be yours / forever...


******************Contame qué pasó al final de Killing Eve: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar*********************No me puedo dormir**************¿Cuándo se irá el frío?**********************Ojalá que pronto estemos juntes, en el sol********************

**(Publicado originalmente el 04/06/2020)

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