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Mostrando las entradas de junio, 2023

Divagues del yo

Eso que se ve, digo, no fue tan así. A lo mejor sí que sentía algo especial por aquella persona en ese momento. O a lo mejor no. Verán, a veces es el lenguaje el que me lleva a inventar ciertos sentimientos, que por ahí no son así. ¿Me explico? Ni un poco. Bien, digamos que alguien viene de repente y me muestra en un televisor de los de ahora, uno de esos con inteligencia televisiva, una serie. Sería una tragicomedia de muy bajo presupuesto, y resulta que el protagonista soy yo. Entonces, en el primer capítulo se reconstruye mi nacimiento, mi infancia, y así. Como esos primeros años son muy distantes y difusos, digamos que voy a confiar bastante en el director, en el guión, porque no estoy muy seguro de nada. Pero entonces llega, supongamos, el tercer capítulo, y ahí sí que no me lo creo. Aparezco yo con un conjunto de personajes que la verdad no recuerdo haber querido tanto, ni que hayan marcado para nada mi vida. A lo mejor a alguno de ellos le dije “te amo”, qué se yo. Puede ser. ¿V

En un café

Después de muchos años y hoteles y poemas y dolores de cabeza, este hombre vuelve, por azar, a sentarse en el café que le gusta… Largo tiempo había pasado, y se sentó en ese lugar del que, en verdad, nunca se había ido. Y si lo había hecho, ya no lo recordaba. Como suele suceder cuando uno está en el lugar donde tiene ganas de estar, con quien tiene ganas de estar. En un principio, la pregunta que surge inevitable es: ¿Por qué no habré vuelto antes? Las sillas y las mesas eran totalmente nuevas, respetaban la estética en boga, lo que estaba de moda en los cafés céntricos. Una pinta medio rústica, muy marrón cabaña, bastante incómoda para el culo, pero que a la vista quedaba bien, daba la sensación de que al menos no molestaba y el café se mantendría caliente. Se sentó y pidió lo de siempre, al mozo de siempre. … y las piernas de ese café sin duda están maltratadas por las várices   y algo rasposas de tanto depilarse, y también su rostro, piensa él, no es una flor en cuyos pétalos s

Torbellino

“La noche es torbellino / el durmiente da vueltas y vueltas / como en la máquina de lavar// Una mariposa revolotea en / el inmenso delirio verbal de la historia: / Me encanta este instante que es / como una cuerda de tender la ropa / atada como un extremo al pasado / y por el otro al mañana ventoso” (Bei Dao, Instante de contraluz )   Un amigo me preguntó si todos esos barcos, que andan dando vueltas por el mar del norte, son chinos. Le contesté que en caso de que lo sean, parece que a los chinos no   les está yendo demasiado bien. Lo sigo pensando ahora, porque en verdad en el imaginario uno piensa que desde Shanghái deberían   venir naves imponentes, embarcaciones de gran tecnología. Pero esos barquitos rojos y medio blancos que se ven desde la costa marplatense, más bien parecen llegados de lo más profundo de la llanura pampeana. Rara llanura, que me suena más a amarillo que al verde intenso que se utiliza en los mapas escolares para pintarla ¿Sigue habiendo mapas escolares?