Ir al contenido principal

Confesión

Ahora sí me puedo sincerar:
me la paso alimentando fantasmas,
haciendo crecer sombras, 
dándole de comer a los espantapájaros,
rodeado de tierras fértiles sin utilizar,
replicando ecos infernales,
que son voces distantes,
quimeras con apariencia de cariño

Me la paso mendigando expresiones de albatros,
vuelos de sentimientos artificiales,
rayos que parten la niebla del domingo,
migajas de mesas de bares vacíos,
un vino fuerte y desechado,
transmutación de pordiosero resucitado,
al que nadie le avisó que el mundo
- y todo lo conocido - yace enterrado

Atlántida de pura melancolía,
surcada por babosas sin corazón,
que arrastran sus cadenas hacia el abismo,
porque el sufrimiento es un escudo contra la verdad
y se contagia y se expande
y es un gran éxito entre jóvenes ciegos,
danzarines de los espacios rectangulares,
modernidad de los artefactos lumínicos

Ahora sí que no me escondo más,
puedo confesar que me la paso jugando
a que son las seis de la tarde
y que mi patio es un pelotón de fusilamiento
y que yo me pongo de espaldas al paredón
y que todas las sombras y fantasmas dicen: ¡Fuego!
como ecos infernales, voces distantes,
quimeras con apariencia de cariño.


****Hay algo de musicalidad en ese verso: "quimeras con apariencia de cariño". Pero no estoy seguro que alcance para hablar de poesía. Por lo general, existen dos preguntas que te pueden arruinar el día, además de un mal poema: 1) ¿Cómo estás? 2) ¿Por?
Calculo que también tiene que ver con la musicalidad. Suenan algo irritantes. La 2) es la peor, porque como que se agudiza en esa "o". Y eso es molesto. La 1) resulta, por ahí, más cruel, es una pregunta con respuesta inabarcable, y que denota desinterés por la persona a la que se consulta. Una suerte de fórmula para cumplir el trámite con algún conocido. Preferible que te manden a la mierda, así por lo menos hay pasión. ¿Cómo estás? es la nada misma, la no-pregunta. El ¿por? es lo que sigue, una suerte de no-pregunta obligada por haber hecho la primera, una manera de habilitar a que ese otre diga lo que tenga que decir, lo más rápido y concreto que pueda y que se arregle, porque "perdoname pero estoy apurado". "Nos vemos" y, súper insoportablemente, "que sigas bien".

Comentarios

Entradas más populares de este blog

FALTÓ ALGUIEN QUE EMPUJE (la única vez que vi a mi tío jugar)

  En esta historia, que no me pertenece, hay un comienzo que podría considerarse la verdadera historia. Porque el grado cero es el siguiente: una mañana corriente como cualquiera de las que gastamos sin recordar, recibí una carta. En otros tiempos pasados, esto sería un detalle. Pero hace tantos años que no recibo cartas, que la sociedad no escribe cartas de puño y letra, que el hecho resulta casi fantástico. Hay (des)honrosas   excepciones, como las cartas documento que traen pésimas noticias, y los resúmenes de tarjetas que van por ese mismo lado indeseable de la escritura. Por lo general, tienden al abuso de un registro formal que ya no existe, y ese es quizás su único atributo, ser las depositarias de un registro en extinción, como una suerte de resto de animal prehistórico preservado para las siguientes generaciones. Entonces me tomé el tiempo, el lugar y el contexto necesarios para la lectura de esa pieza única. Como arqueólogo de historias, la lectura es más bien un degustar cad

Mitad

Está lloviendo ahora sobre toda esta ciudad y son las 12:30 pm a lo largo y ancho del Meridiano de Greenwich y yo he crecido entre gente que es joven y gente que no es joven entre autos, papeles bond o bulky, artefactos y escaleras artefactos y clientes. Y avisos de la desesperación o la locura. ( Paradero , de Juan Ramírez Ruiz)   Podría decir que la poesía existe para que me den ganas de tirarme del octavo piso del edificio en el que (no)estoy viviendo ahora. Mejor dicho, en el edificio donde estoy muriendo desde hace rato. Como una banana que se pasa de su madurez, y que empieza a despedir un olor rancio de otros momentos, de otras décadas. Una mala comparación de un mal escritor. Pero créanme, es lo mejor que me sale, esto de sentarme a morirme o escribir. Para el resto de las cuestiones me considero mucho menos que mediocre. A excepción, tal vez, de lavar los platos, una actividad que sintetiza como sinécdoque, porque ese coso vale por todos los cosos que se ensuci

Llanto y partida

“-¿Qué es esto? ¿Qué me sucede? – Decía – No quiero dejar la jungla, y no se lo que me pasa. ¿Me estaré muriendo, Bagheera? -No, hermanito. Esas son lágrimas, tales como las que acostumbran a verter los seres humanos –Respondió la pantera- Ahora no me queda duda de que eres hombre, y no un cachorro. En lo sucesivo, la jungla estará cerrada para ti. Déjalas correr, Mowgli. Son sólo lágrimas” ( El libro de las tierras vírgenes , Rudyard Kipling)   En algún momento de su infancia había leído ese pasaje de El libro de las Tierras vírgenes , en el que el pequeño Mowgli, criado por los lobos, debe separarse de ellos y es el acto de llorar lo que le marca su carácter humano, el límite de separación con el resto de los animales de la selva. Ese instante puede ser trasladado a cualquier momento de la vida en que las cosas cambian. Pero no cualquier cambio, sino esos cambios que resultan irreversibles, que son también grandes pérdidas. Así se sentía en aquel momento, el de la mudanza. Ya n