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Mostrando las entradas de febrero, 2023

Las pelotas y Dante

Un CEO de una de las multinacionales más importantes de la historia de la humanidad, y que todavía sigue intoxicando con sus productos a las personas de todo el mundo, dijo algo así como que la vida tiene cinco pelotas y cada uno de nosotr@s es un@ malabarista. No usó inclusivo ni variante que se le acerque, pero aclaró que de las pelotitas una sola es de goma mientras que las demás son de vidrio o cristal. Entonces, las de vidrio serían la familia, la amistad, la salud y el alma – vaya a saber para el CEO qué es ese último término, no lo aclara-, mientras que la de goma correspondería al trabajo. Un análisis simplista y retuiteado y compartido por millones de avatares, o lo que sea que tenga cuenta en redes sociales. Ahora, en este preciso instante, estoy llegando algo así como a la mitad de mi vida, suponiendo que voy a insistir hasta pasada la edad jubilatoria. Como no lo sé con certeza, debo decir que ya alcancé una edad donde la juventud me queda lejos y se partió en el suelo vari

¿Qué escribir? y otras aclaraciones

  No me digan que no me entienden nada de lo quiero decir. Entre los tantos defectos que me adornan, puede ser que se encuentre el de la cabezadurez. Y digo puede ser, porque todavía mi psicólogo no lo pudo definir con nitidez. Pero no, mentira, todavía no saqué turno con ningún psicólogo, como todavía no lo hice con cualquier otro médico. Porque una de las premisas centrales de la adultez, ya pasando los cuarenta, ya pisando los cincuenta, y ya hundido en los sesenta, es esa de que resulta fundamental la opinión de los profesionales de la salud sobre las capacidades de tu cuerpo para mantenerse vivo. Terrible realidad que suena inobjetable. Al parecer, después de cierta edad, las fallas en el sistema son muy comunes y es mejor anticiparse para no pagar tan caro el colapso. Entonces aparecen esos casos ejemplares en los que una persona “podría” haberse salvado de morir tan rápido si le hubieran detectado a tiempo la enfermedad “x”. Y ya no nombro ninguna enfermedad por las dudas, me vo

Escribir y leer

Mientras escribo unas cuantas palabras, alguien más inventa una nueva aplicación para medir el pulso de cada dólar en cada rincón de la república Argentina. Mientras leo esas palabras escritas, pero cientos de años más allá, me doy cuenta de que perdí las referencias por completo. Mientras escribo ahora, pasan cosas terribles en todo el mundo. Mientras leo unos años después esto mismo, me doy cuenta de que tal vez pasaban cosas más copadas que lo que pude imaginar, pero alguien estaba escribiendo por mí, para mí. Mientras escribo una nota semanal para un blog que leen mis tías, sé que es verano y no hace tanto calor, como también sé que es difícil planear vacaciones fuera de la esquina de siempre, Francia y Garay, barrio Rivadavia. Mientras leo esa ubicación errática cientos de años después, me doy cuenta de que estaba en el mejor lugar del universo para escribir, porque posiblemente en cada fin del mundo esa fue la única esquina que se salvó del veredicto final. Mientras escribo estas