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Mostrando las entradas de 2024

Crear en tiempos adversos

“El objetivo del arte no es la descarga momentánea de una secreción de adrenalina, sino la construcción paciente, a lo largo de toda una vida, de un estado de quietud y de fascinación” (la frase pertenece a Glenn Gould, citada en Yoga de Emmanuel Carrere)   El Yo que dice yo volvía de la marcha por la educación pública, era de noche, había tomado un par de cervezas con Scardanelli, que también había marchado, a pesar de que nunca había pisado una institución pública. Tampoco privada. En verdad, Scardanelli nunca había asistido a ningún tipo de institución, pero siempre sabía de qué lado estar en cada acontecimiento de la historia. ¿De dónde había sacado entonces esa capacidad? Lo que le dijo al Yo que dice yo no tuvo nada que ver con nada. Primero, tomó lo que quedaba de la botella. Segundo, salió con una confesión que nada que ver. Contó que el día anterior había estado sentado un par de horas, simplemente meditando. Exacto, sentado en el piso de cemento alisado de su piecita, si

Despedida en pendiente

Creo que estabas sentada en el suelo y que tomábamos la última birra del mundo, y que me hablabas de las cosas que te jodían: primero, la cana y esa manía de andar matando pibes del barrio por portación de cara, y segundo de lo molestos que eran esos versos de mierda que escribía yo, empezar y seguir conectando eternamente ideas y sentimientos totalmente innecesarios, y me decías que entendías perfectamente eso de que es fundamental expresarse y demostrarle a los demás cosas que en verdad servían para satisfacer las necesidades de su propio creador, y que el mundo sería mucho mejor sin esos versos y ese excesivo uso de conectores… Y nos reíamos y seguíamos tomando de la botella, sentados en el piso de un depósito por Champagnat que hoy está abandonado, pero que no es muy distinto a lo que fue en aquel día, y pienso que nosotros debemos estar más o menos igual, un poco abandonados pero capaces de seguir cumpliendo la misma función,

El último acto del funcionario gris

Esto no es importante, pero sirve para llegar al final de lo que voy a escribir. En el último libro de Zizek, ese filósofo marxista lacaniano histriónico y superstar de Eslovenia, aparece una mención a un dirigente político de la última etapa de la Unión Soviética, la de Gorbachov, la previa a la caída del muro y el fin de la Historia, y –obvio- el comienzo de otra coyuntura que ahora vendría a ser de la pos-Historia. Como sea, la mención a ese dirigente está relacionada a una actitud que enfrentaba ante cada anuncio del gobierno, por más contradictorio que fuera con los valores clásicos de la Revolución soviética. Y era que ante cada una de las propuestas de un gobierno en franca decadencia, el tipo sacaba a relucir un increíble archivo de frases de Lenin, que guardaba celosamente en su despacho. Entonces, ante cada anuncio, seleccionaba una de esas máximas del líder revolucionario para lograr dar con el apoyo adecuado, una certeza de que el camino elegido tenía la bendición casi reli

FRONTERA

“- Este es un sitio horrible para morir. -Dime uno que no lo sea” (Cormac McCarthy, Meridiano de sangre )   I Un rastro, perros de caza, buscadores de farolas calcinadas, dos rumbos siempre: todos los días es aquí o allá, galopar en esa dirección que es una vida elegida, morir todo lo demás en el atardecer del meridiano, una fogata de leyendas - todas de horror – la sensación en el aire de que aquí o allá se pone en disputa la supervivencia, perder la vida por un pedazo de grasa, el cuerpo sobre las llamas caprichosas de un juez trasnochado, alguien que levanta su alma por última vez para ser tajeado a muerte por otro cadáver que había olvidado a su muerte en una fogata ajena   II Vuelan los restos de un cadáver - vale decir, sus huesos casi inmortales – y luego aterrizan bañados de aluminio, material de vanguardia con efectos modernos que actualizan la sangre que se sigue derramando igual, y los desplomados vi

Hay un lugar

"-Allí de donde vengo, todos llevan una sombra pegada". (Haruki Murakami, La ciudad y sus muros inciertos) Sí, claro, la ciudad está difícil. El barrio Rivadavia está picante, como esa hamburguesa con salsa tipo mejicana que promociona la cadena X o M, que con un solo mordisco ya te deja con la necesidad de vaciar los barriles de coca cola, que a la vez te aumentan la sed para que sigas consumiendo mientras los pibes y las pibas juegan con ese payaso macabro en el tobogán con casa de un plástico tan berreta como la calidad del almuerzo que acabas de elegir, porque tanto más costoso es llevar a todos esos pibes y pibas a la casa y cocinar para una manada, algo que más o menos les parezca potable, y además no perecer en el intento. Pero no nos vayamos de la sentencia del inicio, porque no vaya a ser cosa que los guardianes del “buen decir”, que también son abonados al ejército del “buen escribir”, nos ejecuten con pesadas ediciones del diccionario de la Real Academia Española.

Caer en la trampa

Tengo el recuerdo de una escena que sucede en una novela de Juan Forn. Un tipo, creo que periodista / escritor medio caído en desgracia, es invitado a una fiesta de gala de un magnate de los medios de comunicación, que es algo así como su jefe / dueño. Y el periodista / escritor no quiere estar ahí, obvio. Y mucho menos tiene ganas de bancarse el auto-agasajo que planeó su jefe / dueño. Entonces comienza a tomar, otra cosa muy obvia, hasta que en un momento su hartazgo es insoportable y se retira del lugar. Un lugar muy cheto y lleno de extravagancias y excesos de personaje que se cree más importante de lo que podrían ser unos pececitos que hay en una pecera grande, parte del decorado del evento. El periodista / escritor, camino a la puerta de entrada – salida, toma esa pecera y la revienta contra el piso, dejando un caos detrás de su salida. Luego la novela sigue, pero yo me quedo en esa escena. ¿Por qué? Lo primero que se me ocurre es que me siento un poco como ese personaje invitado

NERVAL

NERVAL   “Volverán esos dioses a los que siempre añoras, y aquel tiempo y el orden de los días antiguos!” (Délfica)   Caminando - piensan que perdido – en su propio barrio lleno de calles muertas olvidadas por carencia de conexión wifi.   Caminando - piensan que en el delirio – trazando cada detalle en unos versos que son otro reino, sublimación de diosas y linyeras, nervios ubicados en ese tiempo y en ese espacio exaltados, llevados al límite del Monte Olimpo.   Caminando - piensan que enfermo – con la fiebre de aquel que sí tiene los ojos y las palabras para describir al mundo y su naturaleza como en verdad son -o debieran ser-, para hablar de ninfas que son imposibles dentro de la prosa de esta ciudad de hoy que intenta aumentar su realidad eyaculando edificios y luces falsas, vacíos de ideales, lujos que nacen y viven muertos, contemplados por pantallas-ojos destinados a la nada misma, hasta que se corta a

Los dieciocho mandamientos

“Son tiempos de mendigar, tiempos de robos. Días de cabalgar por donde no cabalga nadie salvo él” (Cormac McCarthy, Meridiano de sangre ) 1) Recordarás. 2) Hay un olor fuerte, ahora, como cuando aquella mujer, antes, tiempos distintos unidos por eso, un olor fuerte, intenso. 3) Lo que sigue igual, y que parece que no va a cambiar: Yo. O, mejor dicho, el Yo que dice yo. Incapacidad de salirse de ahí. 4) Y esas experiencias, personas y objetos, que como si fuera magia, puedo cambiar fácilmente, o intercambiar aunque no tenga las ganas suficientes. 5) Si el deseo fuese ley nadie habría superado la infancia. Hay una imposibilidad allí ¿Cómo funciona? 6) Como las tardes con alerta meteorológica color naranja. Se escucha - ¿o se siente? – un viento fuerte, se ve -¿o se huele? - un cielo gris oscuro, todo junto y en un mismo instante. Pero la lluvia nunca llega, como la revolución. 7) Moraleja – porque siempre hay alguna en las historias -: ¿De eso se trata funcionar? 8) Ahora, el olor no se

Rincón

Adoro ese rincón en esa calle que para los ojos de las fiestas es un desperdicio de papel picado / fileteado / ventoso amanecer de febrero un seminfierno de arrabal desierto de Atacama en lo profundo de un barrio que ya se camina entre fuego y viento y frío, imposible habitar ahí, soledad siempre, la obligación de cada año: bebidas de kerosene y pegamento aspirable, la hermosa calle y su rincón como la panza de la ballena, el espacio imprescindible para ver en tus ojos las vísceras que ese espejo nunca va a reflejar, habitación de poeta alucinado que sueña con volarse  la cabeza de una vez con el descubrimiento de ese verso que no existió hasta ayer, un capricho frágil y pasajero y sin lógica, porque no hay para qué pensar que un destino funcione así, hay fragmentos y este lo adoro: un rincón en una calle que despide el funeral de tus pupilas, las gotas saladas de los dioses que llegaron tarde a la memoria de los festejos.

Consejos para ser un escritor (y no morir antes del final de la historia)

Jueves 4 de junio, 1959 BIOY: Habría que escribir sobre los primeros pasos de un escritor. BORGES: Sí, pero habría que hacerlo exagerando un poco. (del Borges de Bioy Casares, en comienzo de La parte inventada de Rodrigo Fresán)   Tal vez, para conseguir dar con la realidad verdadera, más que decir y hacer habría que escribir. Y, un poco más precisamente, escribir fecha y hora del momento en que se escribe, más todos esos hechos que acontecen en el momento, como prueba de vida de jubilado pronto a cobrar en banco, o prueba de truco de mago con alucinante foto de diario futuro con datos de presente sucediendo tal cual en el pasado. ¡Abracadabra¡ aquí está el escritor, el Yo que dice yo, el escribiente del barrio Rivadavia, siempre esquivo y medio mal humorado, pero con todas las intenciones cada vez más…complejas. Punto número 1 : escribir es complejo. Principalmente el comienzo. Una idea, un verso que no sea tan predecible, una oración que genere algo como Bruce Willis tirá

Sobre los premios x

“No es el pasado quien nos persigue: somos nosotros quienes perseguimos al pasado. Y, si hay suerte, lo alcanzaremos. Confiamos en ello y en que así será” (Rodrigo Fresán, El estilo de los elementos ) Peeeeeerooooooo…siempre hay un reverso a la historia oficial, o la elegida, o mejor dicho la elegida para ser contada de esa determinada manera en lugar de todas las otras . Como elegir un libro y no el que está al lado, o casi al lado, que sería más o menos lo mismo aunque nunca igual. Pero -otra vez: pero - la duda es el estado correcto para la perfecta edad correcta que tengo en este correcto momento de mi incorrecta vida. Más o menos a mitad de camino entre la juventud y la vejez, un tiempo que no se puede comparar con ninguno y que algunos se porfían en llamar adultez, peeeeeroooooo…no me parece que tenga esa estatura que sugiere esa palabra. Adultez suena a señorío, pedantería barata – o cara, dependiendo el numerazo de la inflación de estos primeros días de marzo-, truco de actor

Rojo

        ROJO  Borrosa noche muy fría y con aliento de sangre, unos baches memoriosos  que entierran todos  nuestros recuerdos  de condes y vino tinto, cabezas blancas en ayuno siempre listas para el sacrificio -reviente- ¿Quién puso esa música de mierda? Glenn Gould en su banquito  de siempre  odiado por el ruido de una mosca y exiliándose en algún rincón de este barrio que nunca habitó  pero que de seguro imaginó en su última noche, cuando casi volvió a tocar el piano para su perro, que ya había olvidado que estaba ahí, la noche sirve para eso, para volver tarde por un viejo y muy conocido camino que de tan predecible  obliga a tumbar las puertas de la percepción -volarse la peluca- para imaginar otro Reino -¡Isekai!- llegar pasado, pasadísimo con un cuerpo transformado, los restos de gritos y exageraciones dando vueltas en esquinas muertas con pobres víctimas de esa noche fría señaladas como peligrosas porque... salió en el noticiero ¿No era que iban a cambiar esas cosas? Acá las cos

Escribientes en el desierto (una novela)

                     Escribientes en el desierto                                                     Escribientes en el desierto / Juan M. Penino Patio del Fondo Ediciones, Mar del Plata, 2023 (Novela)     Foto: Juan Scardanelli   Mar del plata, marzo 2024       INICIO (prólogo) Es difícil. Muy complicado empezar un documento en blanco, llenarlo de formas, de signos con algún sentido. Quién no experimentó, al menos una vez, el vacío. Quién no se sintió sola y a la deriva, con una hoja vacía en frente y toda una sociedad alejándose, distante, despidiéndose con la cordura a bordo. Semanas, meses pensándome loca, imaginándome completamente perdida, sintiéndome enferma por estar persiguiendo algo que se desvanecía todo el tiempo. Algo que parecía evaporarse con mucha convicción. ¿Sería por eso que me perdí? ¿Por qué forzar sacar a la luz, lo que no quiere ser expuesto? ¿Quién me mandó a mí a escribir sobre Adolfo Cuen