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Mostrando las entradas de junio, 2022

Suave ya no es la noche

Volvía a Francis Scott Fitzgerald porque había escuchado algo en la radio, una escritora que hablaba de sus novelas y sus relatos, y de esas relaciones complicadas con esposa en problemas Zelda y amigo jodido/estatua literaria Hemingway. ¿Y qué tenía que ver eso con su vida, tan lejos de la París de principios de siglo XX, cien años más tarde en la esquina de siempre del barrio Rivadavia? A ellos los llamaron la generación perdida, con sus personajes angustiados por una existencia que veía imposible y poco viable el sueño americano, porque parecía que las guerras mundiales eran posibles, y que la bolsa de Wall Street se podía equivocar, como un equilibrista muy seguro de sí pero que a veces se olvidaba de colgar bien la soga del otro lado. Entonces, en esa comparación desfasada y exagerada, él se sentía un poco Fitzgerald, abrumado por fantasmas y agarrado siempre a una botella de cerveza. En el caso del yanqui, serían otro tipo de bebidas, en otro tipo de fiestas. A él le tocaba Franc

Un martes en la vida

Una mariposa nocturna de gran tamaño que chocó aleteando con la pantalla de cristal, la más bella que he visto nunca, pero el ruido que hacía me obligó a atraparla en el puño sin saber lo que me proponía y allí estaba: Cómo explicarlo, aplastada, muerta… (Joyce Carol Oates, Delatora ) Es como si la fiebre terminara por encontrarme en cualquier lugar en el que me intento esconder. Algo así le dijo en voz bastante baja a la China. Le decían la China porque laburaba en el supermercado del chino de Jara. Ahí la habían conocido con Scardanelli, los días que se encontraban en la esquina de siempre, a tomar la cerveza de siempre. Empezaron como todas las cosas, hablando de boludeces. Y es increíble lo que significa eso de hablar boludeces, porque es sorprendente el poder cohesivo, de imán irrompible que puede generar entre perfectos desconocidos. Eso sumado al aburrimiento compartido, un pesar que también es culpable de generar vínculos. Por el hecho de compartir y nada más. A lo mejor, n

Visita al doctor

 El te ayuda a entender, hace todo lo que puede (The Beatles, Dr Robert) Después de 253 noches sin dormir, decidí ir al médicx. En verdad no sabía el género, por eso la x al final. Estaba dispuesto a ir a cualquiera, al que primero me abriese la puerta para ir a jugar. Después de penar unas largas horas, alguien me abrió un espacio en su tan ocupada agenda llena de consultas que terminan en apenas dos minutos, pero que se cobran por quince. Como sea, antes medió el papelerío correspondiente con el secretariado, el gremio que más escribe a mano y que más aguante tiene, como si fueran los primeros pacientes. Entonces lo que siguió fue “pacientar”, no sin antes tener en cuenta que todavía tenía que autorizar la orden para proceder al reintegro de una plata que no tenía. En fin, el cuerpo muy dolido, la cabeza muerta de sueño, el problema a solucionar. Y buenas tardes ¿doctor? “x”, cómo te va. ¿A mí? La verdad que para el culo, imaginate lo que me costó decidirme a venir hasta acá, y lo qu