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Mostrando las entradas de julio, 2020

Sobre el tiempo, parte II

Todo esto sucedió, más o menos (Matadero Cinco, Kurt Vonnegut) Me quedé sin palabras el último martes a las tres de la mañana – aunque a esa hora, durante todo el año en esta parte del mundo, es de noche – y ese fue el momento en el que, finalmente, pude dormir. Como si se tratara de la serie más larga y mortificante de la historia de la televisión, el último capítulo de la escritura de mi novela fue eso, un final de doble duración. Por un lado, me di cuenta de que ya no había nada más por escribir. Por el otro, me quedé profundamente dormido, luego de meses de insomnio. Una cosa llevó a la otra, mejor dicho, una cosa ocasionó la otra. El exceso de palabras escritas, la velocidad que ya sobrepasa el razonamiento y la invención y la investigación y la lectura y la relectura y toda esa pila de cosas para revisar con forma de hormigas y las pastillas soñadoras dando vuelta y…hay que parar, me decían a los gritos, quienes me quieren y se preocupan por mi salud. Tenés que frenar u

Sobre el tiempo

No quería hacer esto pero es miércoles a la noche y llueve. O, tal vez, estoy escribiendo desde algún pasado, porque el pasado es múltiple - ya me voy a explicar mejor -. Hasta ahí con la extensión temporal, porque el futuro no forma parte de nada. No se puede escribir en el futuro. Y créanme porque lo intenté varias veces. El tiempo nada tiene que ver con la literatura de predicciones o la ciencia ficción  de carambola, esos textos que se empeñan en inventar dispositivos que son muy similares a los que ya existen. Entonces sólo, uno, cualquier noche de lluvia, se pone a leer una de esas historias buscando algún aparato similar a una tostadora, pero que además de quemar con cuidado el pan, está conectada a una especie de red mundial, capaz de terminar para siempre con la soledad en el universo. Pero nada, nada, podrá terminar con la soledad, porque sino para qué escribir en primer lugar - y acá abro una especie de paréntesis aclaratorio, para anotar una breve lista de cosas que no

In-realidad: última parte

Van descubrió en aquel fenómeno una prueba suplementaria de que el tiempo real está en relación con el intervalo que separa los acontecimientos y no con el desarrollo de éstos, con su combinación o con la sombra que proyectan sobre la fisura por la que transpira la pura, la impenetrable textura del Tiempo. ( Ada or ardor , Vladimir Nabokov) Reacomodando, desempolvando todos mis fantasmas, día 1: Resulta que, buscando entre papeles viejos y olvidados, me topé - este es un verbo que poco tiene que ver con el barrio Rivadavia, desde donde escribo esto ahora,lo más adecuado hubiese sido utililzar el más automovilístico "choqué", pero jamás "encontrar" porque sería llevar la mentira demasiado lejos - con los siguientes versos sin fecha: Desprotegida, no tiene más que agarrar de la mano un cardo, pincharse de sangre incestuosa y vivir con la conciencia liberada de amor y culpas, contaminando a quien tiene suerte, quien sabe bajar las defensas cuando es ne

Bailar todos los días

- Baile con música - - Silencio - ( Entre paréntesis, ahora es el momento de describir sus sentimientos ) - Continúan bailando, los tres personajes - - Silencio - ( Arthur mira sus pies, pero piensa en la boca de Odile y sus besos románticos ) - Más baile musicalizado - - Silencio - ( Odile se pregunta si los muchachos notan cómo se mueven sus pechos al bailar ) - Música y baile - - Silencio - ( Franz piensa que todo y nada son lo mismo, si la realidad es un sueño inminente, o la realidad es sueño ) - Siguen los chasquidos, las palmas, los saltitos, la música y el baile - - Franz se va del plano, caminando. Lo sigue Arthur. Odile continúa la coreografía en soledad, en el centro del café Madison. Ríe, parece feliz- Se termina una de las escenas emblemáticas de la película de Jan Luc Godard, Bande a part... A la mierda con el cine clásico. Al carajo con lo establecido - ¿por quién, por qué y para qué? - Que baile como nadie Anna Karina, y que vaya quedando s

No te entusiasmes tanto

Por Juan M Penino Algunas veces – demasiadas para mi gusto – me pasa eso tan poco original de sentir que estoy viviendo una situación que ya había leído en algún lugar de la obra de Franz Kafka. La referencia está tan ligada a nuestra cultura que hasta se inventó un adjetivo para consagrarla: kafkiano. Pero mi duda radica en qué cosa sería lo kafkiano, en qué momento es pertinente utilizar ese adjetivo. Hubo un tiempo en el que pensaba – aún antes de haber leído cualquier cosa de Kafka – en una solo y obvia respuesta, que ubicaría a lo kafkiano como aquella situación angustiante, con una connotación claramente negativa. Una situación asfixiante, una trampa que nos vendría a poner la misma sociedad que creamos. Supuestamente, la obra de Kafka nos reflejaría ese laberinto burocrático en el que caemos rutinariamente y que somos imposibles de romper, porque no podemos ceder a la presión del mismo engranaje del cual formamos parte, sin saber bien por qué. Bien, para mí hoy – en el Ba

In-realidad parte 2, sobre La defensa

"Se propuso ser más circunspecto, vigilar el ulterior desarrollo de aquellos movimientos, si es que volvían a repetirse, y, por supuesto, mantener su descubrimiento en secreto, y ser feliz, extraordinariamente feliz. Pero a partir de ese día no habría descanso para él; debía, si era posible, idear una defensa contra esa pérfida combinación, liberarse de ella, y para ello tenía que prever un objetivo final, una dirección definitiva, lo que aún no parecía posible hacer" Vladimir Nabokov, La defensa Él despertó como Luzhin, ese maestro del ajedrez caído en desgracia. Pero haciendo un repaso de la novela de Nabokov que cuenta su historia, La defensa , más bien, toda su vida había sido una suerte de desgracia. Desde el momento en el que descubrió el tablero y las piezas, y decidió que el mundo podía tener un sentido, que era evadirse de la vida que no soportaba por fuera del juego…peeeeeero, tampoco eso lo llevó a buen puerto. Lejos, siempre muy lejos de la felicidad