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Mostrando las entradas de septiembre, 2021

Nota de suicidio de un discípulo de Cobain para un fanático de Artaud

  El tiempo puede pasar y las convulsiones sociales del mundo arrasar las ideas de los hombres, pero yo estoy a salvo de toda idea que penetre en los fenómenos. Déjenme en mis extinguidas nubes, con mi inmortal impotencia y mis absurdas esperanzas.   (Antonin Artaud, Fragmentos de un diario del infierno )   He elegido el dominio del dolor y de la sombra como otros el de la irradiación y el amontonamiento de la materia. No trabajo en la extensión de cualquier dominio. Trabajo en la duración única (ídem) Hace exactamente un rato que me pareció escuchar una voz, que se filtraba por la ventana del living del PH donde me toca, ocasionalmente, pasar esta etapa de la vida. Mi vida, debería decir, si tuviese algún tipo de control o influjo sobre ella, pero no es para nada así. A lo mejor, escribir lo que esa voz dice sea una manera de ubicarme en la realidad de este tiempo, un fragmento existencial controlado por fuerzas que me son totalmente ajenas y hostiles. Esa distancia que separ

El portón del cementerio de las posibilidades agotadas

  Vas a morir como 1 ganglio de luz Que se ha vuelto loco Vas a morir / entre silencios cojos  (Mario Santiago) Esa parece ser la única regla que se respeta las veinticuatro horas del día, ahora en primavera. La luz que hincha los días un poco más, es una apariencia que toma el tiempo, un espejismo de segundos que parecen durar un lustro, pero en verdad está todo más comprimido. El formato ya estaba siendo descartado en algún laboratorio contratado para aniquilar el tiempo, que ve en cada fracaso otra novedad para presentar al mundo de las inversiones. Por eso va a ser mejor que nos preparemos un poco en esta primavera del barrio Rivadavia, porque acá no tenemos nada parecido. Para decirlo más directo, acá no tenemos nada que ver con el tiempo, le pasamos lejos, desde la orilla que se abisma, desde el universo que se contrae y se aleja hasta la congelación final. Un universo surcado por la vía láctea, representada por la avenida Jara, obvio que con muchas menos luces, pero con más

SIGLOS

  SIGLO XIX Me sorprende, todavía se puede vivir a fines del siglo XIX, apreciando un gran castaño de Indias en flor, con la inocencia perdida de otros tiempos, gateando sobre un orden extinguido, celebrando fiestas embriagadas de muerte junto a los sepulcros de millones que en un futuro pondrán sus cuerpos en remate, para llegar a otros mañanas, con vidas ausentes; y aunque todavía se pueda habitar ahí, sentir que no se quiere esa misma noche, en fiestas sin sentido, con bailes pomposos, caprichos de música y frescura juvenil de zanahoria, perlas que no son ni fueron; se puede vivir encantado, caminando por calles de tierra mal iluminadas por faroles, con poetas perdidos recitando sus versos quietos; todo eso es posible, aunque el latido se haya detenido en una esquina, que ya no cuenta nada.   SIGLO XX Columpios cambalaches dándose aires de atracción fatal, todo un Hollywood para la cena y los muros como manera de ca

Una vuelta más

  “A Rosemary le encantó aquello de los calzoncillos. Era lo bastante ingenua como para responder sinceramente a la sencillez elegante de los Diver, sin darse cuenta de su complejidad y su falta de inocencia, sin darse cuenta de que se trataba de una selección de calidad, y no de cantidad, en el bazar del mundo, ni de que también aquella sencillez, aquella paz y aquella buena voluntad propias de una guardería infantil, aquel resaltar las virtudes más simples formaban parte de un pacto desesperado con los dioses conseguido a base de luchas que no podía ni imaginar. En aquel momento los Diver representaban en apariencia el estadio más perfecto de la evolución de una determinada clase, y por eso la mayoría de la gente parecía deslucida a su lado. En realidad había sobrevenido ya un cambio cualitativo que Rosemary no notaba en absoluto” (Francis Scott Fitzgerald “Suave es la noche”)   En el recontra rebuscado y poco imaginativo escenario real, la repartija de papeles a representar pare

Esa suave noche, después

  “Sin embargo, casi todas las demás emociones parecen abandonarlos cuando mueren. Ni siquiera el amor conserva toda su fuerza. No me gusta tener que decirte esto, pero el odio persiste con mayor intensidad y durante más tiempo. Creo que cuando la gente ve fantasmas (en lugar de muertos) es debido al odio. La gente piensa que los fantasmas dan miedo porque lo dan”   ( Después , Stephen King)   Siempre hay una palabra que nos persigue constantemente, como si fuera un aburrido fantasma, el de Canterville, el que dejó de asustar por haber perdido la intensidad con el paso del tiempo. Porque nada escapa a la ley del tiempo, nada escapa al olvido, ni siquiera las palabras. Entonces, según la fórmula propuesta en la novela del King, es mejor que te prepares para odiar, porque es la única manera de mantenerte un poco más en este mundo, el único que conocemos, en el único que transcurrimos, en el que podemos leer y escribir. Parece raro, pero no lo es tanto, si me siguen en el razonamiento