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Mostrando las entradas de noviembre, 2023

Un mismo cuadro

Pasaron cinco años -con sus días y sus interminables noches- de la última vez que nos vimos, y desde ahí se confirmó -o mi figura de relector obsesivo lo hizo- eso de que los recuerdos tienen partes no lineales que son solidarias entre sí, porque se unifican hasta volverse un bloque homogéneo, y como soy sudamericano no pude dejar de evocar ese cuadro irreal con la devoción de un desolado, desesperado y respetuoso guardián de la jerarquía, aunque a veces sueñe con mi propia revolución, como cuando éramos más jóvenes y sí estaba presente la idea del Hombre Nuevo, y Fidel nos hablaba desde las escalinatas de la UBA, y el Che se nos pegaba en las carpetas con esa mirada filosa de quien no piensa transar sus ideales, pero pasaron esas noches de mierda y transás…   Nos podría echar la culpa pero no cuento con tu consentimiento, una vez pensamos que éramos casi felices y salimos a caminar por Jara y había demasiada gente dur

Realidad

Voy a escribir una esperanza que, por cierto, nunca solicité. Realidad. Lunes. Estado tipo escritura de fax ¿Qué no saben lo que significa? A lo mejor sea hora de volver a la comunicación más antigua que recordemos. Sí, ya sé que andamos flojos de memoria. Totalmente de acuerdo. Eso de que empieza un nuevo infierno. Ojo, tiene la excitación de la novedad. Emocionante. Como cualquiera de mis relaciones que no resultaron. Resultados. La crueldad de la matemática cuando se te pone ortiva. Nunca fui bueno para despejar la “x”. Con la “y” tampoco resultó mejor. Despejar cosas no es fácil. Habría que intentar mirar mejor. Ya sé, es tarde. Ayer casi que ni dormí. Es que tuve un sueño: …Un tipo que se levanta cualquier mañana, se pone un pantalón rajado en la entrepierna, va hasta el baño a lavarse la cara, descubre unas ojeras prominentes, se lava los dientes con una rodaja de limón, no se puede afeitar porque está como metido en la novela de Orwell 1984 , una pantalla lo llama a que se pon

Mitad

Está lloviendo ahora sobre toda esta ciudad y son las 12:30 pm a lo largo y ancho del Meridiano de Greenwich y yo he crecido entre gente que es joven y gente que no es joven entre autos, papeles bond o bulky, artefactos y escaleras artefactos y clientes. Y avisos de la desesperación o la locura. ( Paradero , de Juan Ramírez Ruiz)   Podría decir que la poesía existe para que me den ganas de tirarme del octavo piso del edificio en el que (no)estoy viviendo ahora. Mejor dicho, en el edificio donde estoy muriendo desde hace rato. Como una banana que se pasa de su madurez, y que empieza a despedir un olor rancio de otros momentos, de otras décadas. Una mala comparación de un mal escritor. Pero créanme, es lo mejor que me sale, esto de sentarme a morirme o escribir. Para el resto de las cuestiones me considero mucho menos que mediocre. A excepción, tal vez, de lavar los platos, una actividad que sintetiza como sinécdoque, porque ese coso vale por todos los cosos que se ensuci

Cable a tierra

Hay momentos en que la vida nos deja desamparados, y eso es una afirmación difícil de rebatir. De vez en cuando, si se tiene suerte, pasa alguna cosa que nos deja sin explicaciones, sin argumentos, sin fuerzas para seguir lo que comúnmente hacemos (casi)todos los días. La rutina pierde su sentido, los placeres de la vida no se pueden saborear, la angustia le gana a todo por goleada. Confieso que cuando me ataca esa mala enfermedad, suelo aferrarme a la primera parte de En busca del tiempo perdido de Proust. Y no lo digo con orgullo de lector, o por esnobismo de tres cuartos, sino porque es así y punto. Cada quién tira su cable a tierra donde puede, ¿no? Hubo un tiempo que lo hacía viendo algún partido de fútbol o una comedia en la tele. Pero desde hace años que no tengo televisor, y que mirar cosas por la computadora es todo un trastorno, es un artefacto que tarda mucho en prender, las páginas a veces se caen como así también internet, y además soy de la generación de “El mundo de Dis