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Mostrando las entradas de junio, 2021

Jugar

Una pequeña aclaración, para que no piensen que hablo en broma. Todas las ideas que se emiten sobre estos temas se basan en un supuesto nefasto, que es el de la importancia de la literatura. No creo que la literatura tenga ninguna importancia en la vida de la sociedad. Es el juego de una muy minúscula minoría, como la de los filatelistas o los ajedrecistas, por la cual la sociedad no se preocupa ni poco ni mucho, y lo bien que hace. Que entre nosotros los escritores haya quienes crean estar cumpliendo vitales funciones sociales es apenas una fantasía más en nuestro sistema de sueños; lo que encuentro lamentable es que esa fantasía llegue a anonadar a las demás con su mirada de Medusa, y provoque la interrupción del juego                                                                         (César Aira, "La ola que lee") Hace varios años atrás, en plena temporada de (ex)normalidad leí en algún recoveco inter-net-galáctico, una frase que me pareció bastante boluda: “la litera

Regreso de una noche glacial y un suicidio frustrado

  Estas últimas noches - en la ciudad de los balnearios privados y los alfajores transgénicos - fueron diseñadas para morir de frío. Por eso, como si fuese una suerte de recordatorio humanitario, desde la Municipalidad llaman a que tod@s l@s personas que estén en situación de calle se acerquen a pasar la noche en los centros destinados a eso, que vaya a saber si sean de verdad y si – más de verdad- estén equipados adecuadamente. Como fuere, deseo que sí  y que nadie tenga sufrir una noche a la intemperie con temperaturas de la Antártida, sin poder llevarse nada al estómago, como doble castigo. En el caso mío, aprovecho estas noches para poner a prueba mi capacidad de supervivencia, chequeo si mi instinto suicida está controlado y si la cerveza todavía la pongo en la heladera. Además, todo se acompaña con una lectura. En estos días, me quedó dando vueltas esa frase de Gombrowicz, que utilizo de título. En sus anotaciones súper personales, reunidas en Kronos (ed. Cuenco de Plata), abund

Morir de la poesía

    Y acá empieza una serie de versos y termina todo, porque una tarde de otoño, y no puedo mentir con esto, me convocaste repitiendo esa palabra destinada al fracaso   Me convocaste y desde entonces que no como ni duermo nada, me siento enfermo y muy preparado para que me abandones por última vez   Admito mi parte de culpa y no lo puedo evitar, vos tampoco, congelame para siempre así puedo seguir   Viviendo de vos… Muriendo de vos…     Y en este intermedio Roberto Bolaño me remata contra el paredón, un jueves a la noche, en la vereda de siempre, del siempre barrio Rivadavia, de la siempre Mar del Plata: “Ahora la desconocida vuelve a desaparecer. De nuevo adoptas la apariencia de la soledad”   Mi mirada está distorsionada, mucho, pero no tengo el talento; el verdadero miedo es caer en la locura y que nada sea intenso, volverme loco gratuitamente, sin que mi pasión signifique algo   Las hormigas pasan brillando, las ve

Sin título

La verdad es que perdí toda la tarde haciendo una lista de posibles títulos para esta publicación. Porque está haciendo mucho frío en las mañanas y en las noches del barrio Rivadavia – y calculo que en todo el mundo también, porque ya saben eso de que tu rancho es una especie de resumen del universo, que no sería más que un rejunte de ranchos sin distanciamiento social – y se me suelen entumecer las ideas. Además, sigo con la imposible misión de vender mi libro de poesía PARA MORIR UN DOMINGO (lo pongo en mayúsculas para advertirte que me lo podés pedir en alguna de las redes sociales o en este mismo blog, que yo te lo alcanzo a cambio de $300p). Entonces, debería llamarme a silencio y seguir trabajando en el próximo proyecto de escritura, que está al caer. Pero algo tengo que dejar este jueves, como todas las semanas, para que haya una cosa más para ser ignorada en estos insurfeables espacios digitales, diseñados estratégicamente para hacernos un poco más insoportables. Aquí van, ento