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Mostrando las entradas de febrero, 2022

Conocerás al amor de tu vida

  "Caminaba mirando los edificios bajo la lluvia, de nuevo impersonal y omnisciente, ciego en la ciudad ciega; pero un animal conoce su selva; incluso si se pierde. Perderse también es un camino". (Clarice Lispector, La ciudad sitiada ) Aunque lo más probable es que no, puede pasar. En el mismo lugar de siempre, bajo el mismo cielo, y con pocas cuadras de diferencia, lo más probable es que ahí aguarde el verdadero amor de tu vida. Aunque aclaro que no lo creo. El procedimiento es bastante simple, convenientemente ese amor de esa vida tiene que estar cerca de uno, y lo que se termina por hacer es encajar las cosas y ya, todo cerquita y sin mayor esfuerzo. Funciona en todas partes, porque no queda otra. Suponiendo que no tenemos demasiado tiempo para realizar una pesquisa bien exhaustiva, uno sale a hacer lo que más o menos hace todos los días, por ejemplo yo me voy al chino del barrio a comprar la cerveza de todas las semanas, y me siento en la vereda de Francia y Garay, con

El día de la luna

  Es uno de esos días, que vaya a saber por qué, pesan tanto y pasan tan lento, y como que se sienten mucho en el cuerpo y en lo que carajos sea lo otro, hablo del espíritu, el alma, un resto innombrable que suele acompañar como un agregado intangible, pero que días como el de hoy jode y mucho. También podría hacer el efecto contrario, pero hoy no, esta tarde en el barrio Rivadavia, en la esquina de todas las semanas, todas las cosas pesan más que otros días. Entonces me siento en la vereda y me dispongo a tomar la birra, como para no perder la costumbre. Y, por supuesto, empiezo a buscarle un culpable a mi situación. Miro para el cielo y ahí está la luna muy notoria y ya está, debe ser que la luna está jodiendo. Primer trago largo. Cae Scardanelli, un clásico. Se me sienta al lado, yo no tengo ganas de hablar, así que le paso la cerveza a ver si en una de esas no dice nada, pero no va que el día es tan pesado que Scardanelli lo percibe también, y sin decir ni hola me mira a los ojos,

Nadie puede morir por mí

“Las cosas importantes acaban por llegar a tiempo, aunque sea a última hora y aunque no estén destinadas a la inmortalidad” (Martin Heiddeger)   El detective Congelado estaba parado en la góndola de quesos y fiambres del chino al que iba todos los días. Y vale aclarar que ese "todos los días" dependía de algún cobro de algún trabajo, que poco y nada tenía que ver con su profesión. ¿Profesión? Le había recriminado su ex pareja, pegando un portazo que retumbó en su ya viejo corazón y en todo el largo pasillo de la habitación que alquilaba en Francia y Garay, barrio Rivadavia. Desde aquel día había aceptado – nuevamente – la soledad que lo acompañaba y lo acompañaría hasta que la muerte los encontrase nuevamente, y así seguir con esa única e incomparable compañera mucho más allá. Bien, queda claro que no era el mejor momento de su vida por varios motivos. El principal, en aquel instante, era la imposibilidad de comprar un salame picado fino Cagnoli, que era su favorito y que

Intervalo

"Entre un instante y otro, entre el pasado y las nieblas del futuro, la vaguedad blanca del intervalo. Vacío como la distancia de un minuto a otro en el círculo del reloj. El fondo de los acontecimientos alzándose callado y muerto, un poco de eternidad" (Clarice Lispector, Cerca del corazón salvaje ) Entre un momento que acaba de suceder con todo el peso de la historia, que no es más que la omnipresente presencia del presente, y un futuro que se ve imposible siquiera de ser imaginado, existe un espacio, un territorio, un tiempo, con sus propias reglas: el intervalo. Ese no-lugar, ese no-tiempo, un espacio irresoluto, donde los sentimientos flotan en pausa, donde las decisiones no parecen tener sentido, donde las pasiones no se entienden porque no tienen dónde encausar, no necesariamente es un espacio sin corazón y sangre. Por el contrario, a lo mejor es el momento en donde más se puede sentir que se es apasionado. Pero enseguida llega el tope, el límite, no hay objeto, no hay