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Mostrando las entradas de mayo, 2021

Et nada

  Ya he perdido el olor de los duraznos. Mis ojos ven fantasmas en la gente al pasar.. Ya he cambiado de piel en estos días. Hoy soy otro y cuando paso no me ven. El tiempo al borrarse por mis dedos.   No me duele. Mi cara en el espejo ya no tiene aquel color. Ya no reconozco la calle en que camino. El lugar donde duermo ya no es más mi lugar. Estoy aquí parado, sentado y acostado (Pipo Lernoud)   La otra tarde me encontré con Scardanelli en la misma esquina de siempre. Estaba sentado en la misma vereda de siempre, tomando la misma cerveza de siempre, insultando con sus ojos los mismos baches de la calle Francia de siempre. Su mirada también me decía no tengo nombre, no tengo amigos, no tengo lenguaje, no tengo verdad, como los gritos desesperados de Miguel Abuelo hacia la nada, recitando como nadie ese extraordinario poema de Pipo Lernoud. Pero yo sé que a Scardanelli no le cae bien Miguel Abuelo, porque para él era un "facho con piel de rebelde" y po

Estoy intentando vender un libro de poesía

Estoy casi seguro de que un libro de poesía es un artefacto imposible de vender. Sobre todo si al autor no lo conocen más allá de la esquina de Francia y Castelli, en el queridísimo barrio Rivadavia, donde tampoco se suele hablar mucho de poesía. Y es lógico porque hay otras cosas mucho más importantes, y porque devino la debacle mundial del coronavirus, se murió Maradona y parece ser que ahora los alfajores de Mar del Plata son transgénicos. Entiendo, no es el momento para salir por las calles con este artefacto tan extraño, para ofrecerlo puerta a puerta por tan solo $300. Tampoco tengo la capacidad monetaria como para contratar un equipo de promoción, que pegue afiches por las calles, que bombardee las redes sociales, que prepare una presentación con "todos los protocolos" (que en verdad son un par de cosas nomás: usar barbijo, lavarse las manos, mantener distancia y ventilar los espacios cerrados) y con hermosas fotos de un autor que no es muy simpático, y que mucho menos

Una habitación vacía

 “Una especie de pérdida constante del nivel normal de la realidad” (Antonin Artaud) “Lo que tememos más secretamente siempre ocurre” (Ricardo Piglia, Un pez en el hielo ) “Día horrendo, el día en que no exista sobre nuestro planeta quien escriba versos” (Efraín Huerta)   Una habitación totalmente vacía, con un grupo reducido de personas, que se conocen por haber seguido una trama más o menos parecida. Un cartel que es lo único que llama la atención, sobre un lugar totalmente blanco, sin ningún tipo de abertura u objeto al alcance de la mano o la mirada. Un cartel que dice que la única manera de encontrar la salida es creando algo que no exista. Un mensaje, una pista, que resulta confusa y maldita para quienes intentan encontrar una explicación a semejante pérdida de la realidad. Pero la realidad también puede ser una especie de pesadilla, como despertar en un lugar encerrado, sin manera aparente de poder escapar. Pero la situación propuesta es peor, porque el cartel apor

Más allá hay monstruos

  [...] El timonel tenía agarrada la rueda y el barco se movía, se movía sin que una sola brisa lo moviera. Cada marino en su puesto intentaba tensar los cabos, y no tenía fuerzas: ¡éramos una tripulación difunta, cadavérica! [...] Más fuerte y más terrible seguía retumbando bajo el agua: alcanzó la nave, dividió la bahía y, como plomo, la nave desapareció bajo sus aguas [...] Aturdido por el ruido aterrador que cielo y mar estremecía, mi cuerpo quedó a flote como quien lleva ahogado siete días [...] esta alma mía en medio del mar se sintió muy sola: tan sola que ni el mismo Dios parecía estar entre las olas. (Samuel Taylor Coleridge, La balada del viejo marinero )   Alguien sin dejar rastro comenta una nota de manera virtual, glacial, indicando con una máxima indefendible que “Rodrigo Fresán no sabe escribir”. Leo y paso hacia otro espacio un poco más amable, o por lo menos que yo deseo sea un lugar agradable, por fuera de la lógica del www