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Mostrando las entradas de mayo, 2023

Ceros y unos

  La realidad es reducible a dos componentes básicos, que en realidad son dos números: 0 y 1. A partir de allí: todo el universo que creemos que se expande sin interrupción, aunque realmente se va comprimiendo a cada instante, con cada click, cada vez que deslizamos nuestros dedos sobre la pantalla de cualquier artefacto. Y eso ya revela toda una sensualidad propia de este siglo, unas caricias demandantes y dedicadas, caricias que ningún aparato puede pedir pero que se le dan oportunamente, como marca de ansiedad de toda una generación que, paradójicamente, cree que no está atrapada en esa relación tóxica con las pantallas. Así que la realidad comienza a reducirse sustancialmente: es una pequeña ventana digital, un resumen comprimido de imágenes que descartan cualquier otro sentido. Menos la vista y….sí, el sentido más estimulante de todos, a la vez que el más confiable: el tacto. En otros tiempos, no tan lejanos, estos mismos aparatos tenían pantallas que solo se miraban, y eso funcio

Esto no es un manifiesto

Existen todas esas cosas que están destinadas a trazarnos caminos que aparentan ser obligatorios. Les pueden poner el nombre que quieran, pero la realidad es que ahí están, que se construyen desde el convencimiento –casi- unánime, previo a la conformación de la identidad dentro de cualquier sociedad.   Y basta con que una parte importante de la gente las crea, para que estas cosas funcionen como verdades indiscutibles. Así se fabrica la realidad, más allá de la lógica y la objetividad que, por ahí, también suelen estar direccionadas, falseadas de fábrica. Por lo pronto, no habría manera de escaparle a la trampa, porque si la verdad está coaptada y la lógica maniqueada, el sujeto queda a la deriva. Propuesta número uno sería: des-sujetizarse, vale decir, romper las ataduras con las convenciones que nos llevan a acomodar todas las cosas de la misma forma, todos los días. Vale decir, dejar de agachar tanto la cabeza, mirar con un poco más de atención el sol, y no para sonreír y congraciar

Pozo

*Antes de trabajar en algo nuevo, resulta necesario pararse sobre aquel día en que cambió todo lo que consideraba vida. O rutina, que es una suerte de estancamiento de la vida, un pozo profundo pero lleno de algunas comodidades y sentimientos que pueden llegar a engañar, y que de repente pasen décadas y…alguna tarde, a lo mejor, el cimbronazo y vuelta a empezar con ese proyecto que llamamos vida, a falta de originalidad nominativa. Ojo, que tampoco estoy diciendo que quedarse en el pozo sea algo negativo. Por el contrario, si se encuentra un pozo lo suficientemente profundo y agradable, no hará falta continuar con otro camino, en el camino. A decir verdad – o a mentir lo menos posible- lo que primero descubrí fue que el pozo es pozo, un freno a eso que intentaba encontrar para no arrepentirme mucho tiempo más, porque el arrepentimiento sucede en todo momento, y se expresa siempre en presente. Es presente. Un pozo. Lo segundo que aprendí fue a sacar tanto pronombre cada vez que me meto

Insoportable luna

Hay cosas misteriosas que escapan a mi pobre comprensión, y la mayoría de ellas se van a quedar ahí, como meros misterios. Y entre todas estoy yo, un objeto verdaderamente incomprensible. Y lo bueno de darse cuenta de las cosas superfluas, lo que me permite estar aliviado, ya no voy a mal gastar el tiempo en pensar en mí, y lo siento mucho por mi (ahora ex)analista. Sí soy consciente de que el hecho de haberme alejado del barrio Rivadavia generó otro espacio aún más significativo, más poético, y –paradójicamente- muchos más cercano a la realidad: el barrio Rivadavia . Atravesado por ese lugar simbólico, tal vez lo único que me representa cabalmente, ahora salgo a caminar por la costa, en un barrio que no es barrio, sino más bien un archipiélago turístico. Más poblado por estructuras que por seres humanos, que en verdad son pasajeros en trance, todo el tiempo. Fantasmas de ambientes más o menos cómodos, que también suelen padecer de insomnio como yo. Pero no son mucho de salir a caminar