Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de febrero, 2021

¿Cuántas veces soñás en una sola noche? ¿En una semana? ¿En un año?

  - Primer sueño - Sabías que era una trampa. Hiciste todo para que lo pareciera, a pesar de tu silencio. Ahora estamos atrapados y es probable que no podamos salir. Y sin libertad, sabés muy bien, no se puede estar, no nos corresponde algo así. Lo natural, si querés, sería que volemos un rato, que sintamos el aire en nuestros pulmones sin que nos destruya... Lo que pasa cuando no hay libertad es que los tobillos se agotan y no necesitan caminar Lo peor es elegir esa costumbre, la de la falta de libertad. Entonces aparecen todas esas ciudades pintadas de colores brillantes, con las marquesinas enlatadas y reproducidas hasta el hartazgo, y nos vemos al final de un callejón, el mismo donde se han cansado de violar a todos los animales de este asfalto,   este , lleno de basura, de restos de cosas que ya se dejaron de usar para eso, porque ahora sirven para algo bien distinto. Como nosotros. Ya no nos podemos usar como antes, cumplimos otras funciones, que es seguro que mantengamos

Existen especies que no cambian al llegar el invierno

  Tarde de día soleado en el barrio Rivadavia. Aunque calculo que debe haber pasado lo mismo en todos los rincones de la ciudad, al menos, en este hoy. Y lo loco de pensar que mientras me arde la cara por acción directa del despiadado sol de febrero, sé que hay mucha gente que no puede hacerle frente a una ola de espantoso frío. De ahí todas las teorías y discusiones sobre el cambio climático, con sus ciegos negadores y sus fervientes combatidores. Pero no es de eso que quería escribir hoy. ¿Por qué será entonces que no puedo evitar los desvíos, los desvaríos? Creo tener una probable respuesta. Es porque se trata de una propuesta de juego, podemos llegar a llamarlo “cachito de literatura en la tarde”. Me entusiasma – acá freno un toque para tomarme un trago de cerveza – esta idea del juego. No digo que la literatura sea “jarana”, como a varias personas les gustaría que sea. Quiero decir, tampoco me puedo hacer tanto el boludo, por respeto a Sartre y etcétera. Está la literatura comprom

El atroz reinado de un viejo dios

  Gastado, como una pila sin ganas, entró en ese mágico mundo del autoconocimiento. Rápidamente se sintió un poco viejo y deprimido. Más lentamente empezó a notar que ya se había olvidado de demasiadas voces, muchos rostros, incontables palabras. ¿En qué momento se había comenzado a degradar tanto? Buscó los rezos de siempre, las plegarias que lo animaban diariamente, pero no las entendió. No comprendía cuál era el tiempo al que se estaban refiriendo. Escuchó algunas confesiones que le parecieron demasiado irritantes, nada nuevo bajo el sol, porque el sol no tenía nada abajo. Corrió por el prado más verde y encantado que se podría imaginar hasta el más enfermo de sus creyentes, vio pasar incontable cantidad de corderos, pero no tuvo ganas de sacrificios. El manantial vinoso para escanciar le dio un poco de asco, y todo ese orden paradisíaco parecía atentar contra el futuro inmediato de su esplendor divino. Quiso apagar las luces en pleno mediodía y sacarle brillo a tanta estrella, a ta

La actividad de la memoria del narrador

  Voy a empezar contando un sueño que tuve hace un par de noches, y que desde ese momento no me permite volver a dormir. ¿Me habrá generado un trauma? ¿Una fobia, tal vez, al hecho inevitable de cerrar los ojos y apagar el cerebro por un rato? Veremos próximamente. Por ahora, me voy a limitar a confesar este sueño, que pareció tan real como el insomnio con el que escribo ahora – y vaya una aclaración por acá, tratar de acertar una oración o un párrafo con tantas horas sin dormir es una epifanía que no sucede con frecuencia, lo que quiere decir que esta reflexión/confesión va a estar bastante mal escrita, como si estuviese anotando frases sin sentido un día antes de ser fusilado – y que me trajo otros inconvenientes, tal vez, peores. Resulta que soñé con Marcel Proust. Sí, ya sé, un sueño un tanto snob ¿no? Pero no lo estoy inventando para pasar como pseudo intelectual, porque bien podría haber soñado con Carmen Barbieri o Flavio Mendoza, lo mismo da. Es más, ojalá hubiese soñado con cu