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Mostrando las entradas de agosto, 2022

El sentido

Todo tiene sentido si uno se esfuerza en encontrarlo, como si se tratara de la resolución de un enigma imposible: salir de una piecita en el barrio Rivadavia, caminar hasta Jara, cargar la tarjeta del bondi, tomar el 554 y no morir en el intento de cruzar la avenida. Eso requería de un esfuerzo sobrenatural para ser tenido en cuenta como “vida”. Había que ponerle ganas para encontrarle un sentido. Sin embargo, el Yo que dice yo tenía claro que aquel era su lugar en el mundo, ya hasta se sentía cómodo en esa esquina. La de siempre, que tampoco hace falta nombrar con tanta recurrencia. Scardanelli ya estaba desde temprano, comentando el último asesinato en el barrio. Los detalles, el revuelo, las consecuencias y la visita del intendente al velorio. ¿Y con esa geta de piedra qué se supone que deberían hacer los familiares del muerto? Eso pensaba la China, que no soportaba la hipocresía de los políticos de maquillaje. El otro seguía y se escudaba en que solo narraba los hechos, casi objeti

Y si llueve, que sea con calma

Nunca hay que escupir para arriba, porque para qué explicar lo que podría llegar a pasar, por acción de la física, por motivos gravitacionales, porque hay salivas que son muy espesas. Y hablar, como por suerte – todavía – respirar, es gratis. Todos movimientos naturales, que salen sin que haga falta ejercitarlos demasiado. Escupir, hablar…Todo lo que uno es capaz de realizar en cualquier tarde de invierno, pero de un invierno que funciona como proemio de primavera, porque ya es hora de empezar a descongelar esos corazones perezosos que quieren evitar enamorarse, ya que es la primera causa de muerte en la población mundial, incluso en Marte y en Júpiter, donde además esta semana descubrimos que hay más tormentas que cualquier otra cosa. De eso se trataba la tarde en la esquina de siempre, barrio Rivadavia, Francia y Garay. Un paredón y Scardanelli jugando con su celular, mientras toma una cerveza que seguramente alguien más compró y le dejó por hartazgo. El juego en cuestión es un simul

El lugar más seguro del mundo

Cada cierto tiempo volvía esa noticia de que Argentina era el mejor lugar del mundo para estar, solo si sobreviniese una guerra nuclear en todo el mundo. Y mucho más precisamente, el barrio Rivadavia era lo más seguro dentro de lo seguro, porque en ese pedazo de tierra elegida ningún cohete podría hacer pie, ningún misil llegar a detonarse. Todo por falta del combustible suficiente, porque claro, son épocas de ahorro y la guerra no es una excepción. Entonces, ¿para qué carajos gastar un peso en apuntar los misiles al barrio Rivadavia? ¿de qué serviría atacar al chino de Jara o a la sede del club Racing? En eso venía pensando el Yo que dice yo, camino de la esquina donde lo esperaban la tarde ventosa y una birra, Francia y Garay. Sería que ya no valía la pena ni siquiera una amenaza al barrio, por la inercia que lo caracterizaba desde tiempos inmemoriales. Por ejemplo, San Martín no había pasado ni de cerca por el barrio Rivadavia. Las bolas, habrá dicho, yo me voy para Francia y arrégl

¿No será todo un pozo?

Tarde de invierno – todavía – en el barrio Rivadavia. La esquina citada todas las semanas, Francia y Garay, el lugar que no vale la pena ni para un meme. Los personajes que van llegando, hasta que es lo suficientemente tarde como para dejar de hablar un rato, tomar la cerveza hasta el fondo y mirar lo que se pueda del cielo, esperando un futuro totalmente incierto, como suelen ser todos los futuros. Cualquiera de los tres personajes se pone a estornudar, y los otros dos se ríen, porque ya es tarde para reclamar por coronavirus, así que le piden al estornudador que se deje de joder, que hay inviernos que ya no existen por decreto, que ya todos esos daños pasaron, pero dejaron grandes rastros, huellas hacia atrás. ¿Y qué hay con la Historia y su necesidad de moverse en dos direcciones? Nunca basta, para ninguno de los tres personajes de esquina, ir hacia adelante o hacia atrás. Un dato de la realidad les dice que volar tampoco se puede, entonces solo queda un movimiento sublime. El arque

Asesino

El secreto está en definir el origen. En definirlo y defenderlo hasta que no se pueda más, hasta que los dientes estén a punto de estallar, como en un sueño, o en una pesadilla. ¿De dónde venía todo eso? No tenía ni una idea remota, pero se sentía un poco como expatriado de su propio ser. Algo raro de experimentar, mucho más difícil de explicar. Estaba siendo otro, pero seguía siendo él. Y no, para nada, las drogas ni alguna otra sustancia tenían algo que ver. Eso quedaba en otros tiempos, en los que, al contrario, sentía todo bien parado. Pero ahora no, el ahora era un cuerpo en un espacio que no podía ser sentido en plenitud. Tendría que ver con su identidad borroneada, una suerte de rostro indefinido que lo llevaba a pensar que su propio yo había sido exiliado, enviado más lejos, corrido de un centro que no podía recuperar. Pero estaría la sensación de que sí había un centro. Un pasado, unos sentimientos, unas sensaciones, una pila de recuerdos. La infancia como lugar al que orbitar