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Mostrando las entradas de marzo, 2023

KO

“Subite a pelar vos a ver qué hacés, ¡culeao!" (Fabio “la mole” Moli le habla a un plateísta que lo abuchea, luego de perder por KO a los pocos segundos de enfrentar al campeón mundial de pesos completos, Wladimir Klitschko, el 30 de agosto del 2003 en Munich)   El dólar ilegal marcando casi cuatrocientos mangos, el estado depresivo de la Power Ranger rosa, Messi gambeteando jugadores amateurs de una isla turística, un expresidente bajándose de una candidatura en la que no estaba subido y sin que nadie se lo pida, Quico y su cruzada contra las vacunas del coronavirus, el presidente cenando con banqueros yanquis mientras explica por qué deberían prestarle atención aunque no lo vaya a votar nadie, un par de poemas que dicen cosas que ya había escuchado ayer, otro granador de Gran Hermano que sostiene a la televisión en épocas de crisis, la nueva película de Netflix que promete desbancar al cine por completo, y otro tipo de paradojas que llegaron esta semana al corazón del barrio

La casa del olvido

El mundo se te da en fragmentos/ en astillas : y algo así es la poesía, juntar fragmentos, pegar astillas, despegar desde una frase hirviendo en el techo de chapa de una casa que es un aguantadero, un ejército de noctámbulos que nadie quisiera para planear ningún futuro, un agujero negro social donde… La realidad & el Deseo se revuelcan/ se destazan se desparraman una sobre otro ..y forman un amasijo que es con lo que se construyen cada uno de los versos, que en verdad son anotaciones algo aleatorias, que se desplazan sobre cuerpos sudorosos y mal cuidados, despreocupados de una vejez que les es completamente ajena, y que mejor ni mirar cuando el gallo indica que la hora estandarizada llegó una vez más para trazar sus largas curvas, un espacio donde la tierra nunca es firma, porque nunca lo fue ni lo será, todo lo sólido es mentira, ni siquiera se desvanece -lo siento por eso estimado Marshall- y tampoco si

Sobre el clima

Universalmente, más allá del planeta que podamos estar habitando, el primer tema elegido para hablar entre dos seres más o menos pensantes, con cierta inclinación hacia la comunicación, con cierto sentido de amabilidad, con algo parecido a la voz, con un cachito de capacidad de entendimiento, es en todos los casos el estado del tiempo. Hablo del clima, por supuesto. Que si llueve, que la humedad es terrible, que “viste que para hoy pronostican cuarenta grados a la sombra”, que mañana sale el sol, que mejor abrigarse por la ola de frío (eso es una expresión de deseo personal, puesta en palabras acá) y un largo etcétera, lleno de lugares comunes que nos ayudan día a día a entablar conversaciones que no tienen mucho sentido, más que el de decir algo para llenar el espacio de silencio con otro/a/e. Y que además funciona para romper el hielo, para comunicarse con quien no tenemos tema en común, para hablar por hablar. Recién en un comercio, del cual prefiero no dar mayores precisiones, escu

El modo Atlanta

En una de sus novelas, Tom Wolfe habla del "modo Atlanta”. Quiere decir, de la ciudad yanqui que se llama Atlanta. Y que tendría tres sectores bien definidos, al menos electoralmente, porque es un político el que habla por el autor. El primero, el núcleo duro de los afroamericanos del sur. Y ahí hace una primera parada para explicar el momento exacto en el que políticamente se crea esa coyuntura, quienes usan el término discriminatorio de “negro”, y el nuevo enfoque progresista “afroamericano”. Digo progresista por ponerle un nombre de la política actual, para que se entienda. La novela es de fines de los ochenta, principios de los noventa. Vale la aclaración junto con la imprecisión, porque una novela es un proceso creativo que puede extenderse por años. En el segundo espacio, se ubicarían los blancos del norte de Atlanta, un grupo mucho más reducido que el primero, pero que no representa la totalidad de la gente adinerada y con poder. Entre medio, o yendo y viniendo, un montón d

Final de temporada

Ok, voy a tratar de ser lo menos estúpido posible para decir las cosas que tengo que decir. Corrijo, para escribir las cosas que quiero escribir. Porque pasaron un puñado de días del ex año nuevo y resulta que a mitad de semana, con un calor que raja el asfalto, alguien decretó que se terminó la temporada, y a otra cosa la ciudad, a otra cosa el barrio Rivadavia. La vidriera turística se empieza a desmontar  y, como pasa todos los años, la retirada es bastante salvaje, se “revientan” los últimos autos de alta gama y muchas familias se movilizan para otras tierras más fértiles, donde seguir siendo explotadas por unos cuantos mangos para poder parar una olla cada vez más difícil de parar. “¿Y viste cuánto sale una miserable cartuchera para la escuela de la piba?” Y bueno, qué querés, por lo menos hay laburo, siempre y cuando te dejes seguir explotando y vayas pagando algún tipo de cobertura social o jubilación, tipo monotributo, o simplemente ir metiendo alguna moneda en una caja de zapa