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Mostrando las entradas de julio, 2021

Resistir

“Imagínate, dicen, se agarraba a esos harapos malolientes como si fueran su tesoro más preciado. Pero lo eran, lo eran: eran todo lo que le quedaba. Cuando se los sacamos le arrancamos el alma, y solo le dejamos ese cuerpo desnudo, y limpio, y peinado; ni siquiera la tierra que llenaba sus arrugas le habíamos dejado. Hacía bien en chillar, y pelear, y morder la india vieja. Hay momentos en que una se agarra a lo que sea, a su locura, a su vicio, a su mugre, como si fueran las propias entrañas; no porque sea valioso, no porque sea útil, sino apenas porque tiene que haber algo que no puedan sacarte” ( La jaula de los onas , Carlos Gamerro) El lugar de la resistencia es un espacio que construimos para definir nuestro punto de pertenencia. Desde allí, nos paramos para asomarnos al mundo, que muchas veces puede ser tremendamente hostil, o sospechosamente condescendiente. Y que se me disculpe el maniqueísmo, el binarismo caprichoso, pero estoy tratando de enfrentarme a una idea. Para cualq

Sombra acercándose

  “En mis fotografías no hay puntos medios, me expreso a mí mismo y a mi corazón” – Fan Ho   Estar en el momento preciso, observando la escena justa, con los personajes necesarios, en un contexto totalmente adecuado. Y que todo eso sea lo suficientemente relevante para ser pasado por el tamiz de la propia sensibilidad, el punto de vista del artista. Algo así, pero con otras palabras y en chino, decía el fotógrafo Fan Ho sobre su manera de encarar la fotografía. Por supuesto que vale para cualquier tipo de arte. El lugar, el personaje ideal, la situación y el espíritu, toda una conjunción virtuosa que suele terminar bien en las manos correctas. No sería mi caso, no sería este atardecer de invierno primaveral en el barrio Rivadavia. Y no porque no haya todas esas cosas que Fan Ho encontraba en las calles de Hong Kong, acá en Mar del Plata. Al contrario, todos esos claroscuros, esos asfaltos mojados y desoladores, esos paseantes solitarios y con cabezas gachas que pueblan las fotos de

Confesiones de yo

  Ante la acusación tan abrumadora, bueno…mejor empezar a dar explicaciones a modo de confesión: 1-   Era, si mal no recuerdo, un martes trece a la tarde. Había sol, sí, pero hacía un frío de cagarse. La playa estaba bastante desolada y el mar bien planchado. Había dos lanchitas pesqueras, de las amarillas, o buques o como las llamen, que andaban cerca de la costa, como si los peces se intentaran esconder sobre las escolleras. Una locura, maniobraban como si fuera que estuviesen en una bicicleta. Habré estado, no te quiero mentir, dos horas mirando todo ese espectáculo. No, peces no pude distinguir ninguno, pero de seguro habría una buena cantidad. ¿Cardumen, no? Exacto, eso, una comunidad de peces que se habían avivado. Ojalá nos pasara un poco más eso, de juntarnos para protegernos y avivarnos más, porque la naturaleza es sabia y no perdona. No es que nos ponga a prueba, nos sacude con lo que tiene porque la estamos haciendo pelota. Pero bueno, no me quiero extender en reflexiones

OTRA PARTE

La vida es más divertida cuando uno desea algo, y se deshace de todo...con tal de conseguirlo ( Reiji Miyajima en Kanojo, Okarishimasu)  Esta parte ya no tiene nada que ver con Aira. A lo mejor, tiene que ver con la lectura enfermiza de Aira. Es un escrito más, de esos que no puedo dejar de vomitar. Seguro se acerca más al estilo de una confesión, bien religiosa o de diván, con cura o analista. En cualquiera de los casos, se trata de hablar un rato para poder salir de algún espacio con la conciencia más tranquila, o la cabeza despejada, o con la idea de que hay que ir a comprar un par de remedios con la receta que se obtuvo, tomarlos a la noche y luego descansar a ver qué pasa. Pero al otro día el camino continúa inverso, entonces hay que esperar una semana para poder volver a vaciar un poco, evitar el colapso, y seguir llenándose hasta que en algún momento, y con suerte y el apoyo de la palabra de alguien más, el cuento se termina. Con un final, y punto. Pero es un punto final que tie

Horizonte de fuego

  El pasado es la única forma del tiempo que condesciende a objeto del pensamiento; se hizo pasado para ser pensado, se deslizó al campo de los signos, volviéndose condición de emergencia de todos los signos. Es modelo, diagrama y miniatura del tiempo, arte del tiempo. Podemos leerlo, pero como leemos los libros que más amamos; sin entenderlo. (César Aira, "La ola que lee") Y es verdad y muy posible que el pasado sea el tiempo de la literatura. Yo escribiendo "yo", en un presente que ya está consumido, por eso se escribe, para no perderlo del todo, para que se extinga más despacio. Desde otra galaxia llegan todas esas voces que actualizamos en la lectura y que nos catapultan a un futuro que será de escritura, de pensamiento, que será pasado. Aunque no debería pensar en eso ahora, porque hace demasiado frío y queda mucho para que empiece a encenderse la parte del año que tanto añoramos, la de los días tibios, la de los días cálidos. En el ambiente hay como una sensa