Rojo

 


      ROJO 

Borrosa noche muy fría

y con aliento de sangre,

unos baches memoriosos 

que entierran todos 

nuestros recuerdos 

de condes y vino tinto,

cabezas blancas en ayuno

siempre listas para el sacrificio

-reviente-

¿Quién puso esa música

de mierda?

Glenn Gould en su banquito

 de siempre 

odiado por el ruido de una mosca

y exiliándose en algún rincón

de este barrio que nunca habitó 

pero que de seguro imaginó

en su última noche,

cuando casi volvió a tocar el piano

para su perro,

que ya había olvidado

que estaba ahí,

la noche sirve para eso,

para volver tarde por un viejo

y muy conocido camino

que de tan predecible 

obliga a tumbar las puertas de la percepción

-volarse la peluca-

para imaginar otro Reino

-¡Isekai!-

llegar pasado, pasadísimo

con un cuerpo transformado,

los restos de gritos y exageraciones

dando vueltas en esquinas muertas

con pobres víctimas de esa noche fría

señaladas como peligrosas

porque... salió en el noticiero

¿No era que iban a cambiar esas cosas?

Acá las cosas cambian para siempre

pero más adelante,

como para cuando...

¡Ah! casi me olvido:

apareciste tarde,

justo a tiempo para alguien 

que no era yo.



****de fondo y de frente:







No hay comentarios.:

Publicar un comentario

El príncipe de Persia

Saltar, pasar en zigzag. Supongamos que un príncipe Persa cierra los ojos mientras le cae una bomba en el medio de la cabeza, y todo estalla...