“Son
tiempos de mendigar, tiempos de robos. Días de cabalgar por donde no cabalga
nadie salvo él” (Cormac McCarthy, Meridiano
de sangre)
1)
Recordarás.
2) Hay un
olor fuerte, ahora, como cuando aquella mujer, antes, tiempos distintos unidos
por eso, un olor fuerte, intenso.
3) Lo que
sigue igual, y que parece que no va a cambiar: Yo. O, mejor dicho, el Yo que
dice yo. Incapacidad de salirse de ahí.
4) Y esas
experiencias, personas y objetos, que como si fuera magia, puedo cambiar
fácilmente, o intercambiar aunque no tenga las ganas suficientes.
5) Si el
deseo fuese ley nadie habría superado la infancia. Hay una imposibilidad allí ¿Cómo funciona?
6) Como las
tardes con alerta meteorológica color naranja. Se escucha - ¿o se siente? – un viento
fuerte, se ve -¿o se huele? - un cielo gris oscuro, todo junto y en un mismo
instante. Pero la lluvia nunca llega, como la revolución.
7) Moraleja
– porque siempre hay alguna en las historias -: ¿De eso se trata funcionar?
8) Ahora,
el olor no se quiere ir. Por más que lo desee o tire desodorante de ambiente o
prenda un sahumerio o me tome una botella de vino. ¿Estaré tomando mucho vino?
Algo curioso, tanto el desodorante de ambiente como el sahumerio son sabor
lavanda.
9) No me
gusta la lavanda, nunca nos gustó.
10) Pero tu
tranquilo, alguna vez alguien me dijo esa frase, y la verdad que es lo peor que
se le puede decir a una persona con furia o ataque nervioso o lo que sea. Son
esas frases que mejor guardar en el cajón para sacarlas todas juntas un domingo
en el que no se trabaje, ni se salga a la esquina a dar la vuelta por dar la
vuelta nomás. Tu tranquilo y te sales a dar una vuelta, a tomar aire, te vas a
sentir mejor. El aire no tranquiliza a nadie, porque es algo que nadie sabe
cómo se originó, además arrastra partículas, la mayoría de ellas altamente
contaminantes. Tomar aire genera mayor intranquilidad.
11)
Desearía que respires bien, que no te angustie tanto el futuro, que no vayamos
a buscar tanto y tan seguido el pasado.
12) Con el
presente no se come.
13) Hay una
novela – o varias – de Cormac Mcarthy, en la que unos personajes bastante brutales
se mueven en zonas desérticas, uniendo pequeños poblados con su lenguaje de
violencia y sangre. Pero no es que lo lleven ellos exclusivamente, como un
virus contagioso, porque eso transformaría la novela en una de zombies, como la
biblia. No. Todo ese universo narrativo está infectado de aquello, de sus
gestos y acciones tan terribles. Frontera de Méjico y Estados Unidos, violencia
y crueldad históricas, desde el siglo XIX hasta hoy. De ahí también surge una
literatura. En este, su aporte, Cormac cuenta la historia de un juez
caprichoso, tan despiadado como inescrupuloso. Algo así también escribió Carlos
Gamerro en El sueño del señor juez,
pero en otra frontera, la del interior argentino en el siglo XIX. Relatos sobre
la arbitrariedad del poder, encarnada en lo que podríamos llamar “fuerzas
judiciales” – o “fuerzas del cielo”, para actualizar y politizar la lectura-.
14) Cada
época tiene el Dios que se merece.
15) Verbo
equivocado. Cambiar merecer por inventar.
16) Barrio
Rivadavia, semana de pascuas y despidos aleatorios con escasa justificación. La
casa está…siendo rematada al mejor postor. Y a eso se le llama “libertad”.
17) Algún
día se va a ir ese olor. No quiero que se vaya ese olor.
18) A pesar
de todo, no recordarás.
*y para completar:
*************************Humildemente, Jmnp, el Yo que dice yo********espero no te olvides de mi*********
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