Llorar, reír, volver a dejar que de las mejillas se caigan esas gotas de agua salada, que vaya a saber por qué motivo mágico insisten en salir en algunos momentos muy extraños, o como le suelen decir “especiales”, pero de especial yo solo conozco un sabor de pizza que hacen y muy rica en ese lugar de pizzas del barrio Rivadavia que no puedo nombrar porque no sé si está habilitado, y como todo lo que es más o menos ilegal me cae muy bien, porque yo soy una persona más o menos ilegal, que un día se lanzó a escribir y nunca encontró su orilla, vaya a saber qué mierda significa eso, lo de hablar de orillas siendo un habitante de ciudad con playas, con costas, con balnearios y mucho negociado para poder ser millonarios en medio de la pobreza más grande, esa fatalidad de ser Sudamericano, aunque hoy me enteré de que tal fenómeno se repite en todos los costados del mundo, aunque ya no se pueda hablar de clases sociales, de pobres y de ricos, de explotadores y explotados, porque la inteligencia artificial pasa de Carlos Marx y de la sociología, porque un poco hay que hacerse el boludo como filosofía primera y última de nuestros tiempos, es así que mejor cagate de hambre como siempre pero no pienses mucho en la injusticia que eso conlleva, no jodas las buenas formas de la modernidad siempre infame, no atrases con tu salario de mal agüero y mejor comprate unas monedas virtuales y tiralas a la basura de esos grafiquitos marca trader que nunca lucen como una buena ganancia, yo prefiero la pizza concreta especial, la que se puede masticar y agarrar con las dos manos porque la mozzarella se cae de tan aceitosa que está, y ya empiezo a tener hambre y sé muy bien que no soy nada original, porque tiene hambre más de la mitad de la población mundial, y otra vez no jodas con eso Juan, ya pasó el tiempo de quejarse y señalar injusticias, la maquinaria se aceitó y ahora son tantas las desigualdades que resulta imposible señalar alguna, tanto mejor es pasarte para el lado de los ganadores pero sin poder tocar el premio, como si festejaras que otro se come la pizza pero vos te quedaste afuera, imaginate que ya no tenés hambre y que en tu trabajo te pagan más o menos bien, y si mañana no tenés más cobertura médica lo siento y a ponerse en la fila para que un cardiólogo te atienda en el barrio, te den un numerito y te llamen la semana que viene para decirte: “aguantá hasta diciembre que te tocó el turno, tratá de no agitarte demasiado y comer con poca sal”, gracias a todos por tan buenos tratos y esa atención inmediata para anunciar lo que ya sabía desde el primer día que fui consciente de la existencia de la avenida Jara: estoy cagado, bien cagado, y me voy a pasar el resto de la vida esperando encontrar eso que me va a matar, llamada al servicio de asistencia al suicida y alguien que atiende y que te pregunta si por casualidad no tenés un par de dólares para vender, y que hace dos años que no se toma vacaciones porque por ahí te rajan por ser un vago, aunque la situación es mala porque el sueldo no alcanza, ¿entonces para qué mierda seguís ahí?, lo que pasa es que el miedo todo lo puede y los que manejan las cosas lo saben perfectamente, ellos sí que saben que hay clases sociales y que mejor estar bien arriba, y cagar a los de abajo porque ese es el único Sistema posible, uno en el que solo ganan dos o tres y pierden millones, y las cámaras siempre mostrando el sufrimiento del perdedor porque para eso existe el deporte profesional, no interesa mucho sentirse como el ganador sino ver con atención esa otra cara, el sentimiento del fracaso y una mezcla de empatía, goce y miedo por tratar desesperadamente de no estar de ese lado, lado oscuro lado claro, nadie debería discriminar pero es el ejercicio favorito de la humanidad, imaginate cómo te pueden llegar a mirar a vos con la media rota, mi vieja siempre me retaba por eso y digo hoy que sí tiene razón, me miro los pies y las dos medias tienen agujeros, y claro que no llego ni a mitad de mes porque escribir es una profesión mal paga en la esquina de Francia y Garay, y resulta que yo trabajo ahí, es mi oficina, y tengo apenas una cerveza de marca vaya a saber qué, y no, para nada, no tomaría esas otras que se creen gourmet porque me hacen vomitar, no soporto ni los nombres, y qué es esa música que no dejo de escuchar todos estos días, ¡cierto! es Courtney Barnett que me parece lo más genial que dio este mundo al menos hoy, pero hoy no me siento nada bien, tal vez me pegó mal el FMI o esos dueños de locales que como hay colectivos funcionando un día de paro obligaron a ir a trabajar a sus empleados, porque es por su bien el trabajo dignifica, pero resulta que lo único que dignifica es la billetera del patrón, esa billetera llena de aportes nunca pagados, de evasiones calculadas con la contadora, deporte nacional de todo buen habitante de la ciudad feliz, una evasión que servirá para comprar gilada, para que sus hermosos hijitos se la peguen el fin de semana, o para vaya a saber qué otra estupidez en la que se suele gastar el dinero que no se comparte, porque a quién carajos le importa que tanta gente se muera de hambre en el barrio, mirá si vas a vivir preocupándote por todo, es claro que si hacés eso te morís de cáncer a la semana nomás, la vida es una sola y mejor hacerse el boludo, tal vez la única filosofía que puede ser de alguna utilidad en estos tiempos, insisto, tiempos cagados para los de siempre, como dice el refrán “cuando los cuernos de la luna están apuntando arriba significa buena suerte para los ricos, y cuando los cuernos de la luna apuntan abajo significa mala suerte para los pobres”.
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************************humildemente, Juan**********ayer soñé que estaba cagando en el baño y no tenía papel higiénico********ojo, eso puede ser algún tipo de señal******
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