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Final de temporada


Ok, voy a tratar de ser lo menos estúpido posible para decir las cosas que tengo que decir. Corrijo, para escribir las cosas que quiero escribir. Porque pasaron un puñado de días del ex año nuevo y resulta que a mitad de semana, con un calor que raja el asfalto, alguien decretó que se terminó la temporada, y a otra cosa la ciudad, a otra cosa el barrio Rivadavia. La vidriera turística se empieza a desmontar  y, como pasa todos los años, la retirada es bastante salvaje, se “revientan” los últimos autos de alta gama y muchas familias se movilizan para otras tierras más fértiles, donde seguir siendo explotadas por unos cuantos mangos para poder parar una olla cada vez más difícil de parar. “¿Y viste cuánto sale una miserable cartuchera para la escuela de la piba?” Y bueno, qué querés, por lo menos hay laburo, siempre y cuando te dejes seguir explotando y vayas pagando algún tipo de cobertura social o jubilación, tipo monotributo, o simplemente ir metiendo alguna moneda en una caja de zapatos, porque te digo una para que te quede fija, por las dudas: los bancos ya nos cagaron varias veces, y por más linda que pongan la sucursal, por más simpática que sea la propaganda que insista en Youtube, bueno, ya sabés, van a seguir siendo los mismos garcas de siempre, garcas que ahora tienen un par de partidos políticos y potenciales candidatos a manejar el Ministerio de Economía, lugar que planean alquilar al Fondo Monetario Internacional, para favorecerse con la venidera devaluación y ajuste salvaje…y van unas cuántas, unos cuántos, siempre programados por los ganadores de todas las batallas, de todas las grietas o como quieran decir. Y se apaga la luz de la temporada número no sé cuánto de esta serie que se podría llamar “Mar del Plata y si la cosa funciona”, con un director que pocas veces da la cara, y un montón de actores y actrices que pasan del drama a la comedia con un gesto exageradísimo, y todo condensado en apenas unas horas. Todavía queda alguna familia viviendo en la calle, con algún que otro menor de edad cuidando coches por la madrugada en que otros pibes más afortunados festejan eso del “último primer día”. Algún otro hace malabares con cuchillas o salta desde el techo de un auto arriba de una pila de vidrios de botella de Gin, para juntar algo más que sangre, antes de seguir camino a vaya a saber dónde. Francia y Garay, destino final, y otra tarde de calor insoportable, otra tarde en la que unos pocos se pasean en autos con aire acondicionado y otros muchos viajan como ganado en un colectivo que debería ser diez, si uno hiciese el cálculo debido, si el empresario garca número “x” utilizara el subsidio nacional-provincial-municipal como es debido. Pero no, mejor no hablar de ciertas cosas, como decía Luca. Aunque eso suena viejo y algo esperanzador, sería más adecuado decir: ¿Para qué carajos hablar de ciertas cosas, si nadie va a escuchar? Y sin embargo ver que todavía hay mucha gente que quiere creer en algo, y también ver que nadie parece estar en sintonía con ellos, más que un par de noenazis despeinados, ahora disfrazados de superhéroes berretas, que simulan pelear contra grandes villanos, y lo único que prometen es vender el país mucho más rápido que sus archirrivales, miembros de una casta de políticos que no saben bien por qué rumbo están apostando. Y mirá que los balnearios ya se están desarmando y que van quedando la mugre y los mismos baches de toda la vida, y esos canales de televisión que juegan a que dicen algo importante, y esos editoriales de radio que piensan que mueven alguna cosa, cuando en realidad lo único que les incomoda es no poder tomar un café más a la semana en la Fuente de Oro…¡Qué indignación!...Y sálvese quien pueda de la educación pública, que mejor ni caer por ahí, mucho más top es entregar a l@s pib@s al cura violador de turno, porque ahí sí que les enseñan a creer en cosas que no existen, pero que se hacen pagar  muy bien. Ya saben, papis, Dios quiere a todos por igual, pero alguien tiene que sudar por el esfuerzo. Querer es un trabajo 24x7, y hay que saber cobrarlo adecuadamente. Eso sí, la segunda ostia va con un 20% de descuento, y te suma unas cien millas para el próximo viaje al Vaticano, donde yacen los violadores más top del catolicismo, los que fueron perdonados y protegidos debidamente, al lado de los neonazis, o no tan neos a esta altura. Pero tampoco es que todo sea culpa de la religión o de la política o del empresariado explotador o de los medios de comunicación, porque también en todas las temporadas tenemos a nuestro personaje representante del poder judicial, con bigote videleano y todo, siempre dispuesto a sacar una cautelar para defender a un violador, o para frenar algún derecho conquistado, porque para eso existen los jueces: para favorecer a los que mandan en la cima de la cadena alimenticia de nuestra amada ciudad. Y qué bonito que dejaron el charco de Parque Camet, ni se hubieran molestado, porque lo que queda más o menos bien se remata al mejor postor la semana que viene. Y no me digan que todo es culpa de las instituciones, porque cada uno de nosotros también aporta su granito de arena egoísta e individual, porque si te acomodaste en ese lugarcito bien ahí y hacete el boludo, y si te salió ese negoción, pues que se caguen los demás. El otro día le escuché decir a un amigo laburante una frase que me hundió por completo, y que a lo mejor fue lo que inspiró estas líneas: “Por las buenas no se puede conseguir nada, porque te cagan. La verdad, si querés que te vaya bien, tenés que cagar al otro primero”. Todo sería como una suerte de película del lejano oeste yanqui, donde cada quien se defiende con su arma y gana el que dispara más rápido y con mejor puntería. Lástima, esta temporada se puso jodida en la ciudad. Mejor bajamos el telón acá, saludamos a toda la gente linda que nos acompañó en esta obra, y pensamos en algo un poquito más humano para la próxima. Algo más que paradores de playa y shows a mitad de precio. Muchas gracias, vuelvan pronto.


*******La música aludida en el texto, como compañía de lectura:

******************************************************************************************Humildemente, el Yo que dice yo************un torrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrnado arrasó a mi ciudad************************tu ciudad*************

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