Es uno de
esos días, que vaya a saber por qué, pesan tanto y pasan tan lento, y como que
se sienten mucho en el cuerpo y en lo que carajos sea lo otro, hablo del
espíritu, el alma, un resto innombrable que suele acompañar como un agregado
intangible, pero que días como el de hoy jode y mucho. También podría hacer el
efecto contrario, pero hoy no, esta tarde en el barrio Rivadavia, en la esquina
de todas las semanas, todas las cosas pesan más que otros días. Entonces me
siento en la vereda y me dispongo a tomar la birra, como para no perder la
costumbre. Y, por supuesto, empiezo a buscarle un culpable a mi situación. Miro
para el cielo y ahí está la luna muy notoria y ya está, debe ser que la luna
está jodiendo. Primer trago largo. Cae Scardanelli, un clásico. Se me sienta al
lado, yo no tengo ganas de hablar, así que le paso la cerveza a ver si en una
de esas no dice nada, pero no va que el día es tan pesado que Scardanelli lo
percibe también, y sin decir ni hola me mira a los ojos, toma un trago y
sentencia: “Es la luna, no lo dudes”. Está acostumbrado a decir ese tipo de
cosas, pero me sorprende que haya dado en el clavo. Aunque después se explica,
porque hizo un poco de trampa, fue a los seguro. Me vio con cara de pocos
amigos, me miró cuando yo estaba apuntando con los ojos a la luna, y creo que
me sintió rajar una puteada. Armó la ecuación, nada más, y llegó al resultado.
La gente no es tan original, y siempre anda dando vueltas entre los mismos
sentimientos, o está feliz o no, lo mismo da si se es bueno o malo. Como
siempre, Scardanelli aprovecha cualquier situación, que imagina socrática, para
hablar en clave de poeta filósofo berreta. No se lo digo, pero sabe bien que lo
pienso. Sigo mirando la luna, y espero porque mi acompañante indeseado siga
camino. No tengo suerte. Parece que esta tarde está más intenso que nunca, o
tal vez soy yo que estoy irritable, o es la maldita luna. Como en ese cuento de
terror de Guy de Maupassant- el escritor con nombre de postre francés-, en el
que la luna es culpable de que una persona se vuelva asesina serial.
Scardanelli sigue tomando de mi cerveza, y sigue tirando sus máximas,” las
líneas de la vida son diversas, nunca sabemos lo que quiere decirnos el
presente”. Sigo sin querer mirarlo, me dan ganas de romperle la botella en la
cara, a ver qué carajos tendría para decir después de eso. No piensen mal de mí,
no soy un tipo violento, solo es hoy que no me soporto, y mucho menos soporto a
nadie más que se tome mi cerveza y hable en clave poética para romperme las
pelotas. Finalmente giro la cabeza y lo miro a Scardanelli y le pregunto cómo
anda, como para sacarlo de ese registro de mierda. Me dice que más o menos
bien, que es una no respuesta, como decir que se está bien. La realidad sería
decir estoy mal y contar cómo carajos llegaste a construir esa rutina semanal
que contada en voz alta es un guión de una película tremendamente aburrida, que
finaliza con un suicidio en masa como para justificar una escena final más
estimulante. “Florece la tarde y claros días descienden del cielo, mientras el
trabajo humano da nuevos objetivos: he ahí los signos del mundo, milagros
masivos”. En verdad que no entiendo un carajo lo que dice Scardanelli, y solo
para que se calle otro poco le doy un trago más de mi cerveza, y qué lástima
que no compré otra, y qué bueno sería que alguien me mandara un maldito mensaje
de texto diciéndome: “Dónde estás, ahí estoy yendo para allá con todas esas
cosas que a vos te gustan tanto”. Pero nada de eso va a pasar, porque para que la
luna brille con fuerza primero debería tener luz propia. Y hoy no brillo en lo
más mínimo. ¿Te acordás de ese tema de Lennon, ese que dice que todos brillamos
como la luna, el sol y las estrellas? No sé a qué viene esa pregunta que te
hago a vos y a Scardanelli, a ver si me empiezan a dar una mano. Bueno, el tema
es que no me estaría funcionando, y que en la letra hay un error. La luna no
brilla, sino que roba el brillo al sol. Entonces sí que la luna es jodida, es
una roca árida que no tiene nada bueno para ofrecer, y que todos los días hace
más o menos la misma rutina, y que de seguro tiene la culpa de que hoy sea un
jueves de mierda. Claro, dice Scardanelli, la luna brilla tanto como nosotros.
Sí, exacto. Somos como ladrones de luz y necesitamos de alguien más para
encendernos bien. La máquina no puede más en soledad, ¿no? No, Scardanelli, no
puede más. Pero debe seguir porque sino se paraliza y quién va a parar las
guerras y la inflación eterna, ¿nosotros? Ni idea. Fijate que esta cerveza la
compré a ciento cincuenta pesos en el chino, y en el almacén que está una
cuadra más lejos, ¿escuchaste?, ¡una cuadra! La venden a doscientos. Una
locura, Scarda, una verdadera locura. Y por qué no le echamos la culpa a la
luna y nos dejamos de lamentar. Después de eso reímos un largo rato y
terminamos de bajarnos la botella. Milagros masivos, ¿verdad?, milagros
masivos, dejemos eso para el futuro. ¿Tenés un pucho por casualidad? Sí, ya sé,
nadie dice pucho, es de mi generación, pero aflojá un poco y terminemos de
pasar una linda tarde, después de todo está lindo mirar al cielo un buen rato,
y está linda la luna aunque hoy nos jodió. ¿Por qué será que el cielo es azul?
...El tema referido:
******************************Humildemente, Juan, cada día más enamorado de Yoko***********************Y sí, sí que todos brillamos***********************+
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