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Bailar todos los días


- Baile con música -
- Silencio - (Entre paréntesis, ahora es el momento de describir sus sentimientos)
- Continúan bailando, los tres personajes -
- Silencio - (Arthur mira sus pies, pero piensa en la boca de Odile y sus besos románticos)
- Más baile musicalizado -
- Silencio - (Odile se pregunta si los muchachos notan cómo se mueven sus pechos al bailar)
- Música y baile -
- Silencio - (Franz piensa que todo y nada son lo mismo, si la realidad es un sueño inminente, o la realidad es sueño)
- Siguen los chasquidos, las palmas, los saltitos, la música y el baile -
- Franz se va del plano, caminando. Lo sigue Arthur. Odile continúa la coreografía en soledad, en el centro del café Madison. Ríe, parece feliz-

Se termina una de las escenas emblemáticas de la película de Jan Luc Godard, Bande a part...


A la mierda con el cine clásico. Al carajo con lo establecido - ¿por quién, por qué y para qué? - Que baile como nadie Anna Karina, y que vaya quedando sola con su gracia inigualable, sonriendo y pensando cómo se mueven sus tetas. Que los otros dos ladrones de medio pelo desaparezcan, porque la escena no los necesita más. Y que los tres formen esa banda inigualable de genios estúpidos, que se la van a pasar haciendo boludeces y hablando boludeces. Pero que todo eso sea bajo la atenta mirada del narrador, encargado de ir tejiendo las escenas, para que unidas tengan una profundidad impensada. Entonces que se trate de una película para disfrutar por siempre, como un buen día de sol en la playa, en la montaña o en el cine. Que quede, siempre, una sensación de que las cosas pueden presentarse de otra manera a la esperada. Y que esa manera puede ser muy genial, aunque polémica y lista para ser destrozada por quienes no se atreven a pensar diferente, al menos, lo que dura una película. Eso pensaba hoy, en otro día de la independencia, desde el corazón - a esta altura, con más o menos cinco bypass - del barrio Rivadavia ¿Por qué no podemos pensar, desde acá, de otra forma-con otra forma? A menudo nos limitamos a caer en las mismas trampas, una y otra vez, como disco rayado, de pasta, de los más antiguos. Peor aún, después de un tiempo - y probablemente en la última escena - terminamos por descubrir que los grandes hacedores de las mortales trampas somos nosotros mismos. Pero tranquilos, tranquilas, tranquiles, no somos nuestros peores enemigos. A menudo caemos en trampas que nos facilitan otros, y que tomamos como grandes paradigmas. Porque no es verdad que siempre se necesite tener un enemigo, no es verdad que la vida tiene que ser todos los días sacrificio y conformidad. Todavía existen, como dinosaurios que se van reconstruyendo fragmento a fragmento, esas jornadas dotadas de una épica propia. Por desgracia, no las advertimos a tiempo para poder disfrutarlas a pleno. Dudamos de la capacidad de ese instante, y solo podemos sacar la buena conclusión tiempo más tarde, cuando ya se terminó el buen momento. Por lo general, sobreviene un apocalipsis de algún tipo y parece que todo se fue al carajo, y que el futuro es un túnel sin luz, que el presente es un bosque sinuoso y que el pasado...¿Qué importa el pasado, donde suponemos que éramos más felices? Y entonces entran en juego las parcas del tiempo, que nos señalan todas las cosas de mierda que nos pasaron, nos pasan y nos pasarán, y con eso hacen programas de TV y segmentos para compartir en las redes (a)sociales. Porque lo mejor que podemos pensar es un tipo de aplicación o de hamburguesa para volvernos millonarios de la noche a la mañana. O apostar a los caballos de la bolsa, porque parece bastante fácil si uno sigue los concejos de un hawaiano que relata sus libros de autoayuda por Youtube. Un secreto a voces para millones de personas, ninguna de las cuales va a lograr cumplir su sueño implantado por alguien más. Ese otro que será el único beneficiado, obvio. Pero de tan obvio el engaño funciona. Carnada fácil, trampa de la que somos conscientes perooooo...¡Funciona! Y más vale, ¿quién quiere ponerse a bailar con Anna Karina a esta altura del partido? Demasiado, una película en blanco y negro que destella colores inimaginables, que todavía no podemos interpretar del todo. Porque no había mucho más que eso, bailar en un café para ser feliz por siempre..........Y espero que no hayas mordido el anzuelo, porque el narrador es muy astuto. Sabe a la perfección tejer redes para atraparnos, sabe como nadie tratar a sus personajes, los hace más especiales de lo que en verdad son, los hace ocupar los espacios de una forma que parece mágica de tan espontánea y hechicera. Entonces se mete, hace y deshace, corta la música, deja silencios, nos muestra que lo que hay son mecanismos que utiliza para insinuar una historia, que la ficción es porosa y nada simple, que el lenguaje no es transparente, que esto que digo a continuación no es nada: nada. Pero que, sin embargo, deja un efecto sobre los cuerpos, sobre los sonidos, sobre las interpretaciones posibles. Todo eso es cine, todo eso es arte. Después vienen el argumento, los fanátiques godardianos llenos de esnobismo y demás. Nada en su contra, todo en favor de las obras artísticas que movilizan algo, en tiempos donde los movimientos no vienen siendo muy virtuosos, tiempos donde parecen ahogarse todas las ideas, tiempos donde reinan la angustia y la maldad gratuita. Porque antes de que muevas algo, mejor quedate en tu lugar. Y listo, no molestes, limitate a tragar lo ya masticado por "los que saben" ¿Quién puede leer más de unos cuantos caracteres? Mejor hacete celular para que te acaricien un rato, ya ni el perro la liga demasiado. Conformate con la seguridad de lo malo conocido. Nada en las aguas tranquilas del círculo perfecto, viajando en el tiempo por los mismos dos o tres lugares. Pero no paro de pensar en Anna Karina bailando y sonriendo, en el narrador dándome una pista para toda la vida ¿La tomo o la dejo?

- ¿Qué es exactamente un artista?
- Un observatorio subterráneo.

La respuesta de Van, el joven enamorada de su prima Ada - que todavía no se enteró de que en verdad es su hermana - es de lo más brillante que escribió Nabokov en Ada or ardor. ¿Qué quiso decir?.....................................ESPACIO EN BLANCO....................................Porque para eso son las grandes obras de arte, ¿no? Y Ada puede ser en realidad Anna Karina, y yo puedo ser Van, y también puedo ser Franz o Arthur y arder de deseo. Como un faro, el deseo. Como un faro, las grandes obras de arte. Lleno de preguntas y de ganas de seguir bailando, seguir perdido ante las pasiones improbables, porque de las cosas posibles se sabe mucho. Demasiados opinólogues trazando rutas que no estimulan el viaje. Espero que nos encontremos del otro lado, pero del otro, por fuera de todas las tramas que inventamos hasta acá....................................El tiempo es la medida del movimiento entre dos instantes...................................

******Por supuesto que no queda más opción que compartir la escena de la película de Godard:
*********************Humildemente, Juan Scardanelli***********************bailando, este y todos los días****************************************Sin más comentarios****************************************************************************

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