Una escena "Nostalghia"


The eternal son runs to the mother
She smoothes his brow and bids him
Drink from her well of hammered mist
Too long sweet lad, fog rises from the ground
The falling soot is just the dust of a shimmering gem
The black moon shines on a lake
White as a hand in the dark
She lifts the lamp to see his face
The silver ladle of his throat
The boy, the beast, and the butterfly*


Patti Smith, "Tarkovski (The second stop is Jupiter)"

Se abre la puerta, como si los ojos del espectador despertaran a un sueño. Comienza a jugar esa cosa que tiene el cine. Podría ser una definición del arte, una de las más convincentes. Un niño nos mira, con ojos oscuros y un tapado negro que le llega, casi, hasta los pies. El fondo es un paisaje en blanco y negro, con un lago rodeado por árboles y una neblina que parece tener vida. Al lado del niño hay un perro, un ovejero alemán, que mira hacia el fondo, en contraste con la atención del niño que cae sobre nosotros. Insisto, toda esa niebla, el niño, el perro, el blanco y negro, parecen un sueño o el arte en sí. El perro para sus orejas, nos mira, viene hacia nosotros. Desde mi posición, primera persona, se escapa una niña, como saliendo del interior de la casa; se pone un tapado negro, dándonos la espalda, camina en dirección al niño, lo abraza con su brazo derecho al mismo tiempo que gira el cuerpo y nos clava su mirada. Otra mujer sale como desde el lugar en el que estamos nosotros, observa de espaldas el ambiente boscoso, neblinoso, se coloca una capa negra también. Observa hacia atrás y se suma a los dos niños. Ahora los tres cambian la perspectiva, siguen la nueva escena, el nuevo cuadro, que muestra al perro junto a un caballo blanco, en ese mismo espacio boscoso y neblinoso. Parece un sueño, pero la falta de color le da un toque tan…real. Ahora la cámara (nuestros ojos) sigue una secuencia de izquierda a derecha, tomando a las mujeres, que miran con gestos indefinidos, al frente. La última mujer, la más grande, que está cubierta con un pañuelo negro, gira para mirar en todas direcciones. Ok, algo pasa. Estas mujeres están preocupadas por algo, o solo es la trama de un sueño. Una música se escucha como viniendo de lejos, es poco clara. La cámara, nuestros ojos, siguen la dirección de la mirada de la mujer del pañuelo en la cabeza, que finalmente encuentra esa escena, en otra perspectiva: Las dos niñas, el niño de los ojos oscuros, el caballo blanco, el perro, la niebla, y ahora sí aparece la casa de fondo. O sea que nosotros, nuestros ojos, están del otro lado, contrario al de la posición inicial. Para colmo, la casa y todos los personajes están en declive, siguiendo la línea de la montaña o loma que se intuye. La escena que queda plasmada en el plano es un cuadro bellísimo, así se queda unos segundos: Las tres mujeres con el niño mirándonos (y nosotros a ellas), el perro también observándonos (y nosotros a él), el caballo blanco pastando, la casa de fondo medio borrada por la niebla y rodeada por tres árboles desabridos. Todo en blanco y negro difuso, por la niebla. Una bocina, que parece de barco, suena de fondo, las mujeres giran sus cabezas, el perro también. Un sol asoma desde el fondo de la casa, es una pequeña bola de luz blanca, tenue. Las mujeres y el niño se tornan para contemplarlo, entonces ahora nos dan la espalda, nos invitan a prestarle atención a ese tímido sol. Se oye el ladrido de otro perro. En ese final de escena se escucha el sonido de un mar o un río, que nunca se ve. Todo se intuye en la escena, especialmente los sentimientos. ¿Estábamos ahí, de verdad?
Toda esta escena pertenece al film del director soviético Andrei Tarkovski, “Nostalghia”. Es del año 1983, es la primera película que realiza el director fuera de su país y es su obra más personal. En ella, trata de rememorar recuerdos de lo que era su lugar en el mundo. Un lugar que le fue arrebatado, un lugar que insiste, ahora, en recuerdos, que se asemejan más al sueño que a la realidad. No hay mejor manera que el lenguaje artístico para expresar todo lo que Tarkovski siente. No hay mejor manera de disfrute que estar encima de una película de Tarkovski, que nunca te deja quieto, pasivo, inerte. Eso es el arte, supongo. Y todo esto lo consigo mientras estoy en un lugar de trabajo, en una pequeña pausa. La escena, gracias al avance tecnológico, la veo en una pantalla de celular. Son apenas tres minutos, pero es algo que me acompaña todo el día, y que me hace existir de otra manera, que imagino mucho más interesante que la que llevaba antes de no haber visto ese fragmento. Y me dirás que ¿qué carajos tiene que ver todo esto con la actualidad en el país, la ciudad y el barrio Rivadavia? No tengo la menor idea. Claro que eso es lo genial del cine, porque intuyo que tiene mucho que ver. Pero las cosas no se quedan quietas, siempre están en movimiento, las escenas, los planos, nosotros, todo se va moviendo y está bien. A lo mejor estamos en una película de Tarkovski. Tenemos, afortunadamente, mucho para descubrir…

*Una aproximación en castellano:
El hijo eterno corre hacia la madre
Ella acaricia su frente y le pide
Que beba de su manantial de niebla batida
Demasiado dulce para el muchacho, la niebla se levanta desde el suelo
El hollín que cae es solo el polvo de una reluciente gema
La luna negra brilla sobre el lago
Blanca como una mano en la oscuridad
Ella levanta la lámpara para ver su rostro
La cuchara de plata de su garganta
El niño, la bestia y la mariposa.

In-realidad


Estamos absurdamente acostumbrados al milagro de unos pocos signos escritos capaces de contener una imaginería inmortal, evoluciones del pensamiento, nuevos mundos con personas vivientes que hablan, lloran, se ríen. Aceptamos eso tan simplemente que en cierto sentido, por el hecho mismo de una aceptación automática y grosera, deshacemos la obra de los tiempos, la historia de la elaboración gradual de la descripción y la construcción poéticas, desde la época del arborícola hasta Browning, desde el troglodita hasta Keats. ¿Y si un día nos despertáramos, todos nosotros, y descubriéramos que somos absolutamente incapaces de leer? Quisiera que se maravillasen no sólo de lo que leen sino del milagro de que sea legible.

Pálido fuego, Vladimir Nabokov


Porque salía a la calle pensó que estaba vivo. - Y eso es mentira -. Respiraba hacía tiempo y no se había dado cuenta, porque todas las cosas las olvidaba con el paso de los segundos. Entonces se empezaba a dar cuenta de que los sentimientos se curaban si los dejaba de mirar. Pensó en todos esos amores que no pudo concretar o que fallaron, en todas las aventuras erráticas, en todas las broncas, las peleas, los éxtasis, los festejos y los velorios…Todo tan real en cada instante y tan in-real después de que los días normalizaban su curso. Y siempre ese malestar del nuevo presente, todo el tiempo recomenzando, todo el tiempo resignificándose, todo el tiempo volviendo a empezar. Si se quiere, se trata de volver al presente, eternamente. Comenzaba a sospechar que ni la muerte cambiaría la ecuación. Sería el presente en un instante, y pasado, y vuelta, y así… ¿Pero qué sucedía con la literatura?. En algún lado había leído esa historia del rey devenido en crítico literario. El monarca omnipotente que escapa de su reino antes de ser ajusticiado por el bando con ansias regicidas. Aparecía un pasadizo facilitado por un actor que lo ayudaba a concretar el escape final, nada glorioso. Y una nueva-vieja vida en un vecindario lejano, al lado de la casa donde vivía su poeta favorito. ¿Y qué otra cosa puede hacer un ex-rey salvo ser un lector psicópata? ¿Y qué clase de lector psicópata? el peor de todos, el que es capaz de interpretar tendenciosamente los versos que no lo tienen en cuenta para nada. Pero los lectores debemos ser así, debemos vampirizar las historias, chupar de la sangre de esas letras, esos signos escritos que - mágicamente - entendemos a la perfección, y a los que - más sorprendentemente - otorgamos sentidos exagerados. Y ese ex-rey recordaba que en alguno de sus presentes lograba hacerse de lo más importante para un lector: la obra del escritor favorito. Y llegado el momento de la elección definitiva, ni lo dudaba. Porque en algún momento de la historia aparecía un asesino gris y lleno de resentimiento, que debía ajusticiar al ex-rey. Pero claro, como no son buenos momentos para el gremio, el asesino resultaba ser un inexperto total y no tardaba en poner en riesgo la vida y la obra del poeta. ¿Y qué hace un buen ex-rey, un buen lector psicópata, un comentador canalla y egocéntrico en esa situación límite? Elige salvar la obra, obvio. Entonces, en la historia, el poeta favorito cae herido de muerte y el ex-rey se guarda ese último atisbo de realidad. Porque esas letras juntas, esos signos garabateados que conforman versos son la realidad, no hay duda. Entonces se guarda el manuscrito cerca del corazón, pensando que en esas páginas pueden estar perfilados él y su esencia. Desea como un loco llegar a su casa para leer y descubrirse allí, donde las cosas sí que tienen sentido. Pero siempre llega el momento del desengaño, porque la in-realidad es así. La in-realidad del texto descubre que no está él, no está su historia, no está todo lo que le dio al poeta por ningún lado. ¿Y cómo puede pasar algo así? ¿Cómo puede fallar de esa manera la poesía? Y la salida, la respuesta del ex-rey, del lector psicópata es nada menos que publicar el texto inédito, el último suspiro literario del poeta, y acompañar cada verso con una parrafada interpretativa, que lo incluya a él, a su reino, su pasado y sus personajes. El mejor lector es un ladrón compulsivo de historias. Entonces no hace más que forzar cada línea, cada expresión del poeta en su último texto, porque quiere estar ahí, tiene que estar ahí…Recordó todo eso, que era Pálido fuego de Nabokov. Pensó en la in-realidad de las historias, cada una con su propio universo, en su propio tiempo, en su especial presente que es pasado milimétrico en cada instante. Se dio cuenta que esa in-realidad era la única verdad que tenía, y que estaba en cada texto que había leído…Pero tampoco era definitivo, caramba. Porque el narrador de esa historia tiraba todo por la borda, porque podía ser el verdadero poeta detrás de todo el entramado ¡Claro! A lo mejor, nada de eso había sido verdad, la historia era el invento de la historia. El ex-rey y el asesino gris, y el poeta, todos creaciones de un escritor más allá, que tampoco se puede tocar, porque forma parte de otra in-realidad…Y la suya estaba ahí en presente, pasado, presente, y vuelta… Salía a buscar lo que pensó que había perdido, y se dio cuenta que eso nunca había estado ahí. Porque no había un ahí por fuera de la literatura, esos signos escritos que mágicamente entendía. Volvió a su departamentito, se pegó una ducha, se permitió creer en alguien, se arrepintió antes de acostarse. En la cama, tomó otro libro, del mismo autor. Los primeros capítulos lo invitaban a descubrir la historia iniciática de un maestro del ajedrez. Todo comenzaba con la muerte de un rey, un ex-rey. Ya estaba metido de lleno en otra in-realidad, que tomaría psicopáticamente prestada, lo que durase el vínculo, hasta el próximo desengaño.



*Ahora pensaba yo, que el nueve siempre es un número que trae suerte, y que hay otros lados que sí pueden estar buenos y que no son aquí, y que nadie te quiere cuando estás mal:


*************Humildemente, Juan Scardanelli, leyendo Nabokov compulsivamente, desde el corazón del barrio Rivadavia, mientras el mundo pos-anormal va para cualquier lado que se le antoja, y no hay manera de pararlo, y no hay para qué. Nadie te necesita cuando estás viejo y cada vez más gris*************************************************

Sobre la lectura y el excremento



En quinientas veintisiete veces que fui al baño a cagar, pude terminar de leer el Ulysses de Joyce. La gran novela interminable que es apenas un día en Dublín, de un par de personajes que no hacen mucho, y que son tan corrientes como el corcho. En el mismo inodoro, también, completé la Divina Comedia, en un total de cuatrocientas sesentaitrés deposiciones. Sí, todo el periplo de Dante, infierno – purgatorio y paraíso. Días más tarde, me di cuenta que el hecho de cagar es algo similar a la idea de la obra, el infierno del primer impulso de la mierda, el purgatorio que es mientras sale y el paraíso final, cuando ya todo terminó. El canto extra sería el de la ventilación del departamento y la utilización de algún desodorante de ambiente o sahumerio. En fin, dos casos que dejan en claro que el baño es un aliado fundamental para la literatura. A lo mejor ya entiendo ese grupo extremo de lectura, que aparece en Estrella distante de Roberto Bolaño, cuyos integrantes se juntaban a leer los clásicos y los cagaban encima, hoja por hoja. Sumamos, entonces, el excremento como parte fundamental de la lectura. ¿Por qué no pueden mis textos formar parte de este acto tan noble, tan tradicional? ¿Por qué no cargás mi blog mientras cagás? Es una idea, no te alteres. Podés seguir leyendo en otro lado, también. La cocina y sus comidas, con el peligro de las llamas de las hornallas y ese horno, que por ahí trae recuerdos de Sylvia Plath, preparando el último platillo del sábado por la noche, su propia muerte. Mejor, a veces, leer donde resulta más conveniente. Son los lugares por excelencia, el living y la habitación. En esos espacios están las bibliotecas, siempre. Además, son los lugares donde más cómodes nos sentimos. Pero cuidado, eso es también una trampa, porque la comodidad es amiga del sueño, y eso de leer entes de dormir nunca funciona bien. ¿Cuántas veces te habrás quedado dormide en medio de una historia? A lo mejor dejaste suelto al asesino, con el arma cargada y el instinto liberado. En tal caso tener algo de Conan Doyle al lado, por si hace falta la intervención de un Sherlock. Yo lo prefiero a Marlowe, porque sabe jugar sucio. La diferencia entre un detective inglés y uno yanqui. Pero sobre todo me quedo con el Etchenique de Sasturain, porque sabe mejor que nadie lo que pasó en las peores noches de mí país, y sabe jugar más sucio que el peor de los embarrados. Si vamos a tomar el té, que sea con alguna de las hermanas Ocampo. Para siempre, la mejor, va a ser Silvina, porque es más rara, más copada y no tan estirada como la otra. Ella, el etcétera de la familia, con su relato de la cara en la mano. Dale, en el patio recontra va Cabezón Cámara, porque sabe como nadie sobre plantas y perros, y además te escupe las historias con total libertad, sin prejuicio, un gaucho trolo y la china empoderada. Y si tenés un lugar medio oscuro, ponele una especie de galpón extraño, que te espere Mariana Enríquez fumando, con una de esas historias de terror que tanto tienen que ver con uno, y con todes. El terror cercano y palpable. Pero nada de esto vale si vivís en un departamento de dos por dos, como yo. En el departamento solo puede habitar un autor por vez, y al mío lo tomó Nabokov con su Pálido fuego. Donde voy me persiguen los versos de un poeta que no me interesa conocer. Lo sí interesante es saber quién carajos es ese comentador, por qué comenta lo que comenta. Y en eso estoy, pasado por la semana vaya a saber cuál de la cuarentena, la del virus inmortal… Pero también recibo Llamadas telefónicas, de gente que no me quiere ver, que no debería interesarme. Igual atiendo y me llegan las historias y las opiniones que rompen con el santuario nabokoviano, y por ahí lo expanden, hasta que ya no sé qué mierda pensar. Porque se me van escapando los argumentos, se me terminan las ideas. Es normal, algún día me iba a pasar como al personaje de la trilogía de Rodrigo Fresán, ese ex-critor que se queda vacío de ideas para seguir con su profesión. Y tampoco nadie me va a pagar por esto, con toda la razón del universo. Yo no pagaría por estas dos últimas oraciones que escribí. ¿Por qué? ¿Para qué? Y por qué y para qué escribir. Ojalá tuviese una respuesta, pero, ya lo anticipé antes, no tengo más ideas, se me agotaron los razonamientos coherentes. A lo mejor, me dedico a crear grupos extremistas de lectores noctámbulos. Una raza de kamikazes literarios, que salen a buscar autores para pervertirlos y destrozarlos en una especie de hoguera comunitaria, donde yacen todos los libros posibles, ardiendo para siempre, como la biblioteca del Quijote. Todo para que nadie más pueda leer lo que ese grupo ya cosechó. Entonces cambiarían de rol, ahora serían escritores kamikazes, destinados a inventar historias terribles, para que otra humanidad lectora nazca, y sea mucho más terrible que ellos, nosotres. Todo para que el mundo aprenda, de manera completa, que nadie puede escribir un verso y sentarse a esperar que la primavera se genere por sí sola. Porque no funciona así, lo siento. No hay una concatenación lógica de procesos que se llaman, uno más virtuoso que el otro, para hacer más lindo y perfumado tu mundo. Lo que hay son espacios reducidos y muchas personas. Todas, además, cagan. Gran parte sabe leer y no tira el botón del inodoro. Pero enfrentamos tiempos dificultosos, tiempos sin memoria, tiempos sin desodorante de ambiente. Hay que apurarse a escribir lo de pasado mañana, porque se corre la bola de que a lo mejor dan de baja Instagram y gana la batalla Tik tok. Y ahí te quiero ver, cómo hace un escribiente para sobrevivir al invierno. ¿Yo? No necesito demasiado. Lo tengo a Nabokov conmigo, son tiempos en que nadie lo quiere. ¿Sabían que Nick Cave lo eligió como uno de sus escritores favoritos? ¿Tendrá desodorante de ambiente, Nick, aroma pino, tal vez? Yo no, tengo uno de limón que es más feo que la diarrea de domingo. Pero es tarde, cagué y no tengo otra cosa a mano…a menos que…¡Eso! Hubo un día en que no estaba muy bien y pasé por la librería del barrio. El Rivadavia, obvio. Y me compré una novela de Houellebecq, no sé por qué, ni para qué. La idea es la siguiente: abrir el libro, cagar adentro y quemar todo junto. En honor a Kafka, porque las cosas que fueron destinadas al fuego, en el fuego tienen que terminar. Perdón, perdón, perdón por pedir perdón tantas veces. Igual, no me creas mucho, no te lo merecías. Es solo que, varias veces – más de las deseables – me dan ganas de exagerar para saber qué se siente ser vos. ¿Te habrás escandalizado por lo que escribí más arriba? Bueno, a lo mejor es hora de que agarres ese celular que no soltaste en todo el día, cargues / cagues este blog y te lo lleves al baño: ¡Tiralo! ¡Tirame! Liberanos en un solo acto de justicia divina. Que no es justicia. Que no es divina. Mañana o cualquier día, nos volvemos a mensajear.    

*Este texto fue escrito en el baño, mientras cagaba. Cuando terminé, tiré la cadena y me acordé de la siguiente música, que se llama igual que la novela de Nabokov, y que es de un cantante de Ohio:
******************Humildemente, Juan Scardanelli, a.k.a juanmanuelpenino@yahoo.com.ar******************Si todavía no nos entendemos, danos tiempo, la ansiedad hace mal y caga todas las cosas****************De verdad, ya no tengo desodorante de ambiente**********************ya no**********************

Confesión

Ahora sí me puedo sincerar:
me la paso alimentando fantasmas,
haciendo crecer sombras, 
dándole de comer a los espantapájaros,
rodeado de tierras fértiles sin utilizar,
replicando ecos infernales,
que son voces distantes,
quimeras con apariencia de cariño

Me la paso mendigando expresiones de albatros,
vuelos de sentimientos artificiales,
rayos que parten la niebla del domingo,
migajas de mesas de bares vacíos,
un vino fuerte y desechado,
transmutación de pordiosero resucitado,
al que nadie le avisó que el mundo
- y todo lo conocido - yace enterrado

Atlántida de pura melancolía,
surcada por babosas sin corazón,
que arrastran sus cadenas hacia el abismo,
porque el sufrimiento es un escudo contra la verdad
y se contagia y se expande
y es un gran éxito entre jóvenes ciegos,
danzarines de los espacios rectangulares,
modernidad de los artefactos lumínicos

Ahora sí que no me escondo más,
puedo confesar que me la paso jugando
a que son las seis de la tarde
y que mi patio es un pelotón de fusilamiento
y que yo me pongo de espaldas al paredón
y que todas las sombras y fantasmas dicen: ¡Fuego!
como ecos infernales, voces distantes,
quimeras con apariencia de cariño.


****Hay algo de musicalidad en ese verso: "quimeras con apariencia de cariño". Pero no estoy seguro que alcance para hablar de poesía. Por lo general, existen dos preguntas que te pueden arruinar el día, además de un mal poema: 1) ¿Cómo estás? 2) ¿Por?
Calculo que también tiene que ver con la musicalidad. Suenan algo irritantes. La 2) es la peor, porque como que se agudiza en esa "o". Y eso es molesto. La 1) resulta, por ahí, más cruel, es una pregunta con respuesta inabarcable, y que denota desinterés por la persona a la que se consulta. Una suerte de fórmula para cumplir el trámite con algún conocido. Preferible que te manden a la mierda, así por lo menos hay pasión. ¿Cómo estás? es la nada misma, la no-pregunta. El ¿por? es lo que sigue, una suerte de no-pregunta obligada por haber hecho la primera, una manera de habilitar a que ese otre diga lo que tenga que decir, lo más rápido y concreto que pueda y que se arregle, porque "perdoname pero estoy apurado". "Nos vemos" y, súper insoportablemente, "que sigas bien".

Protocolo para contar una historia

Protocolo del lat. tardío protocollum, del gr. bizantino prōtókollon, hoja que se pegaba en un documento para darle autenticidad; literalmente: pegado (collum) en primer lugar (proto).
Diccionario de uso del español, María Moliner
Protocolo del lat. tardío protocollum 'primera hoja de un documento con los datos de su autentificación', y este del gr. bizant. πρωτόκολλον prōtókollon.
Diccionario de la RAE (fuente agregada para resaltar lo tan mejor que es el diccionario de María Moliner - ayer, hoy y mañana- )


Esta puede ser la primera hoja de un documento histórico, la que afirma la autenticidad de todo lo que se escribe a continuación. En un futuro muy lejano…far far away…podría ser desenterrado de alguna fosa común, donde fueron a parar todos los documentos escritos por una generación de escribientes del año dos mil y pico, que nunca fueron comprendidos y, mucho menos, queridos y apreciados por sus madres, y menos por sus amigues y mucho menos por sus pares. En esta hoja, habría que dejar asentadas las bases para los textos del porvenir. Si es que hay textos por venir, y si es que hay eso que le dicen porvenir. Más bien, de venir viniendo se trata siempre. Venir de vuelta, otra vez, para comprobar que lo que se desenterró mañana, ya no sirve hoy. Y que mañana no quiere ser desenterrado, ya no le interesa nada la profundidad, porque hay menos tiempo que en el mañana de ayer, las cosas pasan tan rápido y es mejor mezclar todo, barajar y dar de nuevo en la superficie. Pero puede ser que algunas cosas sí funcionen, porque fuck it i love you todavía resiste, en la voz de una sorprendente Lana del Rey, en ese disco que tanto recomiendo desde el hoy, que mañana será el ayer enterrado: Norman Fuckin Rockwell. Y antes que nada, lo siento, ahora, en este momento de escritura, no tengo muchas ganas de tratar cosas que te sirvan demasiado. Porque mi escritura es una herramienta sin nombre y bastante inútil. Como alguna vez expliqué, ni siquiera me sirve a mí, para nada. Porque no todas las cosas deben servir. Mejor, que la escritura nunca sea sirviente de nadie, a partir de hoy, que es el ayer de mañana. No tuve el ímpetu de poner todo esto en verso, porque hay rincones que sí quiero que salgan a la luz. Entonces, establezcamos un protocolo claro y no tan descabellado, mantengamos la compostura, la decencia y el Sistema que tanto nos enterró a todes. Aclaración: las E que te suenan disonantes, corresponden al llamado lenguaje inclusivo, que yo decidí incluir el día que me crucé con alguien que me dijo, sintiéndose no incluido: “¿Qué te molesta usarlo, te cambia en algo? A mí sí, me siento parte de lo que decís”, y si alguien no lo entiende en el mañana del mañana, ya tuvo la explicación, deberá esforzarse para no quedar atrapado en el mañana del ayer. Lo que en todo tiempo deberá quedar claro es que lo más interesante de toda vida son las historias. Las hay de cualquier tipo y calibre. La de hoy, que voy a referir a continuación, me llegó por un testigo del barrio Rivadavia, un trabajador de fábrica, que casualmente me encontré en el 554 y que, como es amigo, bueno, charlamos un rato barbijo mediante y durante. La historia vino a colación justo, porque hablábamos de nuestro ayer, que es el ayer del ayer del mañana, la prehistoria de este protocolo desenterrado, pero tan verdadero como no real. Se trata sobre un tipo…
…Lalo, se llamaba. Era un paisano de Madariaga. Más bueno que el pan y de esos que te dicen negro y es negro. De esos tipos del ayer de ayer, que ya no son hoy, y mucho menos mañana. Este Lalo era un fanático de los fierros, se la pasaba yendo a ver cualquier cosa que corriera en el autódromo de la zona. Se dice que hasta fue capaz de ver y apostar en carreras de caracoles. Algo raro e incomprobable. Como sea, el hombre tenía una hija, bastante tuerca también. La piba era bonita y estudiaba en Mar del Plata. Ahí fue que conoció al ahijado de Fangio, o de alguno de esos corredores históricos de Turismo Carretera de la zona, que no era nada lindo. Esta nueva parejita fue feliz un tiempo, suficiente como para que el joven le ofreciera al padre de su novia el coche que había guardado con recelo toda su vida. Se trataba de un Renault 11 en impecable estado. Todo original y con muy poco uso. Uno de esos autos que se utilizaban para las exposiciones de joyas de los domingos, donde coleccionistas y fanáticos se mostraban sus coches favoritos como mascotas amadas, dignas de ser vistas respetando los protocolos de distancia. Cuando Lalo vio el vehículo por primera vez, no pudo evitar las lágrimas. No quiso evitar las lágrimas. Eran pocas las oportunidades en las que decidía mostrar alguna emoción. Su hija se dio cuenta, el noviecito de su hija también. Entre los dos le insistieron a Lalo para que se lo quede, que el precio iba a ser bien conveniente. Lalo estuvo reacio, no quería permitirse semejante lujo. Para él ese auto significaba el sueño del pibe, porque de joven fantaseaba tenerlo como se desea lo imposible, con esa impaciencia que es fuego. Y ahora su hija y el novio le ofrecían materializar lo que debía quedar flotando en el mundo ideal e idealizado de las ideas. Tanto le insistieron que Lalo cedió, se preguntó: ¿Por qué no puedo ser feliz, un cachito? Juntó la plata que atesoraba para una emergencia, y pagó de contado el precio simbólico que el joven le puso al Renault 11. Y Lalo fue feliz algunos meses, hasta que llegó el fatídico día. Las tragedias son así, se empiezan a formar cuando menos se las espera, una mañana de sol de otoño, temprano, a la vera de la ruta. Lalo salió por la rotonda de Madariaga, como todos los días. Pero esta vez, no prestó la debida atención, no vio venir un camión 1114, que se lo llevó puesto. El milagro operó parcialmente: el auto quedó a la miseria, y Lalo en estado de coma. Meses y meses luchando por su vida, hasta que finalmente zafó. Nunca olvidó que ese día en que soltó su pasión y se compró el coche de sus sueños, fue el de la perdición. Asoció libremente los hechos, como uno hace en las historias. El ayer, fundido en el hoy, determinando el mañana. Nunca más volvió a caminar y se tornó un hombre hostil y mal humorado. Su hija se separó del pibe y dedicó sus días a cuidar de su padre en Madariaga. No pararon, padre e hija, hasta odiarse irreversiblemente. Uno de los dos va a matar al otro, cualquiera de estos mañanas, para que desenterremos el protocolo de lo que será una gran tragedia del ayer…
Así me refirió la historia este amigo-testigo, alguien del barrio Rivadavia de mi hoy, que ahora desenterrado en el mañana, no es más que tu ayer. Porque las historias son porosas, los textos son opacos, están súper (des)compuestos. ¿Qué deberá contener un texto para ser considera como histórico? Para quien lo desentierre y dedique sus días a estudiarlo, una advertencia:...El texto corresponde a un día de otoño, yo puedo estar mintiendo, puedo ser Lalo, o puedo ser aquel joven, o puedo ser la hija de Lalo. Yo puedo tener el final de la historia acá, en mis manos ensangrentadas. Lo que te queda saber a vos, habitante del mañana, desenterrador del ayer, es a quién corresponde esta sangre, que es mi hoy...

*Sean respetadas las primeras hojas de todos los escritos, que se adelantan para autentificar todas las historias. Y como nota al pie va el tema de Lana del Rey, para deleite de los desenterradores de textos que a nadie importan:

*****Sincera y humildemente, el batanense Juan Scardanelli****************quejas y reclamos: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar***************No soy lo que esperaba************qué le vas a hacer*********************una cosa es lo real, otra la verdad y una más allá¿?¿?¿?***************

**(Publicado originalmente el 11/06/2020)

Viernes 19:24

 

 Me adelanto un cachito,
 para poder contar un par de cosas,
 porque hoy una tipa se suicidó de calor,
 no aguantó más la humedad
 y se comió el termómetro del mediodía,
 y yo y todos mirando por la ventana
 el hormigueo turístico en pleno enero.
 Habría que suspender la temporada 
 ¿Pero dónde irían nuestros tiernos y muy sanos 
 hijos del patriarcado?
 ¿Qué cabezas aplastarían si los dejamos 
 con sus artefactos encerrados con la 
 pelopincho cibernética en la pieza?
 Mucha, demasiada frustración y falta de amor
 como para aguantarla entre cuatro paredes
 y un techo cada vez más bajo;
 pero es solo hasta que les vuelvan a abrir
 esa cárcel con buena publicidad,
 que le dicen escuela.
 Pero ojo que sí necesitamos educación,
 señor Waters,
 solo que no tenemos idea cuál,
 o peor, tal vez queremos eso,
 que les enseñen a patear
 cabezas y triunfar en el Mercado.
 Y no jodan, por favor, la temporada.
 Este reducto balneario no da más
 de las ganas por juntar,
 acumular capital,
 NO MOLESTAR,
 la moral se paga en cuotas, 
 la arena se hizo para lucrar
 por eso la alquilamos en dólares.
 Un tipo le dejó ¡mil pesos!
 de propina a un mozo en Playa Grande,
 con billetes de cinco,
 eso es lo que queremos
 solidaridad y buenas vibraciones,
 por eso dejen en paz al Puerto
 con las retenciones y los impuestos
 ¿No ven que gracias a esos beneméritos
 empresarios esta ciudad tiene el 
 índice de desocupación más…¿?!¡/&%=??¿¡¿}]]
 OK, entendí, mejor sigo con otra cosa,
 ¿No hay fiesta de los pescadores?
 ¿No hay palo enjabonado?
 ¡Ah! no hay más pescadores...
 ¡Eso, claro! La feliz, la ciudad de los alfajores,
 los pulóveres y los lobos marinos, 
 la pujante, la de los quiosquitos que pululan,
 y no porque vendan bizcochos Don Satur 
 y te carguen la tarjeta del bondi,
 ¡No, qué va!
 con eso no vive nadie,
 hay que lucrar con la ansiedad y la desesperación
 del otro, con los hijos del otro, 
 sus vicios.
 Y el arte se pega un tiro y cae al vacío
 ¿Y qué esperaban?
 Corran el cadáver y traigan más carpas, más sombrillas
 que todavía hay lugar, es solo una mancha.
 Porque una amiga me dice:
 Mirá, no digas mi nombre 
 porque sé que sos bastante boludo y
 por ahí se te da por escribir,
 pero te cuento algo:
 que ahora cuando vuelvo al barrio –
 donde no llegan los superhéroes, 
 ni la mano visible del Estado, 
 ni la mano invisible del Mercado,
 ni las cámaras del COM -
 las pibas se meten mangueras
 para sacarse a los pendejos,
 y los pibes las dejan ahí tiradas
 como perros sarnosos,
 y ni siquiera, porque a los animales
 se los quiere mucho más,
 es más fácil
 ¿no?
 Porque un amigo me cuenta 
 que en un barrio cheto,
 super cheto,
 un juez re groso viola a sus nietos,
 todos los días,
 antes de ir a misa
 y a salvar genocidas,
 porque acá es así,
 es el pluvial del mundo,
 Mar del Plata.
 Todavía hay quien se sorprende,
 la juega de recién venido,
 porque a veces es mucho.
 En parte lo entiendo,
 yo le tengo terror
 no a la noche,
 sino a las cosas
 que se suceden
 a plena
 luz 
 del día.
 19:44
 El sol se va, 
 ya no quiere saber más nada con nosotres.
 No estoy más tranquilo.

                                               (JMP) 

Para aflojar tensiones que puedan haberse generado por los pasados versos, comparto la música que me alivio la semana:


*****Consultas y demás cuestiones, por favor, comunicarlas a: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar

**(Publicado originalmente el 24/01/2020)

Ahora caminamos hacia delante y no miramos atrás

El lector es un ladrón de tulpas. Alguien que aprovecha y se aprovecha de cuerpos y almas construidos por otros y los incorpora a esa otra vida dentro de la vida que es la que transcurre en los libros. Dejar a otro que primero haga el trabajo duro y sucio y así el lector llegando al final, con la mesa puesta y los comensales dispuestos. Y sólo teniendo que sentarse junto a ellos y mirarlos fijo (leer es la forma más fija de la mirada aunque las pupilas no dejen de moverse y contraerse y expandirse según la situación) y hacerles modificaciones muy personales, para volverlos únicos e intransferibles.
Rodrigo Fresán, La parte soñada

"Creo que todos tenemos un monstruo adentro"
Están, otra vez, lado a lado. Las dos mirando al agua desde un puente, por la noche. Pero no es una de esas imágenes ideales, donde parece que el escenario es el mundo y ellas dos lo habitan para terminar en un último movimiento, que suele ser épico, pleno del amor y sus secretos. Nada que ver, porque podría ser un puente que estuviera clavado en Jara y Juan B Justo, en hora pico. La gente pasando de fondo, con los barbijos a medio poner, a medio caer, unos cada vez más al lado de los otros. Igual, ellas dos están un poco más allá en el horizonte, pero el otro horizonte, uno lleno de nubes de invierno, frío, agua y baches en las calles. Un vecino casi se cae en uno de esos pozos que, aceptémoslo, ningún gobierno piensa arreglar jamás. Porque un bache es un bache, y por más que se esfuerce, sólo no va a poder cambiar su condición. Y lo más terrible es que si lograse cambiarla, si se rellenara y alisara, ya no sería él mismo, y la historia se tornaría imposible. Pero esa persona esquiva el pozo por muy poco, lo que provoca una reacción en cadena. Varios de los vehículos, ciclistas y peatones que venían atrás se rozan, se tocan y comienzan bocinas e insultos...Ellas ya no escuchan más que sus voces, siguen mirando para abajo, lado a lado, en el puente que ahora está en el barrio Rivadavia, una desapacible tarde-noche de otoño-casi-invierno. Encadenadas por el destino - algo que solo ocurre en una ficción - intentan lo imposible, ir en contra del deseo. Pero el deseo extendido, el deseo de esos personajes en esa escena, y el deseo mío, el del lector psicópata que quiere que, esta vez, se miren a los ojos y estalle todo...
"Creo que mi monstruo saca de su guardia al tuyo ¿verdad?"
Otra vez no saben qué hacer, se esfuerzan por no lanzarse del puente hacia la muerte, la salida que todes tenemos a mano, la que nos apagaría el deseo, la que nos descansaría de las injusticias y la mierda que nos fuerzan a tragar tantas historias de intolerancia y discriminación, que es siempre la misma y una, que se repite y se renueva todos los años, como una mala serie que nunca quiere acabar. Qué mal que hacen ciertos vicios de nuestra sociedad...Ellas dos lo sienten, como en la otra escena, la anterior, la de la cama. Saben que después vinieron tiempos más complejos, y que ya no van a poder volver a ese punto. Una le dice a la otra que no funcionaría, que terminarían matándose de viejas, que ya no pueden volver al engaño, que ya bastante tuvieron de servicios secretos y agentes encubiertos y asesinatos. La pregunta que sobrevuela al barrio entero, al puente, a ellas dos, es qué se puede hacer. Qué se puede hacer para devolver el deseo al mismo lugar donde todo empezó, qué se puede hacer para no haberse conocido, pare evitarse para siempre, para hacer de cuenta que los cuerpos son islas que no necesitan de nada más que un mar inmenso, una palmera tranquila y algún náufrago que molesta un tiempito, hasta que el sol se lo lleva de vuelta a Jara y Juan B Justo, donde piensa que está donde tiene que estar.
"¿Se acabaron los bailes?"
Una de ellas, con lágrimas en los ojos, le pide a la otra que la ayude, que la ayude a detener ese monstruo, que es deseo desbocado, peligroso, demasiado humano. Recordemos que los entes ficcionales tienen esa capacidad, en la vida tuya y mía eso no funciona así, es imposible ver un puente tan iluminado y gigante en el barrio Rivadavia. Pero hay una idea, bastante obvia, que les ofrece una salida. Una idea que siempre supieron que existía, desde el primer encuentro, en el baño de un hospital, que puede ser el Interzonal, ¿por qué no? El tema es el siguiente: una de ellas - no importa cuál - se para frente a la otra, la invita a que se miren, por una última vez, cara a cara. Lo hacen con angustia, se quieren tanto que ni lo sospechan. Una de ellas suspira y se da vuelta, le pide a la otra que haga lo mismo. Espalda con espalda son casi una y la misma persona. Cierran los ojos, una vez más, como en la escena de la cama. Respiran profundo, suspiran y sienten ese deseo que las une para toda la vida. Pero eso solo puede pasar - insisto pesadamente - en la ficción, por eso es tan genial y yo un psicópata lector. Ahora comienzan a caminar lentamente, hacia lados opuestos del cuadro. De fondo, suena el dulce tema "Tell me", en el que la voz llorosa de Saoirse Ronan le pide a un tú que no la deje y que la bese para siempre. Ellas se alejan y yo me muero otra vez, como en el final de la primera temporada. Yo, lector psicópata, que saca su monstruo del medio del pecho, que desespera solo frente a una pantalla y que grita que ¡Por favor, escuchen la canción que estoy escuchando yo, porque me van a matar de angustia y ansiedad, me va a explotar el corazón! ¿Qué les cuesta darse vuelta y correr a encontrarse? ¿Por qué no me dan eso de una vez? Por favor...Solo un psicópata lector puede desesperar de esa manera por una escena de una ficción, de una serie televisiva más de entre tantas...El puente ya no existe, el barrio sigue su curso, como todas las mañanas, las iguales. Me vuelvo a ajustar el barbijo. Me parece que ya lo tendría que lavar, otra vez. Salgo a parar el 54 para ir al laburo, espero que venga con lugar, porque sino otra vez voy a llegar tarde, cansado de caminar y con el barbijo colgando de la oreja derecha. Todes seguimos como si nada, más o menos los mismos problemas, la falta de guita, la cuarentena, la pandemia, la injusticia y todas las cosas que inventamos un día para complicarnos la existencia. Sin embargo, en un descanso, sentado en el inodoro de una oficina, miro por un ventiluz que está lleno de telas de araña, pero que deja un lugarcito para que se filtre una gota tibia de sol, y escucho esa canción de vuelta...Y tócala una vez más, por favor, dense vuelta y sean felices para siempre en esa escena, que quede impresa en mi memoria para que mi monstruo lector psicópata se tranquilice....Be mine / for always / i´ll be yours / forever...


******************Contame qué pasó al final de Killing Eve: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar*********************No me puedo dormir**************¿Cuándo se irá el frío?**********************Ojalá que pronto estemos juntes, en el sol********************

**(Publicado originalmente el 04/06/2020)

Horror stories: La teoría Sarah Silverman



"Arranqué razonando lo siguiente: Me da asco que la gente sea tan materialista ¿Saben? Ni siquiera lo entienden. Somos egos que respiran, que actúan como si no fuéramos una partícula de una partícula de polvo que se precipita por el espacio. No somos nada...E inmediatamente después, pensé: Quiero mi cara en un billete (acá estallan las risas del público). En serio, creo que me lo merezco. Quiero mi cara en los billetes, punto"
Sarah Silverman

Partículas dentro de partículas, personalidades dentro de personalidades...hoy es jueves y no me acuerdo de quién carajos soy. O por ahí no quiero. A  lo mejor, tal vez, no tenga ganas. Pero de algo estoy bien seguro, hay que cuidarse de lo que dicen en el Tweeter, ¿verdad? Hay gente que hasta compara un posteo con disparar un arma de fuego. Es más, hay quien extraña escuchar los disparos de verdad y oler los restos de pólvora quemada que se suspenden en el aire. Perdón, esto no es una nota convencional. Tampoco estoy pasando en limpio los chistes de una comediante, para nada. Sería como que estoy metido - con el lenguaje, obvio - en esa situación, la de pararme en un escenario, con un micrófono en la mano, para decir escribiendo que "Si vas a ser leyenda, tenés que sufrir de verdad". Por supuesto, acá tampoco hay plan B. Uno, (casi)todos los días de la vida, apunta a realizar actos sublimes, se traza objetivos que descansan en el Olimpo de las Ideas, ese extraño universo de Platón, ese del que supuestamente venimos pero al que nunca volvemos. Más pronto que tarde, caemos en la materialidad, que tiene fallas por todos lados, y tenemos mucha vergüenza de protestar. Perdón, pero este servicio no me está funcionando, la depilación definitiva fue un fiasco, duele como si me clavaran mil agujas hirviendo en la piel más frágil, y me siento como un niño de diez años o un delfín. Y miren, es obvio que nada bueno va salir de todo esto. Algunos hablan de la "nueva normalidad", y acá les tengo una de esas normalidades que, a lo mejor, van a cambiar, pero que tampoco interesaban tanto: "Las ardillas no pueden encontrar el 80% de las bellotas - o nueces, en criollo - que esconden". Claro, hay cosas que mejor ni saber que existían así, porque un día te levantás y descubrís que nada es perfecto. O que es mucho mejor tomarlas y volverlas un racimo de chistes malos, pero que encadenados tienen más sentido que la realidad. Y en eso es en donde Sarah Silverman me ayuda. Su chiste es deconstruir el chiste. Su mejor chiste es exponer el mecanismo por el cual el simple comentario se transforma en arma de destrucción humorística. Y verán que es un discurso que posee varias capas, y que sirve en varios niveles al mismo tiempo. Y que no todo es como lo esperábamos...¡mejor!: nada es como lo esperamos. ¡Y eso está jodidamente bien!
Entonces, llegamos a la parte fundamental de esta nota/reflexión absurda. Los dejo en compañía de Sarah que dice así:
"Mi perrita es mi todo. Es joven y está llena de vida. Y está obsesionada con las ardillas, y como que hizo que me interesaran también. Y es tan mimosa, y jugamos juntas, y nos acurrucamos en la noche y...Dejaré eso en suspenso un momento y volveré atrás para decir que lo de las ardillas, en comedia, lo llamaría un chiste de pasada"
El concepto, en su idioma original, es throwaway joke. Se trata de un chiste secundario. Pero lo verdaderamente gracioso del fragmento de Sarah es, justamente, que ella expone lo que utiliza para hacer funcionar un chiste. Entonces, se trata de una suerte de relato de una operación encubierta. Continúa:
"Sabía que los haría reír cuando dijera: `Está obsesionada con las ardillas, y como que hizo que me interesaran también´. Pero seguí adelante con el chiste principal, que era el de la perra. Eso es un chiste de pasada. Hace más genial todo el fragmento. Ahora lo arruiné, porque volví atrás y me puse a hablar de él"
Y ahí está el quid de la cuestión. Luego de esa aclaración el público estalla en carcajadas, ya no por el chiste principal que incluye a la perra y un paralelismo con Jesús muerto sin gloria. Tampoco es el chiste de pasada lo que causa la mayor gracia, el de esos animalitos súper ansiosos y cocainómanos que esconden cosas que nadie quiere, y que encima después no encuentran. Lo que sí causa el estallido humorístico es la explicación, la puesta al descubierto del mecanismo. Se trata de un procedimiento del lenguaje, algo que el lenguaje ofrece y que demuestra que no es para nada transparente, y que tiene tantas capas como uno se atreva a experimentar. El lenguaje - y con él, la vida - es un espacio para el experimento.
¿Qué pasa con el chiste de pasada? Es común sentirse abatido en momentos como el que estamos viviendo en el barrio Rivadavia, en Mar del Plata, Argentina y el mundo. Pero tampoco es cuestión de andar abandonando nuestro ánimo al libre albedrío ideológico, que se disputa en los espacios informáticos. ¿Espacios informáticos? ¿Estará bien utilizada esa expresión? Resulta que hoy al mediodía tenía que ir a buscar algo para comer y medio como que comerlo mientras caminaba, porque no se puede parar en ningún espacio público por cuestiones de cuarentena, ¿no? Bien, estaba en eso, cuando me acordé que tenía que comprar cigarrillos...esperen, yo no soy de fumar tabaco, menos industrial, pero resulta que compré un atado de veinte de Lucky Strike - golpe de suerte para los pulmones -. No eran para mí, sino que eran para un amigo que vive en la playa, y que como cuida coches no la está pasando nada bien. Entonces le llevé los cigarrillos. Aclaro que el día estaba demasiado lindo y que no andaba nadie por la costa, en esa zona, a esa hora. Cuando lo llamo para lanzarle los puchos, un auto se detiene a mi lado. Creo que era un Ford Orion bordó, o tal vez un Ford Fiesta. Estoy (casi)seguro de que era un Ford, y de que era bordó. Como sea, dos tipos se bajaron y se dirigieron directo hacia mí, que me quedé sorprendido. Sin que pueda decir nada, uno de los dos me ladró: "Señor - lo odié, no me acostumbro a que me llamen así, metiéndome encima más años de los que quisiera tener - los documentos por favor" Me quedé medio paralizado, y el otro, casi inmediatamente disparó - obvio que no un arma, aunque ganas no le faltaron - "¿Qué hace circulando por acá?, usted sabe que no está permitido" Yo comencé a balbucear, como testigo falso, y saqué mi documento y empecé a dar explicaciones, que tenía el permiso laboral, que estaba saludando a un amigo para ver si le hacía falta algo, etcétera. A continuación, me devolvieron el documento y me pidieron que termine ese trámite y siga circulando. Al viejo lo llamé de lejos, lo saludé a la distancia y le tiré los puchos. "Gracias, te debo una flaco" Fue la respuesta y me volví al departamento. Después, me quedé pensando que nunca pedí identificación a esa gente, que asumí que laburaban para la Federal, bigoteando a todo aquel que avistaran por la costa en actitud "sospechosa". Pero ese no era el tema principal, el tema era mi almuerzo a la pasada, la hamburguesa con papas más incómoda que devoré en mi vida.
¿Entonces, cuál es la anécdota de pasada y cuál la principal? ¿Qué quiso decir el que escribió? ¿Fue una crítica a la Federal? ¿Fue una queja contra la extensión de la cuarentena? ¿Fue la expresión de apoyo a las medidas de prevención?
No....No....No.... y tampoco. Lo importante es ese juego de aliteración, que obsesionó en su show de stand Up a Sarah Silverman: Horror stories (jorrorristorris). Esas consonantes rasposas que encierran a las abiertas óes, que son una gracia pura, en sí mismas. "No todo lo que digo y escribo tiene que tener el sentido que vos querés que tenga". Acá estoy, para romper los sentidos, para invitarte a experimentar un poco, en medio de cualquier cosa que sea que estés pasando, en medio del pensamiento que sea que estés teniendo. A veces, te lo prometo, el lenguaje te tira la soga que necesitabas, pero que no estabas esperando.

*La recomendación de la semana: Sarah Silverman: A speack of dust, disponible en Netflix y canales alternativos - que son más piolas -.
*****Bonus track: porque merecemos tener las buenas ideas todas a mano, para poder seguir reflexionando, insistimos con la serie de propuestas que pueden salvar a la humanidad, por Sarah Silverman:

**********************Con la humildad de siempre, su coterráneo, Juan Scardanelli***************************************Cualquier gran idea para idear nuevas y gloriosas ideas, comunicarse al: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar************************Atendemos los sábados también, y los domingos, y cualquier otro día dedicado a los dioses***********************************

**(Publicado originalmente el 28/05/2020)

Asesíname

La realidad del actuar no es pasado,
astros brillan, hay vida sin defectos
Friedrich Hölderlin

Hay escenas que son más extrañas que la realidad. O que la copan toda. Pero a lo mejor soy yo lo que es más raro que la realidad. En esta historia, que no es mía, hay dos personas en una pequeña habitación, un monoambiente sobrecargado -como solo los monoambientes pueden estarlo- . Las dos personas se desean con una pasión desenfrenada, están a punto de estallar. Largo tiempo pasaron simulando ser el gato y al ratón, haciéndose pelota en un juego que las tenía en primer plano, hipnóticas para mis ojos. De alguna forma se sostuvieron en una misma obsesión, y llegan a ese encuentro inevitable. Porque esas cosas pasan en la ficción, los encuentros acaban por ser inevitables y muy necesarios. Todo lo que pasa después, bueno, mejor que quede fuera de escena, mejor que no sea narrado, porque alabado sea el silencio, alabada la última hoja en blanco. Si la situación continuara, yo ya no tendría vida. En fin, la ficción es vida, otra distinta…Se encuentran estas dos personas, haciendo caso a lo inevitable de la fatalidad, y de eso sí que hay mucho en mi realidad. Fatalidad en las calles del barrio Rivadavia, fatalidad en las clínicas de la ciudad, en los otros barrios, en las provincias, fatalidades en el país y en el mundo y, estoy seguro, en el resto del universo. Parece ser la única regla que todo lo abarca: la fatalidad…Pero dale, esto no es una tragedia, supongo. Porque estas dos personas que se encuentran se desean mucho, y están recostadas la una al lado de la otra, en la cama. Una mira el techo, con la vista perdida, como no pudiendo entender lo que pasa. Es la que reprime, es la que trata de contenerse bajo el poder de las normas castradoras que le impuso la sociedad. Nadie debería enamorarse de un monstruo. La otra, la mira a ella, a Eva, con ojos de deseo. Pero de un deseo profundo y más verdadero de lo que la ficción pretende. Tal vez soy yo forzando una lectura, pero la está mirando con la fascinación con la que se mira aquello que no se entiende, que no se puede explicar. Surge el miedo y la duda, cualquier cosa puede pasar, pero va a ser trascendente y definitivo. Una explosión, en algún sentido. Se ponen de lado, se miran, pero eso es ya el movimiento que sigue en la escena. Me quedo en el plano cenital del principio, yo mirando desde el techo esas dos personas expectantes por la explosión del deseo y del odio y del amor y de todos los sentimientos encontrados que cultivaron, entre ellas y con los demás vínculos. Todo eso no puede terminar bien, en la realidad. Pero esta historia, que no es mi historia, es ficcional. En ese territorio, las cosas pueden ser distintas. Yo ya me frené, congelé la escena, no necesito más. Esas dos miradas me explican lo que yo sospechaba pero no me animaba a expresar. ¿Me sé expresar? ¿Cómo, si nadie me enseñó? Tal vez, mirando al techo y preguntando “¿Cómo carajos hice para llegar hasta esta situación?” “¿Qué hago con esto que siento?”. O sino mirando a quien tengo al lado, pensando “¿Qué carajos estará pensando?” “¿Qué mierda puede llegar a hacer?”  “¿Tendría que hacer algo?” Pero en mi escena, ya la tengo apropiada, no pasa nada. Las opciones sobrevuelan el tenso ambiente. La apuesta es de las que más me gustan: a todo o nada. Y también está la trampa, porque sé muy bien que el Todo es imposible, porque solo los astros son perfectos, solo los astros. Los humanos no estamos ni cerca. Y si quedamos en nada, ¿qué sentido tiene haber llegado hasta ahí? ¿para qué tanto deseo? Se abren dos caminos posibles para el deseo: La posesión o el asesinato, que en verdad son dos caras de la misma moneda. Lo más extraño es que la psicópata Villanelle lo sabe, es su regla general. Sin embargo, es ella la que está rendida al deseo, es ella la que suspende su naturaleza de loba despiadada. Y es la otra la que saborea, por primera vez, esa posibilidad de perderse absolutamente, hundirse en su deseo, soltar su esencia inexplorada y convertirse en su propia psicópata. Lo va a hacer, los roles se van a invertir por un instante. La escena se va a romper entre la sangre y el flujo del deseo sexual tanto tiempo reprimido. Después de todo, hay un arma, que si está a la vista deberá ser usada. El universo va a volar en mil pedazos. Y yo, mirando desde arriba, con la cámara, me voy a quedar maravillado de la vida. Pero va a ser todo un instante. La trama se va a reconfigurar en unos segundos. Cada quien volverá a su rol, a sus lugares, a sus escenas. ¿Pero quién nos quita lo sentido? A veces pienso que consumo las ficciones como un verdadero psicópata. Que las pervierto según mi propio y desviado deseo…Vuelve a ser de día en el barrio Rivadavia, tengo que ser presente y sufrir un rato. Salir de la cama, clavarme un barbijo y pretender que no hay gente sufriendo, que mañana todo va a estar bien y que las filas de autos pidiendo hamburguesas tienen algún sentido. Que en las redes sociales hay pasión y que por Whats App alguien piensa que es posible jugar esa apuesta definitiva. La apuesta es a todo o nada, o no sirve. Si no sentís algo de eso, por favor, seguí de largo.
Manifiesto de la semana: Todo lector es un psicópata.

*La escena está en el final de la primera temporada de la serie Killing Eve. Y lo que surgió como música es lo que va a continuación…

*************Humildemente Scardanelli, desde el corazón del barrio Rivadavia, un lugar desde el que también se puede joder al patriarcado*******************************Contacto: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar***********

**(Publicado el 21/05/2020)

Poesía no eres tú, y yo no soy yo

Y Wordsworth lleva aquí su teoría psicológica del origen de la poesía. Dice que la poesía nace de la emoción recordada en la tranquilidad"
J.L.Borges

Estaba pensando algunas cosas que, por ahí, en un par de años vuelva a leer, y que seguro voy a terminar diciendo - en ese futuro siempre distópico, donde Orwell y Atwood  van a estar a mano para cantar "esto que pasa estaba escrito por acá"- que estaban muy equivocadas. Porque es parte de mi personalidad. A lo mejor hoy estoy convencido de esta oración que escribo, pero mañana la leo y no puedo entender qué carajos me pasaba - del presente viajé al futuro y volví al pasado, en una oración: los tres tiempos - ¿Por qué escribiré lo que escribo y escribí? ¿Por qué elijo esas palabras y no las otras? ¿Por qué elijo palabras? ¿Por qué no puedo hacer como el genio de Little Richard, y salir de gira con Doc Hudson a vender una crema de serpiente, que no es crema y que no es de serpiente? Calculo que lo de salir a recorrer el país ahora es un poco difícil. No imposible, porque hay mucha gente que lo hace por necesidad, que es la manera que tenemos para ver las cosas desde otro punto de vista. Eso de vivir en un eterno estado de excepción. Pero existe mucha gente que habita en ese Estado de la normalidad o normalización o como quieran llamarle, que tiene un trabajo más o menos estable, que es reconocida por alguna Nación, que tiene ingresos mensuales más o menos regulares, que está bancarizada, que está registrada, que tiene documentos, etc. En esa dicotomía siempre me tocó pedalear, nunca poniendo los dos pies en ningún lado, siempre extranjero, en movimiento, autoexiliado eterno. Y escribir. Mañana, cuando relea esto, no voy a estar de acuerdo. Tiendo a buscar una definición de mi "poética" en ese movimiento inestable, pero la verdad es que no doy para tanto. Vuelvo al principio, entonces, y veo que las cosas están cambiando para cualquier parte. En este nuevo escenario sentimental, la escritura muta, sin dudas. Un efecto colateral del coronavirus y todo lo que vino con él. Pero ahora no lo puedo ver, no lo puedo describir con precisión. No me salen otras palabras, ya no tengo el orden de ayer.
La tentación es siempre la misma, la última. Eso de comparar lo sucedido en la realidad con un mal sueño, del que algún día uno se va a despertar. Pero eso no pasa, hasta Fredy Crueger - se escribe así, lo acabo de googlear, en mi infancia siempre pensé que era Cruguer - se cansó de estar esperando en su cama a que la pesadilla termine. Y ni siquiera es tan así. En todo caso, las pesadillas se actualizan cada tanto, lo que nuca se habita es el sueño deseado. Porque el deseo es siempre deseo, sin importar el lenguaje en el que se lo exprese. Puede ser la escritura, puede ser en los sueños, puede ser en la realidad del hoy / ahora. A veces pasa - o tal vez siempre - que se vive idealizando el pasado. Cada paso que uno da es peor que el que se dio unos segundos antes. Eso porque el presente se percibe tan fugaz, que no hay tiempo de clasificarlo. Y queda el pasado cada vez más perfecto a la distancia, como todo. Desde lejos no se ve, ¿verdad? O se ve distorsionado. Con el tiempo es igual. Cuanto más lejos, mejor fue. El futuro es otro cantar, es el territorio del deseo, de la proyección. No importa qué tan distópico y fatal se calcule lo que vendrá, siempre hay una pequeña rendija donde se filtra el deseo. El problema es cuando el deseo no es lo esperado, cuando el sujeto deseante desea algo terrible, inconfesable. Ese es el peor de los tiempos. Ahí radica el mayor de los trastornos, el peor de los estados.
¿Qué estás escribiendo? ¿El presente? ¿El pasado? ¿El futuro? el tiempo de la escritura es el de la escritura. Ese es un tiempo que condensa y concentra todos los tiempos. No creo, como el epígrafe del Borges profesor, donde recupera la teoría de William Wordsworth, eso de que el poeta deba escribir siempre sobre el pasado, una vez que apaciguó los impulsos y puede analizar objetivamente los sentimientos: "la emoción recordada en la tranquilidad". Es verdad que funciona lindo, suena mejor, pero es una tediosa mentira. Es algo así como la definición de Bécquer: "poesía eres tú". La poesía es mucho más yo, sin duda. Ese sevillano era puro "Yo". El poeta es un artefacto del yo. Pero la poesía no es tan así, porque con el poema sí se explota hacia afuera, sí que se juntan todos los tiempos y los espacios y las personas. Territorio del lenguaje, territorio colectivo, territorio compartido con la historia, territorio del deseo, territorio sin trincheras, territorio del contagio, territorio del peligro, territorio del deseo, territorio de la desterritorialización...¡Y qué molesto y oscuro estás hoy, Juan! ¡Verdaderamente insoportable! ¿Por qué no te contás una historia, ya que volviste al ruedo, ya que volvés a caminar las calles como antes...pero diferente, con pasos más actuales, menos épicos, más cercanos a la muerte?...
...Ah sí, serían más o menos las siete de la mañana y hacía un frío del ojete, aunque todavía sin escarcha. La idea era entrar rápido en calor con un café - pongo esta bebida y no mate, por cuestiones protocolares - y seguir adelante con la jornada, la primera de su vida. Pero no pudo. Algo o alguien lo tenía amarrado a la cama, la suya, la de siempre, la de todos los días. Primero pensó que era la pesadez que se siente al despertar temprano, cuando el cuerpo capta que su temperatura no tiene nada que ver con la del afuera de las sábanas. También se conoce como fiaca, ese bendito y maldito estado. Rápidamente, se dio cuenta que sucedía otra cosa, bien distinta. Su cuerpo estaba desperezado, listo para encarar un nuevo día de cuarentena, de exposición. Hizo fuerza con todo lo que tenía a su alcance, y tampoco funcionó. Gemía, ponía gestos dignos de cualquier diarrea, pero no conseguía levantarse de la cama. Comenzó a explorar sus extremidades, pero nada las sujetaba, nadie las presionaba contra el colchón. Todo su cuerpo yacía boca arriba, en total libertad, pero sin poder moverse. Se sentía como atrapado en un cadáver "¿Me estaré muriendo?" "¿Me habrá paralizado el veneno letal de alguna nueva clase de araña, una con algún virus de marsopa que mutó, una quimera muy extraña?". Luego de unos segundos, pensó en lo peor "¿Habré muerto y este es el estado previo al fin total?" "¿Unos minutos sin dolor, como para poder recordar tranquilamente los mejores episodios de mi vida?" "¿Y por qué no empiezo a recordar nada, será que no tengo grandes éxitos para compartirme?". Pasados unos instantes, que le parecieron eternos, se tranquilizó, tomó aire y quiso largarlo. Descubrió que no podía respirar. "¡Estoy muerto!" se dijo. Sin embargo, sentía latir el corazón. "¡Esto es peor, me estoy muriendo!". Comenzó a desesperarse, a entrar en pánico. El latido del corazón era cada vez más intenso, parecía como que se le iba a escapar del cuerpo, como si solo el corazón respondiese a los estímulos enviados a las extremidades. El latido se aceleró a la velocidad de la luz, cerró los ojos, estaba bañado en sudor, pensó en que, finalemente, todo terminaría esa maldita mañana . . -Fría . - -Solo . - . ----..-.------ Y se despertó de un salto.
Era un sueño. ¿Era un sueño? ¿Qué cosa es un sueño? Y una pregunta fundamental para el final: ¿Por qué los sueños, por más traumáticos que parezcan, nunca dejan secuelas graves en la vigilia? Durante mucho tiempo pensé que eso era la escritura para mí. Escribir tenía el mismo efecto. Yo podía meterme en la vida de cualquier artefacto de ficción y salir indemne. Pero hace un tiempo que siento algo diferente. Será que estoy descansando poco, o que directamente, ya no sueño.

****La foto es el amanecer en Vivoratá, el mejor del universo, es como estar mirando la ventana del futuro. Y como para acompañar todo este combo, siempre García, en la misma línea:

***********Con la humildad de siempre, Juan Scardanelli, desde el barrio Rivadavia, cuna eterna del encuarentenamiento, la crisis económica y el crack psicológico-espiritual**********Constant contact: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar******************************************

**(Publicado originalmente el 13/05/2020)

Volver al futuro: parte J

La gente habla de salir: "Deberíamos salir" "Salgamos" "Nunca salimos". Bueno...Salir es esto (risas)...Lo bueno de salir es que no hace falta irse mucho tiempo. Lo suficiente para tener una sensación que tendrán todos. La sensación es: "Tengo que volver". Después de todo el esfuerzo que requirió poner sus ojetes (el humorista mira al público) donde están ahora, recién están en la mitad de esta pesadilla. Estén donde estén, en algún momento necesitan irse de una puta vez. En el trabajo, quieren irse a casa. Están en casa: "trabajo todo el día, necesito salir" Salen y se hace tarde: "Tengo que volver" "Tengo que levantarme" "Tengo que ir al aeropuerto" "¿Cuándo subimos?" El avión despega: "¿Cuándo aterriza?". El avión aterriza: "¿Cuándo abren la puerta para bajar?" Nadie quiere estar en ningún lado.
Jerry Seinfeld

No debería intentar escribir un carajo, qué se yo, más o menos por unos diez meses. La elección temporal no asegura que pueda existir un regreso, eso es lógico. Yo puedo afirmar que voy a realizar determinada cosa el próximo…sábado – pongamoslé -, pero es posible que llegue el día y no pase nada. El potencial o condicional es un recurso que otorga el lenguaje a quien sabe utilizarlo un poco, pero también puede servir para quienes tienen algo de maldad. Y eso en un estado previo a la llegada del nuevo milenio. Porque ahora funciona mucho mejor la siguiente fórmula: Influencers + fake news. O por ahí eso era hasta ayer. Lo que tenemos hoy es que la noticia poco importa, la opinión mucho menos. Lo que tenemos son publicaciones cortas en todas las redes imaginables – por (fake)news empresarios, que ahora son llamados CEOs – destinadas a perseguir como perros de caza, a quienes ya están convencidos de ciertas “verdades”. Entonces, se vive reforzando – día a día, y eso es un trabajo de hormiga admirable – con la misma vacuna ideológica a más o menos las mismas personas ya convencidas, todos los segundos de la vida. Pero si estamos todos destinados a pasar mucho tiempo confinados…Aclaremos las aguas – que siempre bajan y bajarán – turbias: el confinamiento ya llegó hace rato, todo un palo ¡ya lo ves! ¿Quién no tiene en sus manos el aparatito que invita al confinamiento constante, autoconsciente, tomado por inevitable?. Y sí, ya lo sé, que tengo que seguir mi vida – pero esto es una canción, solo una canción de despedida al mundo como alguna vez (no)lo conocimos – y adaptarme a la del resto, que pasa gran parte en mediación constante con el celular. Lo que sucede es que, después de semanas y semanas y días y horas y minutos de cuarentena, uno engancha la sintonía fina, digamos. Entonces, de qué carajos nos podemos quejar, si es como que pedimos que nos abran la jaula, pero sabiendo que si eso pasa, no vamos a volar demasiado lejos. Y claro que me estarás tratando de contradecir y armando un montón de contra argumentos irrefutables. Sí, a mi también me jode la cuarentena, no estoy diciendo que debería seguir eternamente, tampoco estas líneas quieren de ser vindicativas del encierro. Solo pensaba, sentado en la guardia de la Clínica 25 de mayo, cuánto tiempo estaría uno fuera del lugar donde pasa la cuarentena, si tuviese la oportunidad de salir hoy. Llueve, hace un frío del ojete, tampoco la ciudad te invita a grandes patriadas, tampoco tu vida es un aluvión de emociones por fuera de Whats App, Instagram y Facebook…Mañana se levanta la cuarentena – un supuesto, que sería una noticia falsa de mi parte – y podés hacer lo que se te antoje, una suerte de libre albedrío post pandemia / ant nuevo apocalipsis. Bien, la pregunta es: ¿Cuánto tardarías en volver a acariciar tu celular? ¿Cuánto en volver a estar tirado en la cama viendo la tele, la compu, el celu? Si se realizase un censo mundial…Ahorremos laburo a las grandísimas universidades de todas partes del mundo – del lado donde da el sol, obvio – que destinan partidas increíbles en llevar a cabo ese tipo de estudios, que no sirven más que para cubrir algún agujero noticioso en un medio gráfico – quise poner web, blog, portal o plataforma digital –, en la radio o en la televisión. O para que algún famose lo comparta en su Tweeter. Es más, si te das maña, hasta podés llegar a confeccionar un hermoso meme, de esos que vienen prefabricados con mención a algún capítulo demasiado rayado de los Simpson. Entonces veo que hay gente que llega a la guardia de la clínica, se sienta a esperar con el barbijo puesto, y al instante saca su celular y se queda absorta en la nada. De verdad, la excusa puede ser cualquiera, la que sale más rápido es la del mensaje “urgente”. Siempre, todo mensaje es urgente. Pero escribamos con sinceridad, la mayoría de las veces uno saca el celular por costumbre, para mirar la pantalla, acariciarla un poco, comprobar que fulanito o fulanita está “en línea”, y ampliar alguna foto de portada que llamó la atención, la actualización de un “estado”, solo porque hay un llamativo circulito que inquieta y dispara la ansiedad: ¿Cuál de los cien mil contactos que apenas conozco, acaba de “actualizar” su “estado”, o acaba de subir una “historia”? ¿Será que tal o cual me etiquetó para un sorteo de una agujereadora? En eso pasa el tiempo, un montón de gente, los virus, las pestes y el fin del universo. Entonces levantás la cabeza y es tu turno. ¿Y sabés qué es lo más loco? Que tenés fiebre, te sentís para el orto, pero tenés que llenar una planilla a mano, con la vieja y querida lapicera, y te tienen que “autorizar” el turno desde tu obra social, que te hace llenar otro papel a mano para que se lo lleves a la “sucursal”, para ahí enterarte de que te reintegran el 24% de la “consulta”, y que no tenés más plata ni para comprarte una aspirina, y que te vas a tener que volver caminando a tu casa con 38º de fiebre. Y no jodas, que no es coronavirus, volvé si te duele la garganta y perdés el sabor, porque resulta que encima de todo eso te acusan de inconsciente………A la cama temprano, una sopa, ponete algo en la N roja, que al menos es más accesible que la salud en tu ciudad, mucho más amable y no te hace falta barbijo.
Ahí tendríamos una pausa. En serio, no tengo ganas de escribir. Mejor sería grabar todo en un audio, alguien le podría avisar a Jerry Seinfeld que los mensajes de texto fueron enterrados hace un par de años tecnológicos, que no transcurren como los de los seres humanos. El año tecnológico dura siete días, con suerte. Si la mano no viene bien, dura cuarenta y ocho horas. Este es el año de las videos llamadas, por ejemplo. Dirán que fue culpa de la cuarentena y demás, pero la verdad es que ya se venía usando cada vez con más frecuencia. ¿Que los vivos de Instagram son furor a partir del confinamiento? Ni cerca, ya venían haciendo estragos desde mucho antes. Digo mucho en tiempo tecnológico, que en verdad es un par de semanas. Todo lo que termina por volvernos un poco más acelerados, ansiosos e impacientes. Esa sería la mejor definición del ser humano hoy día. Sumado, tal vez, a que cada segundo nos perfeccionamos en eso de ser más "garcas". Porque la única novedad que va a quedar cuando el virus pase será esta: los garcas cambiaron de equipo. Nada más, la "nueva situación" es igual que la vieja, lo único que mutó es el lugar que ocupa el garca. Si antes sacaba ventaja del resto haciendo x cosa, ahora lo logrará haciendo otra. El que tenía su guita en dólares la pondrá en yenes, el que apostaba por Mc Donalds transferirá a Amazon, y etcétera y etcétera. El mundo seguirá dividido entre ganadores y perdedores, los primeros serán unos cientos, los segundos millones. Y si no me creen los invito a revisar el próximo estudio realizado por la Universidad "y", de cualquier Estado privilegiado del mundo. Dirá en sus papers: el 5% de la población concentra el 90% de las ganancias. ¡Sorprendente novedad! Noticias de ayer, ¡extra! ¡extra!
*********Conclusión: Esto también, ya pasó. Por acá me puse a intentar una conclusión, que ya estaba cocinada hace tiempo. Todavía no se me van las ganas terribles de no escribir. no debería escribir más, mejor pasemos a la música. No soy ricotero, pero como cité, ahí va:


------------------------Humildemente, Juan Scardanelli, desde el barrio Rivadavia de la ciudad de Batán. Saludos y amores, me encuentran por acá: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar------------------------Algún día dejaremos de copiar y pegar, y usaremos tijeras y plasticola------------------------------------------------

El evangelio según Scardanelli

El constructor de artefactos puede producir muchos
(sin procurarse más cansancio que el del trabajo manual).
El objeto puede resultar, a veces, irónico:
el artefacto siempre lo es.
(Pier Paolo Pasolini)

Sos libre, hace años. Todos los crímenes ya fueron cometidos ¿Qué más querés? Podés hacer con el lenguaje lo que tengas ganas. En serio te digo. Empezá a cagarte encima de los libros y tirale de los pelos a cualquier autor / autora / autore que se te antoje. Eso, cumplí tus caprichos, ponete en el medio de la siguiente cita: “Dios está muerto y lo enterramos juntos”. Quedate un rato pensándolo, si lo necesitás. Te cuento un secreto: puedo permanecer varias horas flotando por acá………..o en esta parte del tex-to. ¿Habrá permiso para salir a pasear por estas líneas mediocres, de escritura, que condensan el pasado – el mío, obvio -, el presente – el nuestro, claro- y el futuro – del lenguaje, ni hablar –? Viste que a veces hace falta que alguien te diga qué hacer, para no volverte tan loco. Pero el problema es cuando no está esa barrera, que funciona de contención. Por lo general, te confieso, yo me las termino imponiendo, y decido creer en un más allá dominado por mis más enormes y gigantescos miedos. “Juan Scardanelli, no te pongas a escribir eso o aquello, es una real cagada que te condenará al peor de los círculos del infierno” ¿Pero qué tal si ya estamos en el peor de los círculos del infierno? ¿Qué tal si el mismo Dante se me ríe en la jeta y me dice, con esa nariz puntiaguda y aplastada contra el labio que tiene: “Che vos, dejá las aliteraciones de una vez por todas. Mejor dejá de escribir, no le hacés un favor a nadie”. Entonces no me queda otra que sentarme con Saturno a jugar al dominó, mientras nos comemos a todos nuestros hijos. Tal vez quede algún hueso en pie, para el perro, para los perros del continente. Porque hay mucha gente que se adapta al calor de las llamas infernales, que no experimenta culpa de una manera autodestructiva. Suerte para ellos, a lo mejor le sacaron la punta al lápiz, se dieron cuenta de cómo venía la mano. A mí me tocó nacer en un barrio donde unos boludos pusieron una capilla cristiana, tal vez para sentirse mejor. Entonces, jugaban a que ayudaban a los pobres pibes, que vaya a saber qué diablo había marginado de la Historia. Así, en su fábula, se convertían en algo parecido al “Salvador” que se habían inventado – bueno, en realidad se los había impuesto el relato religioso del pasado – y hasta probaban, por las noches, clavarse un par de clavos oxidados en las palmas de las manos. Y yo los admiraba, eran los fanáticos más encarnizados de una zaga literaria o de lo que hoy sería una serie de Netflix. Cuánta pasión por una historia, por una narración. Pero claro, uno de los conceptos más insistentes en esa historieta es la culpa. Ahí es donde me jodieron, así que yo también quedé atrapado en la peor red de la historia, inventada por personas que poco tienen que ver conmigo. Y el problema con la culpa es que termina facilitando la criminalidad. En su nombre podemos cometer cualquier tipo de asesinato, cualquier tipo de injusticia. ¡Podemos crear nuestra propia justicia y metérsela por la boca al prójimo! Cuántas verdades refaccionamos día a día y las mandamos por buzón, por mail, por redes sociales y por el soporte que sea. El soporte siempre al servicio de la historieta que se quiera dibujar. Pero la Historia no se agota ahí, ni la tuya ni la mía. Hay un montón de otras Instituciones que te terminan dando ese derecho al crimen. Tenés que seguir un par de reglas, pero una vez adaptado, ya estás listo para siempre. En el medio vas a ir perdiendo cosas, obvio, nada te puede salir gratuito en este Sistema. Seguís, avanzás, tenés la idea implantada en tu cuerpo: hay que avanzar hacia…Si llegaste a este punto, sos un buen soldado, servís como el mejor a una causa que no entendés, que no inventaste, que ni siquiera querés demasiado, pero es tu consuelo. Desde ahí construís tu coraza, podés justificar tus más inconfesables ruindades. Porque peor es lo otro, siempre. ¿Cómo es eso de que somos libres hace años?. Sí. Te lo actualizo, para que te quede más clarito: sos libre, idiota. ¿Ahora te diste cuenta? Mirá hasta qué punto de la Historia tenemos que llegar para que te sacuda entre un par de oraciones. Tampoco me tenés que creer. Vos sabés mejor que nadie que no hay poder más terrible que el autoconvencimiento. Por ahí, en este punto, me decidís abandonar y está perfecto. Yo no te quiero educar, no quiero ser uno de esos que juegan con tu lectura. Hacé la que quieras, mirate en el infierno que te de la gana, hacé lo que puedas con esa culpa que te metieron tan profundo. O cagate en todo, esa filosofía es de las más llevaderas. Igual, para que lo tengas en cuenta, te lo repito: todos los crímenes ya fueron cometidos. No quedó en pie ni un investigador. Se rindieron ante el primer indicio, y ahora hacen largas filas pidiendo una bolsa de alimentos para pasar el invierno, la cuarentena. Linda manera de vivir, tramando el próximo crimen impune. ¿Qué se te ocurre? ¿Un par de oraciones mal ezxritas? Acá alguien botoneó, estoy seguro, alguien señaló mi error: “La palabra palabra no lleva tilde orto-gráfica, está acentuada, que es distinto” Y ñoñeses de ese tipo. Los guardianes del estilo que nadie quiere, pero que todos defienden. Repito: sos libre. Pasa que ya lo escribí tantas veces, que perdió un poco el sentido, ¿no?...¿Te crees piola por violar la cuarentena? ¿Eso entendiste por libertad? Idiota, saberse idiota es ser un poco libre. Más allá, reconocete como el primer ignorante, el primate, prignorante. Más allá del fuego y la rueda, por debajo de los platillos voladores de la NASA y por encima de las declaraciones de Leevon Kennedy. No hay temas importantes a menos que los disfrace con un registro adecuado. Hay registros y frases quietas, que se repiten hasta quedar impregnadas en lo profundo de tu corazón. Y con eso planeás desentrañar el mundo y sus vicisitudes. Pobre, estás desierto. Desierta. Desierte. No me gustaría dejarte así, en este punto. No quisiera ayudarte a que te autoayudes, porque todo eso es un invento – más reciente – de tu “Salvador”. Basta, no pienso venderte una receta para que aprendas a ser feliz, o para que aprendas qué carajos decimos cuando decimos “feliz”. Tampoco te quiero escribir en un libro, para hacer guita utilizándote como una de esas ratas de laboratorio que, por estos días, están mutilando en los laboratorios de todo el mundo, en busca de una vacuna para curar lo que nunca va a volver a ser sano. Perdón, te decía, el concepto de felicidad es tan…tan…¿boludo? Para empezar, es una palabra que suena muy mal. Cuando la pronuncio, te lo juro por tu “Salvador”, me siento un idiota. Vos y yo somos lo mismo, pero vivimos en diferentes paredes. Para seguir no tengo ganas, justamente, de seguir un concepto, para eso están les especialistas que te van a explicar desde infinidad de puntos de vista lo que este conjunto de letritas puede llegar a significar: f-e-l-i-c-i-d-a-d. ¿Te das cuenta? ¿No? Te dejo pensar un par de segundos…………………………………………………….¡Dale!.............................................................................................................................................................¿Ya lo tenés?...................................¿No?..............................................................................................................Bien hecho, después de todo esto, algo aprendimos.
Los Evangelios mienten porque quieren predecir el futuro. Y eso es imposible, porque utilizan un registro del pasado................................................Y que no te pase lo mismo..............................Que no me engañen, a menos que yo quiera...

***El fragmento pertenece al libro Cuarto del Evangelio según Scardanelli, un profeta más del barrio Rivadavia. Y como acompañamiento musical insistimos con la temática, entonces va Yoko Takahashi con el tema de la serie Evangelion, justamente....

**Contacto sobrenatural: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar

                   -------------------God's in his heavenall's right with the world--------------------------

**(Originalmente publicado el 30/04/2020) 

¿Continuará?



¿Continuarás soñando? Digo, cuando todo esto se termine y te vuelvas a olvidar, que por las noches, la temperatura baja, hay soledad y las tempestades golpean la puerta de la cordura, todo se sacude y no es, exactamente, como lo habías planeado.
En la investigación sobre qué escribir y cómo hacerlo se va la vida, de quien tiene ganas de rifarla en el lenguaje ¿Y dónde más se puede apostar ahora? El trabajo ya no es contacto material, humano, sangre, semen y lágrimas. Todas las cosas de los cuerpos son peligrosas. Inventos del Satanás de los contagios posibles. El cuerpo reducido a partículas que se le escapan y son veneno mortal. Pero también está el otro tóxico, el que solo te sirve para dormir un rato, que no es lo mismo. Entonces las benditas instituciones, los Aparatos Ideológicos de Estado devorando las almas, mientras Althusser acogota a su mujer en la cama de un departamento en París ¿Qué era París? Una ciudad de pobres Galos que apenas si podían hablar, pero que mejor sabían pelear. Y no había monumentos horribles, de hierro y de cemento, donde las hojas interminables de la burocracia se reconvierten en activos invisibles, que vuelan como livianos aviones low cost, sobre tinglados donde ya no se escribe nada, porque los edificios solo sirven para el turismo. El palacio de gobierno es como Hollywood, y quienes lo ocupan son actores mediocres, sirven para las fotos, inactivos recuerdos de un pasado que...bien visto, nunca fue mejor. Porque, seamos sinceros, ¿cuándo imaginamos un futuro mejor? Nunca nos dejaron los perros de caza, hociqueadores de los sueños ajenos, rastreadores implacables, siempre atentos ante el más mínimo intento de futuro posible y humano. Hermano. Hermana. Hermane. A lo mejor los Jesuitas algún día desaparecen del lenguaje. Hagan el favor y dejen de hablar de las clases sociales y de los medios de (in)comunicación. Estoy harto de descubrir los mismos secretos todos los días, cada vez más condensados en memes, para compartir en las redes sociales, para que la referencia quede cada vez más disuelta. Extraño el insulto completo y a calzón quitado. Decime que me vaya a la mismísima y real mierda del gato, por favor. Decime que Donald Trump es una bosta de ser humano y que John Lennon está vivo, en la Patagonia. Y que un nazi no causa gracia, que es una persona horrible. Dejá de reírte pensando que la comedia es tragedia más tiempo, porque la tragedia es siempre tragedia para los que la sufrieron. Y sí, a lo mejor esto es un sueño, y mirás por la ventana y hay un sol de otoño que dan ganas de salir a enamorarse, como ayer...Pero es otro universo, ya no existen esas cosas, no se estilan. Hay que andar con permiso para respirar al aire libre. Hay que andar con miedo para no cruzarse. No se puede mirar al horizonte porque ya no se deja ver. Da igual, para vos, que llueva, esté nublado o el sol raje la tierra. La Tierra ya se rajó hace rato, se mojó y se llenó de barro y nadie hace equilibrio, todos terminamos hundidos...Y es una mañana de abril, dios santo, para que no tengamos nunca más soledad, y eso era en otro tiempo, cuando era posible cruzarte con mi sonrisa. Pero no me jodas más, hoy me cansé, no tengo nada bueno para soñar, se me agotaron los argumentos. Los datos duros dan vuelta en la calesita de los portales, que giran y giran con sortijas con 5G, que vaya a saber qué epidemia pueden estar germinando. Las grandes gestas son por delivery, gente consumiendo licuadoras digitales conectadas a la red, gente viajando en súper moto - súper bici sin amparo en el corazón. Ninguno. Ninguna. Ningune...¿Y qué serie me recomendás? Dale, decime, así yo la puedo compartir para recomendársela a mi amigo coreano ¿Alguien escribirá esas cosas? Para mí que las hacen como tostadas, unas rodajas de pan puestas al fuego de la hornalla y ya, para qué más. ¿Cuántas veces la misma historia? ¿Para qué? Dale, compartime cuál es tu secreto para decir que el futuro es una muy mediocre película clase B, con fantasmas y extraterrestres mal diseñados, a los que se les ve todo el tiempo el titiritero por atrás. Con bandas de sonido que apestan a loopera, consolas, instrumentos virtuales que se basan en la repetición de dos o tres sonidos. Y qué copado que es el vivo de Instagram, de Youtube o de cualquier otra de esas plataformas, que son empresas que mejoraron su capacidad de hacer guita. Total, quién carajos se concentra dos segundos, hoy día. Con una pista de dos minutos sobra, porque después te vas a otra y así...loop...Lo que importa es la cantidad, sumar cosas, consumir cosas, consumar cosas, quemar deseos en la hoguera de los sentimientos líquidos, livianos. Pero morir, morir, es siempre igual. Y ahí es donde seguimos teniendo un límite, por eso mejor guardarse en un ataúd de cristal reforzado. Porque más adelante tenemos que seguir armando listas, comprando listas, listando listas...Hasta es mejor coger a la distancia, porque así no nos hacemos más mierda. Eso está bien, alguna cosa positiva tenemos que sacar, siempre. Porque la vida es como un negociado constante, como invertir en la bolsa. Como comprar Bitcoins, Vietcongs. Lingotes de oro virtual...¿Y cómo hace la gente para seguir cagándose de hambre? Seguro hay una app para comer cuando no te queda nada en la heladera, y otra app para morir dignamente, sin despertar al vecino. Vecina. Vecine ¿Por qué no me tiré de la ventana, cuando tuve la oportunidad? No hace falta, alguien lo hará por vos, por mí y por todos. Este ritual requiere de algún sacrificio de vez en cuando, en nombre de la libertad individual, en nombre de la economía egoísta. No te atrevas a interceder, esto es selección natural, asistida artificialmente. Pero todo es parte de la naturaleza, ¿no? Yo, vos, ella, él, todos. Todas. Todes. Dios y sus sirvientes, parte de la naturaleza. El zinc, el cobre, el hierro, el estaño, el petróleo, la electricidad, las G, los yogures diet, Spotify, la N roja, Fakebook, Youhoo, Mac Disney, el conurbano, Palermo choto, barrio Rivadavia mdp, el monumento a San Martín, el ex Canal 8, la Coca chorra, la verdad láctea y sus derivados transgénicos, las hectáreas infértiles, los pingüinos empetrolados, Michael Jordan, el FMI, FM Hit, Bolsonaro, Ángeles y demonios, los concejos de Manes, los concejos de Carlitos Balá, los concejos de Mirtha Legrand, el cine all inclusive de Campanella, todes les Fernández de la guía telefónica, TNC5NCNNTVROMSFIFAFAONUSARSATCCCTACGTNTKMITIFECOVID19-84, etc...
¿Continuarás soñando, ahora que sabés que las cosas se mueren, pero sigue naciendo lo viejo?
******PD: Una esperanza, como siempre, compartida. En esta música abril siempre es y será bello:


********Humildemente, Juan Sacardanelli, continuando y compartiendo sueños por acá: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar***********No sé usar Mercado Pago, no tengo tarjeta, no tengo plata, no sé qué podemos hacer, pero si querés te espero*************************************************

**(Publicado originalmente el 23/04/2020)

Tengo un baile de marineros en mi cabeza

Eso sería el título o a lo mejor una cita de comienzo, o tal vez el epílogo, o un verso que me quedó haciendo ruido, desde una lectura de ha...