El sonido
en trance,
marcando acentos
para perderlos por el camino
y dejar
colgados
a unos
cuerpos sedientos
de ansiedad por sacudirse/
demostrarse
que no están paralizados,
un escape
de la lógica
de la
fiebre de sábado por la noche,
un día que
no existe
en la
plataforma de Saturno,
rostros alienígenas
que no
joden con
esas sustancias
de siempre:
Perder el
punto de encuentro
en el
momento crítico,
volver nadando
a la orilla
con las
últimas fuerzas,
casi
ahogarse por incapacidad rítmica,
desfallecer
en la puerta del baño,
quedar tirado
en un rincón
de la
fiesta de fin de ciclo.
Retumbe de
último trance,
ritual chamánico
completo,
alguien confunde
a una bruja
con una virgen,
nadie puede
bailar esos ritmos,
nadie puede
cantar esas letras,
nadie sabe
distinguir alienígenas.
Hoy pisamos
Saturno,
aunque no
teníamos ganas
de ser
transportados
más allá de
Juan B. Justo y Jara.
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