“- Este es un sitio horrible para morir.
-Dime uno que no lo sea”
(Cormac McCarthy, Meridiano de sangre)
I
Un rastro,
perros de
caza,
buscadores
de farolas calcinadas,
dos rumbos
siempre:
todos los
días es aquí o allá,
galopar en esa dirección
que es una
vida elegida,
morir todo
lo demás
en el
atardecer del meridiano,
una fogata
de leyendas
- todas de
horror –
la
sensación en el aire
de que aquí
o allá se pone
en disputa
la supervivencia,
perder la
vida por un pedazo de grasa,
el cuerpo
sobre las llamas
caprichosas
de un juez trasnochado,
alguien que
levanta su alma
por última
vez
para ser
tajeado a muerte
por otro
cadáver
que había
olvidado
a su muerte
en una
fogata ajena
II
Vuelan los
restos de un cadáver
- vale
decir, sus huesos casi inmortales –
y luego
aterrizan bañados de aluminio,
material de
vanguardia
con efectos
modernos
que
actualizan la sangre
que se
sigue derramando igual,
y los
desplomados viajeros
continúan
cantando sus desgracias
a la luz de
las estrellas
y el
crocitar de esos cuervos,
centinelas
de todos los tiempos
nacidos sin
evolución,
como el hombre
y su guerra
inmaculados
frente al paso de los días,
inertes y
expectantes
esperando
por el instante
en que
vuelvan a ser convocados
para
extender sus fatales alas
por toda
una humanidad
que, mañana,
será lágrimas
III
Entonces con
todos los tiempos
en uno solo
y definitivo
se copia el
horror,
deja su
huella,
se lo
guarda en la memoria,
pasan los
abriles
y se pega
otra vez,
y todos los
tiempos
son ese
sufrimiento
y la
elipsis,
no
IV
Cuando el
sol cae
no hay que
estar a descubierto,
hay leyes
que son más
que la
naturaleza,
como cuando
baja la marea
y hay que
ver de lo que está
hecho ese
fondo,
y cómo
hacer para
continuar
en un
después de
eso,
¿para qué?
V
Sin perder
el rumbo,
sin mezclar
elementos,
siempre
respirando,
siguiendo
la dirección del viento,
curar
heridas,
caminar
rengueando,
entrar en
el desquicio
de un solo
blusero,
volar como
bola de paja
por el
llano,
hasta que
algo, por fin,
sea el
límite
o termine
de extinguirse
el sol
FIN
Quedarán
los que bailen
ese último
día,
los que
nunca morirán.
*****Música de fondo para esta lectura:
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