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Caer en la trampa


Tengo el recuerdo de una escena que sucede en una novela de Juan Forn. Un tipo, creo que periodista / escritor medio caído en desgracia, es invitado a una fiesta de gala de un magnate de los medios de comunicación, que es algo así como su jefe / dueño. Y el periodista / escritor no quiere estar ahí, obvio. Y mucho menos tiene ganas de bancarse el auto-agasajo que planeó su jefe / dueño. Entonces comienza a tomar, otra cosa muy obvia, hasta que en un momento su hartazgo es insoportable y se retira del lugar. Un lugar muy cheto y lleno de extravagancias y excesos de personaje que se cree más importante de lo que podrían ser unos pececitos que hay en una pecera grande, parte del decorado del evento. El periodista / escritor, camino a la puerta de entrada – salida, toma esa pecera y la revienta contra el piso, dejando un caos detrás de su salida. Luego la novela sigue, pero yo me quedo en esa escena. ¿Por qué? Lo primero que se me ocurre es que me siento un poco como ese personaje invitado a una celebración en la que no quiere estar, pero sin ganas de estar en ningún otro lugar. Eso le decía a Scardanelli, a lo que me respondió tomando un trago largo de cerveza de la botella cada vez más cara, y poniendo un gesto de total despreocupación. Bien, sigo con mis interpretaciones, a lo mejor estoy molesto conmigo mismo por algo que no estoy haciendo o que estoy haciendo demasiado sin darme cuenta de las consecuencias…ahí Scardanelli dejó la botella y me señaló la esquina de Francia y Garay, la de siempre, y me dijo algo así como que me dejara de joder, que la esquina era la misma, y que los dos estábamos haciendo más o menos lo mismo que hace unos años atrás, y que las cosas rara vez cambian demasiado en la vida de un ser humano, queriendo significar que los usos y costumbres que tuvimos, tenemos y tendremos, no van a modificarse casi nada, pues habría que viajar al futuro cien años mínimo para corroborar que de nuestras huellas quedó un abismo lleno de polvo y arena, esta esquina en ese futuro no va a ser nada, ni los baches van a quedar, y nadie se acordará de esta reunión fortuita. Fortuita para Scardanelli, que tenía en su poder la cerveza que yo había pagado con una plata que ya ni me acuerdo cómo conseguí, supongo que algún laburo de ocasión…¡Claro! Un trabajo para alguien insoportable como el jefe / dueño, y tal vez por eso el recordar la escena de esa novela, la pecera reventando en mil pedazos y los pobres pececitos inocentes con su movimiento epiléptico en el piso, tratando de encontrar alguna manera de respirar eso que tanto consumen los humanos: aire contaminado…¿y cómo carajos harán eso seres horribles de dos patas para respirar en este ambiente?...y entonces imaginate lo que pensó el periodista / escritor sobre esos peces, me pregunta Scardanelli, y yo sigo pensando mientras trato de matar un mosquito que ya me picó dos veces el brazo – y menos mal que el dengue todavía no se patentó en Mar del Plata-Batán -, así que tal vez el periodista / escritor lo que quería era liberar a esos peces, a quienes sentía que estaban allí encerrados en la pecera que su mismo jefe / dueño había diseñado. Y nada mejor que vivir en ese falso confort, porque la libertad total puede ser un peligro inimaginable para seres con branquias en vez de pulmones. Y yo tengo pulmones, creo porque en verdad nunca los vi, y verdaderamente no sé si es eso lo que estaba descifrando de esa escena, que por otra parte no es para nada relevante en la historia que cuenta Forn en la novela. Puede ser por eso que te la acordás tanto, porque es una escena que sentís que nadie más va a recordar si lee esa novela. Scardanelli ya deja de tomar de la botella y se pone más serio con sus pensamientos, pero yo no creo que esa escena la esté recordando tanto por el solo hecho de rescatarla del olvido. ¿Por qué? Será porque en cien años, etcétera. A lo mejor es eso que leí en una entrevista a la escritora Samanta Schweblin, en la que dice que la literatura es mucho más especial que el cine porque obliga a poner en funcionamiento la imaginación a mil, porque si yo escribo que tal personaje se pone unos zapatos de x color y forma, el lector se imagina esos zapatos como puede, con lo que tiene dentro de su imaginación y recuerdos de zapatos, y hasta por ahí le dispara recuerdos muy sentidos. En cambio, la escena de una película te enfoca los zapatos como el director se los imaginó y decidió representarlos, es un camino unívoco, direccionado, mucho más limitado. ¿Entonces, qué con eso de los zapatos?, pregunta Scardanelli. Nada que ver con los zapatos, olvidémonos de los zapatos y centrémonos en esta escena de la novela, la del periodista / escritor. ¿Tal vez soy yo uno de esos peces que quedan en el piso luchando por respirar, por escaparle a la muerte inevitable? Tal vez, continúa Scardanelli, todos somos un poco cada cosa, un poco peces agonizando en un ambiente que no es el nuestro, un poco ese periodista / escritor frustrado consigo mismo por vaya a saber qué traba emocional, y un poco ese lugar de festejo que sabe que fue preparado como una trampa. Eso último me dejó intrigado, ¿cómo es eso de que el lugar es una trampa?. Y aunque no leyó la novela, Scardanelli estaba seguro de que ese lugar del festejo era un engaño para el periodista / escritor, una escena montada para desquiciarlo, porque el jefe / dueño sabía perfectamente lo que ese tipo de celebración iba a causar en ese invitado en particular, y el otro también lo sabe pero igual va a caer en la trampa, y cuando no la aguanta más decide hacer aquello para lo que había sido convocado, causar un caos que sea recordado para siempre por algún lector. Y vaya si lo logró. ¿El jefe / dueño?, le pregunto a Scardanelli. No, que va, hablo del escritor. ¿Forn?. Sí, justo ese, el que dejó la trampa para vos.


******Eso parecido a lo que sintió Pink en la siguiente escena:

**********Humildemente, el Yo que dice yo*******charlas por el barrio Rivadavia con Scardanelli**************lecturas*******La mejor trampa es la que uno mismo se fabrica******pero hay gente que te conoce mejor*******especialistas infalibles******

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