Y tal vez tu coche se chocó la otra mañana y te darás cuenta de que Say No More es más importante de lo que creías
Una vez creí que nada iba a pasarme
Una vez pensé que nadie iba a matarme.
El tiempo pasó…
Reloj de
plastilina
Charly García
J se desayunó con una noticia que lo puso de
buen humor: Charly García había ganado el premio Gardel de oro la noche
anterior. ¿De qué servía ese premio? Para nada ¿Qué impacto podía tener esa
novedad en el Barrio Rivadavia? Ninguna. Pero J amaba inexplicablemente a
Charly García, y no concebía nada más impresionante en el mundo que escuchar un
disco suyo, de principio a fin. Sí, desde el tema 1 hasta el del final, sin
mover el orto de donde estuviese, atento solamente a la música y a todo lo
demás que pone un artista como García. ¿Qué otra cosa puede ser la felicidad?
Pero J quería más, extrañaba tenerlo tocando todos los años en Mar del Plata.
Ese día en particular era como año nuevo, la ansiedad atacaba de temprano,
había que devorar todos los discos que se pudiese antes del show y empezar
temprano la previa, con amigos, aliados. La bebida casi daba igual, un porro y
tampoco había guita para mucho más. La botella de birra camino al recital “esta
es la banda de Say no more”. Entrar agitando y que García salga a escena como
esté. J lo bancó en todas sus formas, en todos sus caprichos, hasta una vez que
entró a dar un concierto en Sobremonte, tomó el micrófono y dijo algo así como
“acá son todos re caretas”, arrojó el artefacto al piso y se fue para no volver
más. Otra vez, apareció de improviso en un bar que se llamaba García y Compañía
– lugar que solo duró abierto un par de meses, nada escapa al abismo del
invierno marplatense -, tapándose el rostro con una hoja que chorreaba pintura.
Se sentó, saludó a los pocos parroquianos que estaban allí sin poder creer su
fortuna, tomó la guitarra y empezó a tocar por arriba temas de los Byrds, que
sonaban de fondo. Magia. Para colmo, después de eso presentó algunas músicas
El tiempo pasó…J ahora estaba más viejo, tanto
como Charly. Pero el vínculo entre fan y artista es algo que está incorporado
en el ADN, y que se va a despertar cada vez que se manifieste una situación
cualquiera. El último disco – Random
- le había regalado recientemente una
sensación única, de unión increíble, siete años después. J escuchó…
Yo te mostraré el camino
entre la cana y los demás
vos siempre vas a estar conmigo
soy tu testigo, tu disfraz.
El círculo perfecto. No es que García volvía o
se reinventaba, o lo que fuera que dijera la prensa. Para J, Charly siempre
estaba. Era él quien lo olvidaba cada tanto, interponiendo otras cuestiones en
su rutina. En definitiva, la vida era eso que pasaba entre recital y recital de
SNM. Pero ahora Charly ya no toca en Mar del Plata, y es más difícil. El país
está cada vez más ortiva y J en el barrio Rivadavia pensó que lo mejor que
podía hacer era poner Filosofía barata y
zapatos de goma una vez más. Y sí, volverse a alegrar porque su ídolo había
ganado un premio, no importaba cuál ni por qué, ni que en la terna hubiese
estado con Axel y Luciano Pereyra. Más tarde la vida seguiría, más o menos
igual. El invierno se acerca y, como siempre, otro intuye todo en el alma de J…
…quería que todo fuera eterno
se fue el amor
llegó el invierno
y anduve tiritando en cualquier lugar
y sólo pude llorar.
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