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La política del pudor

 


Si no trasingís y llegás a un arreglo, o lográs una victoria pírrica o te quedás destrozada, hecha una ruina. Te convertís en el eco fantasmagórico de un muro destruido. (Suave es la noche, Francis Scott Fitzgerald)

 

¿Qué otro sonido menos audible que el que nació para no ser escuchado? Ese parece ser el mejor tono con el que vamos marchando, cruzando cualquier semáforo, en cualquier esquina del mundo. Esto vale para el lugar que sea. Y acá incluyo, además, el traslado temporal. Porque una esquina de hoy en el barrio Rivadavia, dialoga de manera directa con las esquinas de los barrios porteños que Borges celebraba en un atardecer, o con esos rincones donde se tiraba a pincharse heroína William Burroughs, después de haberle hurtado a algún ebrio unos cuantos dólares, para continuar en esa forma de vivir. Y todos igual de cuidados, susurradores apenas, cultores de la voz baja, unidos por el vicio de la invisibilidad. Nosotros, digo, cruzando calles con la mirada perdida en la rutina, pensando siempre en eso que viene después, y qué cagada que se me rompió el flexible de la chota canilla de la bacha, lo tengo que cambiar y a esta hora la ferretería está cerrada, y qué carajos voy a hacer para comer, y cómo mierda me voy a arreglar para llegar a buscar a los pibes a tiempo a la escuela, y para qué mierda me habré metido en este laburo del orto si no me pagan ni para cubrir el alquiler, y para qué carajos me habré puesto a salir con esta persona que tiene más quilombos que los que traía yo encima, y qué carajos voy a hacer si no parece que haya nadie que quiera darme una mano, y qué mierda que me tocó ser tan orgulloso como buen argentino, y la yuta que los parió a todos los que gobiernan váyanse al carajo, se me pinchó la rueda de la bicicleta… Un largo etcétera de sucesos cotidianos que este personaje, que se sienta en la esquina de siempre del barrio Rivadavia – cito Castelli y Francia -, suma arbitrariamente para llegar al fatal destino de tod@ compatriot@: soy la persona con más mala suerte del planeta, no me sale ni una, la recalcada…Mejor parar acá para tomarme un trago de birra y que el efecto burbujeante me afloje las piernas y empiece a sentir que todas las cosas de este miserable mundo me chupan un huevo. ¡Ah! Ese consuelo reconfortante bien de nuestro país, porque ya me acabo de dar cuenta de que nada voy a poder hacer para solucionar todas esas cosas que no puedo controlar. Aflojar los brazos, apagar la cabeza, ir aceptando que lo único omnipotente en este mundo es la crueldad. Listo, salir de melancolía, acto seguido, desengaño, evitar el llanto. Que la tierra me trague un rato vendría bien, pero esta tierra siempre se empeña en escupir, mal del país. Un poco más y me olvido de por qué llegué a esta situación, aunque sé perfectamente, pero viste que el dolor no percibido por la razón no es dolor del todo, ojos que no ven y eso. En fin, ya estoy perdiendo el hilo. Cierto, la frase de Fitzgerald, que para algo la habré copiado, o solo fue una joda. Bastante mala, ¿no? Porque mejor que vivir arrodillado es morir de pie, como decía el Che, pero resulta que ya nadie se acuerda de lo que era estar de pie, erguido. Puede ser que hayamos involucionado y vuelto a andar en cuatro patas, o puede ser que en realidad lo que logramos es una evolución difícil de entender como tal. Como sea, no me hagan caso, es mejor pelear, porque nadie quiere ser un eco sordo de tristes ruinas ¿Verdad? ¿Cuánto pagarán por eso? ¿En serio?, hay que hacer eso nomás y listo, ¿salvado de por vida? No entendí el dilema de la serie coreana, esa del todos contra todos, y que el último que sobreviva se lleve el premio para él solo. Es lo que sucede a diario desde que tengo uso de razón. Todas las peleas, que son siempre a muerte, terminan igual. Los arreglos, las agachadas, son parte de lo mismo. Y no me jodan con que ahora la humanidad se va a poner a zapar una de Lennon y listo con toda la mierda. Imposible, lo que va es una música bien apocalíptica, una melodía que sea una patada en las encías, y otra vez a correr para el lado que se pueda, falta poco, y todavía hay que seguir alimentándose ¿Quién habrá perfeccionado estas máquinas de hacer mierda todo? ¿La naturaleza, los dioses, una explosión mala leche? Eso, ¿cómo pueden pensar que un Universo puede generar algo lindo a partir de una explosión? No tiene sentido. No tiene sentido seguir nadando contra la corriente, porque no hace falta. No hay corriente, para empezar. Eso mismo, intentemos llegar a un arreglo. Ya te dije, soy de acá a la vuelta, pretendo seguir caminando con la cabeza gacha, pasar desapercibido, no generar más explosiones. Si vos andás con ganas de incendiarlo todo, te dejo el camino a partir de acá ¿Yo? Me quedo al costadito, no te hagás problema, desde esta vereda lateral al mundo las cosas se suelen ver menos borrosas, las ruinas suelen ponerse a tono para comunicar. Más vale estar atento y seguir escuchando. Hablé demasiado y la cagué por completo, más de una vez. Qué lindo cuando la tarde se va sin que nos demos cuenta, y girar para ver por última vez al sol, que sale sin barbijo por la 226, todos los días. Una ruta que es como uno, ¿no? Una orilla, un abismo, el vuelo bajo y tranquilo, una sombra de escombro, un flexible que ya dejó de intentar sostener lo que pesa mucho.

Cuando el mundo tira para abajo,

Burroughs lo sabía,

mejor aceptar la vida

como viene en la segunda mano

y que al final

nos salga el tiro por la culata,

sin que haya nadie en frente,

obvio,

¿no?


****Y bueno, en una de esas, por ahí somos human@s, víctimas nomás:

**************************************************************************************************Humildemente Juan, desde el cuarto blanco del Rivadavia*************************************

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