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Esto no es un manifiesto


Existen todas esas cosas que están destinadas a trazarnos caminos que aparentan ser obligatorios. Les pueden poner el nombre que quieran, pero la realidad es que ahí están, que se construyen desde el convencimiento –casi- unánime, previo a la conformación de la identidad dentro de cualquier sociedad.  Y basta con que una parte importante de la gente las crea, para que estas cosas funcionen como verdades indiscutibles. Así se fabrica la realidad, más allá de la lógica y la objetividad que, por ahí, también suelen estar direccionadas, falseadas de fábrica. Por lo pronto, no habría manera de escaparle a la trampa, porque si la verdad está coaptada y la lógica maniqueada, el sujeto queda a la deriva. Propuesta número uno sería: des-sujetizarse, vale decir, romper las ataduras con las convenciones que nos llevan a acomodar todas las cosas de la misma forma, todos los días. Vale decir, dejar de agachar tanto la cabeza, mirar con un poco más de atención el sol, y no para sonreír y congraciarse con lo “natural” porque sería seguir cayendo en la misma trampa. Mirar ese sol para decir, ok, esa bola de fuego del orto que está tan lejos  por lo menos tiene la decencia de calentarnos gratis. ¿Gratis? Puede existir algo gratis, todavía, sin que el Sistema se venga abajo. ¿Cómo puede ser eso posible? Otra manera de pararse frente al mundo. Segundo objetivo: colectivizar la des-sujetización, vivir la experiencia en comunidad, entre muchxs, pasarla de mano en mano, y comenzar la batalla ideológica. Una quimera utópica, en apariencia. Aunque cabría afirmar que es bien posible por estos días. O tal vez sería mejor no tocar nada, y seguir viendo cómo las sociedades siguen empobreciéndose en cantidades enormes, mientras unos pocos se empachan de tanto quedarse con la riqueza. A lo mejor, es muy civilizado esto de justificar guerras, bombardeos, atentados, los caprichos de los nazianarcomultimillonarios y un largo etcétera de horror. Pero por suerte existen las comedias y el stand up y los memes, y todo eso que nos hace tragar la mierda como si no fuera dolorosa. Moraleja obligatoria: no se puede hacer nada, seguí con lo tuyo, yo con lo mío, y nos vemos en unos años a ver qué quedó de todo esto que, alguna vez, llamamos mundo…

…Quiero despertarme en un mundo agradable, decía la voz dulce de David Lebón, y era una mentira que sonaba muy bien. Todo lo que suena así tiene que ser inmediatamente destrozado, porque mejor no pasar como idiotas. La letra de ese tema es tan infantil, tan inocente, tan pavota como el Imagine de Yoko y John. Igual, siempre es preferible esa dulzura naif al terror infumable de quienes se levantan todas las mañanas convencidos de que alguien más los va a cagar, y que por eso deben apresurarse a cagarlos primero. La ley de la selva de cemento, el más fuerte, el más apto, el que se meta más ruido en la cabeza, va a ser el que evite caer en desgracia. Porque pararse a pensar una temporada entera es una real pérdida de tiempo, da la sensación de que te caés del mundo y que perdiste tu oportunidad, ¿y cómo vas a  hacer para pagarte un diente cuando se te caiga? Ni idea, no sé cómo llegamos a este punto, que sea un negocio millonario el hecho de que te peguen un diente…

Velocidad, futuro, mirada hacia el más allá…aunque la verdad es que la mirada se fue hacia abajo, a una pantalla de dos por dos, con personas que son más bien aplicaciones que están ahí para no estar en ninguna parte. Como en la tan afamada serie televisiva Succession, donde un coro estable de oficinistas chetos y herederos de millones de dólares, se la pasa hablando con sus celulares, chequeando el impacto de sus tweets que se traducen en subidas y bajadas de acciones, caídas de bancos y empresas, y etcéteras de la vida financiera que también perdió glamur. Un par de oficinas, una sala de reuniones, el living de un departamento, el avión personal y el resto se resuelve por obra y gracia de los celulares. Signo de los tiempos, nada en contra de una serie televisiva. Por ahí el mundo agradable era el del voluntarioso MacGyver, capaz de solucionar cualquier inconveniente con cualquier objeto que no fuera un celular, porque todavía no existía. Entonces, por lo menos, el personaje principal se las ingeniaba para combinar cosas en apariencia incompatibles, y lograba inventar algo nuevo y siempre genial. O casi siempre, porque en algún capítulo el ingenio de Mac resultaba demasiado inverosímil, muy tirado de los pelos. Como fuere, ese agente lograba transformar la realidad y crear cosas nuevas, tangibles, útiles en primera instancia. Ahora solo nos queda lo que la inteligencia artificial puede imaginarse, que no es mucho más que una nueva aplicación, o resolver una evaluación con nota cinco sobre diez. Nada especial por ahí, nada especial por acá…

…La revolución no puede ser imaginada por la inteligencia artificial, eso es una obviedad. Las aplicaciones no nos van mejorar como personas, ni tampoco son capaces de cebar mates. Y sobre lo que sí son capaces de hacer, bueno, habría que probar si no se nos ocurren cosas un poco más copadas. No quiero ponerme en la piel del conservador borgeano, aferrado a valores de otros tiempos, los tiempos en los que reinaba MacGyver en la pantalla chica y yo era decididamente más joven. Pero hay que advertir sobre las posibilidades de lo que podemos hacer con lo que tenemos ahora. Inventarnos caminos alternativos a una realidad prefabricada que no parece ser muy humana que digamos. Ingenio social, que podría comenzar por repetir esas letras inocentes que soñaban con un mundo en paz. Como si fuera empezar desde cero, a partir de cualquier mañana, diseñando un dispositivo inviolable, universal, netamente realizable y seguro para todas las edades: Humanidad. Desde este abismo, seguir hacia adelante, sin matar ni pisar a nadie, con todo el mundo adentro y con la panza llena.

¿Esto fue un manifiesto? No, esto no es un manifiesto, ni es una pipa. Es un miércoles de mayo que me pegó más o menos. Confieso y paso la receta: cuando estoy mal y cuando estoy solo, suelo agarrar cualquier cosa de Roland Barthes y me tranquilizo. No servirá para pegarme el diente que se me cayó, pero es algo.


........música de fondo para imaginar un mundo más copado, años de MacGyver y mucho pelo en Lebón:

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