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Sabemos bastante. Sabemos demasiado. No sabemos nada

 


En el rutilante posposposapocalíptico mundo ciberurbanizado de hoy, los grandes temas son compartidos en un par de caracteres para ser digeridos con la misma velocidad que se viraliza el video de una persona metiéndose un petardo en la raya del culo. Perdón por esa imagen, pero me pasó literalmente, hace instantes. Por eso me preguntaba qué carajos podía quedar de todo eso, ¿sirve de algo tener tanta información a mano si se desvirtúa entre la cantidad de otras cosas que no ayudan en nada, si se desvaloriza por estar cataloga en el mismo no-lugar que el resto de las cosas triviales que se comparten en las redes sociales? ¿Es posible que haya personas que piensen que conocen a otras por mirar su “perfil” y sus publicaciones de estados y fotos donde siempre se aparece excepcionalmente haciendo cosas de domingo al sol o en vacaciones vaya a saber en qué reducto del planeta? Por las dudas voy aclarando: no siempre estoy sonriendo como en esa foto, para nada. Y con eso y unas mil palabras que pienso escribir hoy, deberías tener un perfil más o menos real sobre mi persona ¿Para qué? No, no soy el amor de tu vida, tampoco tengo la vacuna contra el covid, no creo que nos veamos este fin de semana y a lo mejor no nos cruzamos nunca más en nuestras vidas. Bueno, tendríamos que aclarar en cuál de las vidas no nos vamos a ver más, porque a lo mejor, en alguna red social nos encontramos y empezamos a chatear y etcétera, etcétera, etcétera. Puede pasar, y puede que me ponga pesado y empiece a enumerarte chistes malos que solo me hacen reír a mí. No te ofendas, cuando escribo no es contra vos o para vos. Es siempre para mí y contra mí, para volver a leerlo y empezar a sospechar que ya no soy yo el que escribió eso. Algo así podría ser literatura. Ya ni siquiera literatura del yo, sino más bien del otro yo, del yo cibernético. Y de eso hay una increíble cantidad de páginas disponibles para ser consumidas  a velocidad relámpago, pero que de repente resulta ser todo el día. A lo mejor un par de me gustas, ver una historia que no querías, y que del otro lado alguien interprete “hey, ¿me estará tirando onda?” No, nada personal, todo sin personas, somos perfiles, perfiles incompletos y totalmente ideales. Pero ya basta de esa crítica pasada de moda, hablemos en serio, por Whats App, que tiene cierta fama de realidad, aunque es lo mismo. Pero es el servicio de mensajería gratuito, ¿no? Siempre desconfié de eso, porque gratuito no hay nada, menos desde que el mundo es globalizado, es decir, menos desde que se decretó el fin de la Historia y el triunfo del Capitalismo ¿Qué culpa tengo yo de lo que me vino heredado? Sí, puede ser que me haya dejado seducir por alguna que otra cosa, a quién no le pasó. Pero bueno, también es muy difícil atravesar todas las crisis desde el barrio Rivadavia, no tenemos una cantidad importante de revolucionaries por acá. Entonces me pongo a tomar una birra, sentado en el cordón de la calle Francia, como acto de rebeldía. Y no, no tengo el celular en la mano, sino este libro de David Lawrence, un ensayo sobre literatura clásica norteamericana. Mientras empino la botella leo una prosa que parece escrita ayer, pero ayer de acá nomás, aunque en verdad es de hace ya casi un siglo. Sí, ya sé, otra vez el otro que no es yo, hablando de uno de esos libros que a quién carajos le puede llegar a importar. Aguantame un toque, tomate vos también un trago de birra y relajá, es jueves, hay un viento del orto, estamos en diciembre y ya se termina un año bastante de mierda. Relajá. Te decía, este Lawrence fue un escritor inglés que se zarpaba bastante para su época, sobre todo con el goce sexual de las mujeres, que se las imaginaba siempre libres, mucho más de lo que eran en su época. Ok, pero eso en sus novelas. En los ensayos sobre literatura el tipo se iba para el lado que se le cantaba, desestructurando la prosa ensayística. Por eso me gustó tanto, por eso lo pongo como un acto de rebeldía, como sentarse en la vereda a tomar una birra sin subir una foto a la red que venga, sin tener el celular cerca. Creo que me voy a separar un tiempo del celular, en verdad me hace bastante mal, porque perdí el control absolutamente. De repente suena cuando quiere, se apaga y se prende cuando se le canta, me obliga a mirarlo y tocarlo cada vez con más frecuencia y se declara obsoleto justo cuando no tengo un mango. Una relación que no me está llevando a ningún lado, pero que cuesta terminar.

La afirmación del principio es un ciclo, ese ciclo que se repite desde que el mundo es mundo, desde que fue nombrado el primer grano de arena. Porque primero habrá que concluir en que lo sabemos todo, porque parece que tuviésemos todo al alcance de la mano. Pero resulta que después empezamos a saber demasiado de todo, y tanto que al final volvemos al origen: no sabemos nada ¿Querés que te diga lo que va a pasar mañana? Estate conectade, lo publico en un ratito, para que lo leas en diez segundos antes de acostarte a dormir, antes de que te despierte una actualización y tires el celular al piso, rompas la pantalla número mil y te quieras matar, porque mañana que ya es viernes vas a tener que ir a ver al técnico para que haga algo, lo que pueda, porque obvio que no podés pasar el fin de semana sin el celular. No, no estoy en contra de las redes sociales, de hecho las uso, pero a veces como que me canso un poco y necesito ponerlo en palabras, mi obra social no me da para psicólogues. A decir verdad, ni tengo obra social ¿Ese no era un derecho laboral? ¿En qué momento empecé a perder cosas que en verdad necesitaba? Cierto, el futuro llegó hace rato y trajo un apocalipsis muy particular, porque como que se continúa, como si fuese una serie de televisión y no una película con The end, fundido a negro y todes a dormir........


********Tratando de subir las fotos me borré mi contacto conmigo mismo, drama ciberexistencialista. ...Tómalo con calma, siempre me imaginé con esa pobre antena tratando de comunicarme con vos. Y nunca puedo...


*********Juan, transmitiendo en diferido desde alguna vereda del barrio Rivadavia, Mar del Plata - Batán************Se me hizo de noche, chau**********

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