Ir al contenido principal

Días montuosos

 


Hay días montuosos, difíciles, y tardamos mucho en trepar por ellos; y hay otros cuesta abajo, por donde podemos bajar a toda marcha, cantando.

Marcel Proust, En busca del tiempo perdido, Por el camino de Swann.

 

Transitando por un día de esos, de los que cuesta un poco terminar de transcurrir. Para empezar, alguna especie de mecanismo de la estupidez me quiere convencer de que la juventud argentina se tira de cabeza en lagos inhóspitos, para morir ahogada en escenarios perdidos, sólo porque intentaban escapar de la ayuda de algún uniformado, víctima de la mala interpretación. ¿Será que me huelen a distancia? Sí, no soy muy listo. No soy nada listo. Mejor, no estoy listo para tanta crueldad. No quiero ser un listo defensor de los crímenes de la policía, menos de la gendarmería. Tampoco pienso formar parte de ese reparto discriminatorio de penas, porque resulta que les que sufren son siempre les mismes. ¿Vieron? No soy tan astuto como para ampararme en el Instagram de la Real Academia, que te dice a cada segundo cómo tendrías que ponerte a escribir. En lo posible, me dijeron, trate de respetar la investidura del rey. Investidura, “Carácter que se adquiere con la toma de posesión de ciertos cargos o dignidades”. Pero va con onda, ¿sos argentino? Sí, claro, pero con poca investidura, más bien en calzones y con las ojotas, porque ya está empezando a hacer calor. Mucho calor. No quiero que se me mal interprete, voy a tratar de seguir las reglas que impusieron a sangre y fuego, descuide. Voy a hacer lo posible por seguir haciéndome el pelotudo, para que sus cosas funcionen de la mejor manera. Igual, aguante María Moliner y su mil veces mejor: diccionario de uso del español. Con cariño, etc. Y ya no me contestaron más, supongo que habrá otras miles de consultas de internautas que se dedican a corregir a otros internautas, hostigando a quienes escriben con el inclusivo, sintiéndose bien con ese canallesco y aborrecible acto de humillar a los demás. Porque, por supuesto, es la mejor manera de ganar confianza uno mismo, y de sentirse más próximo al rey. ¿No le habíamos pedido perdón, en la voz de algún ex presidente sin investidura? Creo recordar que sí, y que fueron varios, y que son más quienes disfrutan de los días de caza de su retirada excelencia Juan Carlos. Pero lo siento, amigues, les hablantes somos más que todo su reinado, y somos quienes marcamos la Historia, con nuestras pequeñas historias. Ojalá podamos juntar los argumentos, para poder volver a marchar juntes. Por ahora me voy a conformar con tratar de bajar por la pendiente de este día, que una vez que se vuelve escritura, parece funcionar mucho más amablemente. ¿Y qué pasa con les lectores? ¿Dónde habitan les lectores del siglo 21?. Hay que buscarlos por los diferentes espacios, rastreando diversos formatos. Desde el barrio Rivadavia, a veces es difícil dar con una lógica amplificada. Tengo que decir que me estoy quedando cada vez más lejos y con demasiadas preguntas sin contestar. Eso es envejecer, para mí, en este momento de la vida. Este instante que es presente absoluto, y como tal, imposible de captar en toda su complejidad. Vuelvo a lo mismo, de alguna forma nuestras sociedades se las arreglan para impartir las penas y los sufrimientos sobre los mismos cuerpos, siempre. Se criminaliza, se discrimina, se asesina y se condena en nombre de la justicia al pobre, a lo negro de la sociedad, al marginado, a quien no tiene manera de defenderse. Sociedades animalizadas, que detestan la debilidad. Confieso, me resulta muy difícil respirar en medio de tanto odio y tanta injusticia. Peor, cuando me veo formando parte de eso, no puedo, no lo soporto, se me terminan las palabras…

Difícil escribir cuando la pendiente del día se pone tan pesada, tan densa. No confío en los medios de (in)comunicación. Vos tampoco deberías, pero no me meto con tu vida, ni con los servicios que pensás que necesitás para sobrevivir. No me fío del poder, es una relación de mierda, como más o menos decía Foucault. Trato, entonces, de no ejercer poder sobre nada, pero a veces es imposible, existen los escenarios donde se ponen en juego los micropoderes, y ahí estamos todes jodides. Cuesta, es difícil, escuchar tanta estupidez junta, tanto odio de clase, tanta discriminación, tanta falta de empatía…que te importe un poco el/la otre. Dale, corregime, te espero por allá. ¿Listo? ¿Contente? ¿Tanto te molesta la diversidad? No todes son así, y que quede claro que no tengo resentimiento por nadie ni por nada. Debería, pero no tengo tiempo para eso. Resulta que estoy metido de lleno en la lectura de Proust, buscando el tiempo perdido en seis interminables novelas. Sobre la primera, tengo una extraña sensación. No sé si prefiero la evocación deliciosa de los lugares de la infancia del narrador o esa tan difícil relación entre Swann y Odette. De a ratos me da pena Swann, el celoso, obviamente, el “abandonado”. Pero de a ratos me pongo del lado de Odette, porque ella no parece saber bien qué quiere, porque experimenta y porque parece más abierta a la vida. Pero el punto de vista nos lleva a empatizar más con Swann. ¿O será una sensación que me dio a mí, nada más? Poder, qué relación estúpida. Igual, como ya dije, no soy nada listo, nadie debería hacerme caso. Lo que sí, por favor, tampoco me tomen el pelo tan alevosamente. Las cosas pasan, los días vienen siendo pesados, cansados, monótonos, llenos de muerte y negación libertaria. Por eso, para aliviar un poco, si me ves por algún lado, invítame a bajar un poco, rodar cuesta abajo, juntes. Perdón RAE, fue la última. 


***********Una música como para....qué se yo, fijate vos:

*****
************Humildemente y nada listo para hoy, Juan Scardanelli, desde el corazón del barrio Rivadavia, donde este blues de Etta suena jodidamente adecuado********************************************************************Contacto: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar, siempre leo y respondo emails, los amo profundamente*********



Comentarios

Entradas más populares de este blog

FALTÓ ALGUIEN QUE EMPUJE (la única vez que vi a mi tío jugar)

  En esta historia, que no me pertenece, hay un comienzo que podría considerarse la verdadera historia. Porque el grado cero es el siguiente: una mañana corriente como cualquiera de las que gastamos sin recordar, recibí una carta. En otros tiempos pasados, esto sería un detalle. Pero hace tantos años que no recibo cartas, que la sociedad no escribe cartas de puño y letra, que el hecho resulta casi fantástico. Hay (des)honrosas   excepciones, como las cartas documento que traen pésimas noticias, y los resúmenes de tarjetas que van por ese mismo lado indeseable de la escritura. Por lo general, tienden al abuso de un registro formal que ya no existe, y ese es quizás su único atributo, ser las depositarias de un registro en extinción, como una suerte de resto de animal prehistórico preservado para las siguientes generaciones. Entonces me tomé el tiempo, el lugar y el contexto necesarios para la lectura de esa pieza única. Como arqueólogo de historias, la lectura es más bien un degustar cad

Mitad

Está lloviendo ahora sobre toda esta ciudad y son las 12:30 pm a lo largo y ancho del Meridiano de Greenwich y yo he crecido entre gente que es joven y gente que no es joven entre autos, papeles bond o bulky, artefactos y escaleras artefactos y clientes. Y avisos de la desesperación o la locura. ( Paradero , de Juan Ramírez Ruiz)   Podría decir que la poesía existe para que me den ganas de tirarme del octavo piso del edificio en el que (no)estoy viviendo ahora. Mejor dicho, en el edificio donde estoy muriendo desde hace rato. Como una banana que se pasa de su madurez, y que empieza a despedir un olor rancio de otros momentos, de otras décadas. Una mala comparación de un mal escritor. Pero créanme, es lo mejor que me sale, esto de sentarme a morirme o escribir. Para el resto de las cuestiones me considero mucho menos que mediocre. A excepción, tal vez, de lavar los platos, una actividad que sintetiza como sinécdoque, porque ese coso vale por todos los cosos que se ensuci

Pozo

*Antes de trabajar en algo nuevo, resulta necesario pararse sobre aquel día en que cambió todo lo que consideraba vida. O rutina, que es una suerte de estancamiento de la vida, un pozo profundo pero lleno de algunas comodidades y sentimientos que pueden llegar a engañar, y que de repente pasen décadas y…alguna tarde, a lo mejor, el cimbronazo y vuelta a empezar con ese proyecto que llamamos vida, a falta de originalidad nominativa. Ojo, que tampoco estoy diciendo que quedarse en el pozo sea algo negativo. Por el contrario, si se encuentra un pozo lo suficientemente profundo y agradable, no hará falta continuar con otro camino, en el camino. A decir verdad – o a mentir lo menos posible- lo que primero descubrí fue que el pozo es pozo, un freno a eso que intentaba encontrar para no arrepentirme mucho tiempo más, porque el arrepentimiento sucede en todo momento, y se expresa siempre en presente. Es presente. Un pozo. Lo segundo que aprendí fue a sacar tanto pronombre cada vez que me meto