Este es un espacio de micro escritura. No hay mucho más que símbolos a los que se les puede dar varios sentidos, lo que genera una experiencia fuera del Tiempo: La lectura. Reflexiones berretas, trozos de ficción, ensayos bonsai , trampas de lectura y escenas robadas, realizados por quien dice yo / él / ella: Juan Mnp ¿? escribiente nacido en los ochenta. Tomate unos minutos y sumergite en alguno de estos textos. Contacto juanmamnuelpenino@yahoo.com.ar
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No los voy a defraudar
De frases célebres estamos hechos, además de
falsas promesas y vínculos complicados. Por eso la necesidad de poner algo de
eso en un título, esperando generar algún recuerdo, alguna reacción química.
Reacción muy diferente a la de simplemente leer algo, ver pasar las palabras
como si no tuviesen más que un solo carril. Pero claro, resulta que estos
signos tan extraños están cargados de sentido, que pueden variar infinitamente
de persona a persona. Y así se construye uno la realidad, totalmente atravesada
por emociones, sensaciones, ideologías y películas clase B, que alguna vez
generaron frases y movimientos esclarecedores. Hoy tal vez no sea así. Porque
de tanto ver estos signos replicados en diferentes formatos, que duran lo que un
estornudo, bueno, no deben tener la misma capacidad de influir en el tiempo.
Ahora, las frases se multiplican, y de tanto retweet, repost y etcéteras, se
agotan antes de quedar en el inconciente colectivo. Por eso también hay tantas
dando vuelta, por eso los principales actores se animan a decir cualquier cosa,
porque son – al menos en parte – concientes de que ante la cantidad de palabras
y opiniones que andan dando vuelta, la de ellos será sólo una más, a lo mejor
destinada a ser célebre por unos famosísimos quince segundos…dos, tres…quince.
Ya nos olvidamos de lo que dije en la oración anterior, hay muchos mensajes y
audios de Whats App, entonces “vaciar todo” “refresh” y vuelta a empezar, desde
el principio, otra vez. Pero la memoria se defiende como puede, y algunas cosas
no pasan tan desapercibidas. Sin embargo, ya nada tiene la consistencia del
ayer, nunca la tendrá. Por eso puedo rezar un rosario de frases noventosas,
dosmilosas, que todavía se alojan en algún recoveco de mi memoria. Después todo
es más confuso, menos preciso, más caótico. Con la información pasa otro tanto.
La cantidad, la pérdida de jerarquización y la ensalada total imperan en el
espacio social por excelencia, dominado por las redes sociales. Ojo que no
estoy estableciendo un juicio moral, tendrá su costado positivo. Siempre
alguien se beneficia con estas cosas, por eso siguen apareciendo gurúes que
saben dónde se debe poner la bala para seguir explotando al ojo. Ojo, eso no
cambia, habrá explotadores y explotados para toda la vida.( *Aclaración: toda
la vida se agota en lo que dure mi vida). Y las vidas duran menos, no me digan
que no. Se pasan más rápidos los minutos frente a las pantallas que
contemplando cualquier otra cosa. Hagan la prueba, en sus casas, sin ir más
lejos. Agarren el celular, por ejemplo, paseen por alguna red social y calculen
el tiempo. Luego, miren por la ventana la misma cantidad de minutos. ¿Lo notan?
Lean la siguiente frase: lean la siguiente frase: y así. Ya pasó, no nos dimos
cuenta. ¿Cuál era esa frase del principio? ¿Cuál era la promesa que nunca se
cumplió? No importa, las promesas hay que hacerlas, se van a encargar ellas
solas de incumplirse. El motivo es simple, es literario. Para que la historia /
el argumento avance es necesario que suceda algo trascendente. Muy pocas cosas
son mejores que las promesas que no se cumplen, porque los vínculos ahí cambian
para siempre. Y si vuelven a reconstruirse ya nunca serán los mismos, como en
el principio. Luego nos resta recordar el principio, pero ahora súper
idealizado. Con eso podemos seguir hacia algún lugar, que será la próxima
historia, una relectura del pasado que nos parece tan perfecto, tan bien
acabado. Y volvemos a caer en la tentación, pero con el tiempo cambiado. Ese es
el desperfecto de la vida, que es insalvable. Condenados a seguir cargando lo
que el pasado nos aconseja cargar, que es medio caprichoso y – la mayoría de
las veces – doloroso. ¿Es posible empezar de cero? Puede ser uno de los mejores
efectos de estos tiempos. Esa misma cantidad sin jerarquizar de frases y
noticias que se degluten en un segundo, nos pueden ayudar a no sentir el peso
del pasado, o a sentirlo menos. Un consuelo, en un contexto tan liviano como
difícil de procesar.
En una de esas, sí, los defraudo. No. No
pienso hacer como ese ex presidente ex presidiario. No me voy a sacar las
patillas y cambiar el poncho rojo Federal por una camisa hawaiana comprada en
Miami. Nada de maridajes noventosos como la pizza y el champagne. Lo que sí, y
acá cito al revés a otro ex lamentable ex presidente, qué bueno es no darles
buenas noticias. Si mal no recuerdo, el dólar era moneda nacional y popular,
valía lo que un peso. Después – cito a otro de esos lamentables – pasaron cosas,
muchísimas cosas. Helicóptero mediante y durante, quien depositó dólares tendrá
dólares, lo que nunca se aclaró era cuántos, dónde y cuándo retirarlos. Pero las
gentes aprendemos a los golpes, y para eso estuvo la bonaerense y la gendarmería,
y las frases empezaron a parecerse mucho sin importar el color del partido
político a cargo. Ahí defraudo, porque me dejo enviciar por el discurso anti
político, y no debería. En serio, el esfuerzo es construir con la democracia,
porque – una frase más amable – con la democracia se come y se educa, y porque
además no hay que olvidar nunca nunca que la patria es el otro. Y mucho mejor
si soy inclusivo, como me pidiera un gran amigue un muy lindo día de libertad:
la patria es el otre. ¿Que si estoy siendo sarcástico? ¿Que si soy zurdo,
anarquista, kirchnerista, maoísta, leninista? Sí, soy todo eso y mucho más
también, y no soy. En verdad, soy lo que ustedes quieran interpretar de mí. Por
ahí, si tienen tiempo y repasan esta especie de nota/reflexión puedan encontrar
algo más, una idea extraña. Espero que sea así, caso contrario me pueden poner
bajo la lupa de sus ideologías, de sus emociones y juzgarme según su parecer,
como hiciera Dante en su Divina Comedia. A lo mejor, si tienen el suficiente
talento, los acabo de inspirar para realizar la próxima gran obra del siglo
XXI. Eso sí, en agradecimiento, por favor, no me manden al círculo de los
traidores, no soy tan malo. Me conformo con el castillo sin sol, en el medio
del limbo, la tierra de los nadie, nada, nunca.
Espero que les haya quedado alguna frase en la
memoria, y que si vale la pena, la recuerden mañana, cuando estén por comenzar
la nueva historia del día.
**********la siguiente música puede ayudar en el largo camino de la relectura, que es la lectura, como dijera...
**************************Humildemente, en vivo y en directo desde un patio de una de esas casas peronistas del Barrio Rivadavia, república de Batán*****************************Aclaración 2: la foto del inicio de esta nota es un fragmento de Proust, de su inmortal En busca del tiempo perdido, la primera novela: por el camino de Swann************
En esta historia, que no me pertenece, hay un comienzo que podría considerarse la verdadera historia. Porque el grado cero es el siguiente: una mañana corriente como cualquiera de las que gastamos sin recordar, recibí una carta. En otros tiempos pasados, esto sería un detalle. Pero hace tantos años que no recibo cartas, que la sociedad no escribe cartas de puño y letra, que el hecho resulta casi fantástico. Hay (des)honrosas excepciones, como las cartas documento que traen pésimas noticias, y los resúmenes de tarjetas que van por ese mismo lado indeseable de la escritura. Por lo general, tienden al abuso de un registro formal que ya no existe, y ese es quizás su único atributo, ser las depositarias de un registro en extinción, como una suerte de resto de animal prehistórico preservado para las siguientes generaciones. Entonces me tomé el tiempo, el lugar y el contexto necesarios para la lectura de esa pieza única. Como arqueólogo de historias, la lectura es más bien un degustar cad
Está lloviendo ahora sobre toda esta ciudad y son las 12:30 pm a lo largo y ancho del Meridiano de Greenwich y yo he crecido entre gente que es joven y gente que no es joven entre autos, papeles bond o bulky, artefactos y escaleras artefactos y clientes. Y avisos de la desesperación o la locura. ( Paradero , de Juan Ramírez Ruiz) Podría decir que la poesía existe para que me den ganas de tirarme del octavo piso del edificio en el que (no)estoy viviendo ahora. Mejor dicho, en el edificio donde estoy muriendo desde hace rato. Como una banana que se pasa de su madurez, y que empieza a despedir un olor rancio de otros momentos, de otras décadas. Una mala comparación de un mal escritor. Pero créanme, es lo mejor que me sale, esto de sentarme a morirme o escribir. Para el resto de las cuestiones me considero mucho menos que mediocre. A excepción, tal vez, de lavar los platos, una actividad que sintetiza como sinécdoque, porque ese coso vale por todos los cosos que se ensuci
*Antes de trabajar en algo nuevo, resulta necesario pararse sobre aquel día en que cambió todo lo que consideraba vida. O rutina, que es una suerte de estancamiento de la vida, un pozo profundo pero lleno de algunas comodidades y sentimientos que pueden llegar a engañar, y que de repente pasen décadas y…alguna tarde, a lo mejor, el cimbronazo y vuelta a empezar con ese proyecto que llamamos vida, a falta de originalidad nominativa. Ojo, que tampoco estoy diciendo que quedarse en el pozo sea algo negativo. Por el contrario, si se encuentra un pozo lo suficientemente profundo y agradable, no hará falta continuar con otro camino, en el camino. A decir verdad – o a mentir lo menos posible- lo que primero descubrí fue que el pozo es pozo, un freno a eso que intentaba encontrar para no arrepentirme mucho tiempo más, porque el arrepentimiento sucede en todo momento, y se expresa siempre en presente. Es presente. Un pozo. Lo segundo que aprendí fue a sacar tanto pronombre cada vez que me meto
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