Tomaba las esquinas, pero de forma muy distinta a la de
ayer. Escogía los momentos en los que exponer todo su ser, porque no le quedaba
mucho. A lo mejor, estaba casi seguro de que no necesitaba más que dos frases y
una esquina para resumir el Universo. Todo eso conformaba una suerte de desgano
que se traducía en el andar de babosa, arrastrando los pies, deslizando las
piernas como si pesaran más que aquel penoso día. No extrañaba demasiado el
ejercicio de sentarse a tomar un café o una cerveza, en uno de esos lugares que
ahora sólo abrían para sufrimiento de sus dueños, acorralados por las deudas y
la falta de horizonte. La historia se repetía, pero con más crueldad. La suya
también, porque estaba por ahí, caminando el barrio Rivadavia con la billetera
en rojo y la cabeza confundida. Salidas, siempre muchas, y las mismas. Los
procesos había que padecerlos y aguantarlos, toda la Historia de la Humanidad
había sido así, no iba a cambiar aquel día. Claro que la noche era más
agradable, no hacía tanto frío, las luces de la calle hasta tenían otra manera
de expresarse que la del invierno. Sin embargo Él se sentía atrapado de una
forma incómoda, involuntaria. Como si fuese el personaje secundario de una
historia que no quería desarrollarse, o que se desarrollaba como podía. Por eso
sus pasos eran esos, no tenían otro ritmo, imposible. Caminaba entre la muerte
y la desigualdad, como siempre, pero ahora se sentían más. Cada dieciocho
minutos le dolía el pecho, sin saber por qué. No, no tenía el virus, aunque no
se podía saber con certeza, nunca. Cruzó la avenida Colón, por Jara, como casi
toda una vida. Sólo se veían, sobre todo se escuchaban, las motos repartiendo
mercaderías, a toda velocidad. Le servía a quien compraba, para no moverse de
su lugar de seguridad, y le servía mucho más a toda una juventud que necesitaba
creer en algún futuro con prosperidad. ¡Qué palabra antigua, que envejeció muy
mal! Lo que se buscaba era sobrevivir todos los días, soportando el fin del
mundo a cada minuto, nada diferente a todos los días anteriores. Pero la
cadencia era otra, ahora el mareo existencial era un soberano golpe al corazón.
Cansado de la pantalla omnipresente del celular, caminaba cada vez más
despacio. No quería llegar a ese no lugar otra vez. Era todo un gran túnel, en
el que se vislumbraba al final una pequeña, diminuta luz de una pantalla, cuyo
fin era otro túnel, y así hasta morderse la cola. Estaba desesperado, la
verdad. Caminó por horas sin querer llegar a ningún lado, sabiendo que llegar a
los lados era incomodarse para incomodar a los demás. ¿Cómo haría toda esa
gente para encontrarle un sentido a lo que estaba pasando? De verdad, ¿cómo
sentarse a escribir historias de otros momentos, de otros universos? ¿Cómo
escaparle al presente, que nunca se sintió tan denso? No lo entendía, por eso
caminaba. Deseaba aferrarse a algo, alguna religión, pensamiento, doctrina,
política, ¡autoayuda! Pero nadie puede autoayudarse, no tiene gracia. Lo que
escuchaba de afuera era nada, la misma desesperación con otro pronombre, nada
más. Sentía que nunca había estado más encerrado que aquella primavera. Como le
decían seguido, pensaba en quienes estaban mucho peor. Pero eso nunca había
funcionado, era un consuelo que le sonaba muy pobre. Pensaba en todo, en todes,
en general y en particular. Caminaba. Se compadecía del presente, el tiempo
total. Se compadecía del encierro, de los límites que nunca sospechó tan
marcados, tan intensos. Cuando frenaba leía a Proust, buscando el tiempo perdido.
Mucho mejor, a la búsqueda del tiempo perdido. Esa era una meta concreta, pero
que escondía una trampa. Buscar lo imposible era encontrar el pasado. ¿Y qué tal si el pasado era eso que lo había
llevado a que duela tanto el pecho? Entonces caminaba no para buscar, sino para
olvidar, entonces todo eso que lo acongojaba era una excusa. Si seguía en esa
búsqueda estaba él, en otro escenario, sí. Estaba en otra esquina, distinta a
la de Francia y Garay, sí. Habría una iluminación diferente, tal vez más tenue,
a lo mejor un rayo de luna rebotando en el mar. El clima sería distinto, un
calor agobiante, una noche de transpiración. En vez de caminar lento, estaría
sentado, buscando la fresca para poder descansar. Pero, claro, el dolor en el
pecho estaría igual. Y lo más probable es que la injusticia estaría siendo la
forma de gobierno más común, y la juventud sería sacrificada otra vez esa misma
noche. Otro aquelarre de la desesperación, en cualquier parte de Latinoamérica,
en los terceros y cuartos mundos. También, la desesperación de saber que no
había versos interesantes en nada de aquello. Restaba mirar al mar o a donde
fuera para volver a lanzar una moneda al aire y pedir el deseo de siempre. Que
no duela más. El pecho. Respirar. Fue difícil, sí. Ahora, era peor. El dolor
aparecía cada vez más seguido. ¿Cuánto podía aguantar? Llegaba al cruce de las
avenidas, una vez más. Las plantas de los pies le ardían. Le dolían los ojos y
la cabeza. Quería llegar a la playa, sentarse a mirar la luna, volver a
respirar sin tanta consciencia, al menos unos segundos. Cerró los ojos, cruzó
la avenida. No supo si tenía paso. No supo si vendría la parca a su encuentro.
La parca, que figura antigua. Como esas calles, como esa noche, como sus pies
cansados, como la extraña llama que consumía su cuerpo, como los recuerdos
bañados de sal, como el presente del virus, como el futuro que no se podía
acariciar. Esos parecían versos viejos, copiados del fondo de un aljibe.
Aljibe, qué palabra antigua. Esos versos, qué gastados que sonaban. Se sonrió,
pero con una sonrisa distinta a la de siempre. Llegó a la verdad que había
estado buscando: Ya nada existe igual, porque ya estaba roto, desde el inicio.
Ese dolor en el pecho, cada dieciocho minutos.
**********Claro, la misma vieja historia, pero con distintos tonos. Todo tuyo, Sammy...
***************Humildemente, el caminante del barrio Rivadavia de la ciudad de Mar del Plata - Batán, a.k.a Juan Scardanelli********************escribiendo para el olvido******************************contacto, casi, contacto: juanmanuelpenino@yahoo.com.ar********ahí me explico mucho mejor*********
Comentarios
Publicar un comentario