Ir al contenido principal

El azar puede ser devastador

 


En contraste con la piecita de la entrada, en el salón de estar reinaba un desorden que, para ser preciso, tendría que calificar de encarnizado. El azar puede ser devastador, pero nunca es metódico ni meticuloso. Y aunque es verdad que, desde cierto punto de vista, todo lo que se refiere a los actos humanos es locura, sería prudente reservar esa palabra para designar algo específico y que es, no extraño a la razón, sino el resultado de una razón propia que ordena el mundo según un sistema de significaciones sin fisuras, y por eso mismo impenetrable desde el exterior.

Juan José Saer, La pesquisa


¿Qué hace ese patrullero ahí, entre esos tranzas, pidiendo qué cantidad de guita que no les hace falta? ¿Y esos pibes que de tanta impotencia tienen bronca contra todo, y lo cagan insultando al almacenero ese, que tiene un par de cicatrices porque alguna vez se plantó, y bueno, con algo hay que pagar en esta historia, que vaya a saber por qué carajos tiene las cosas acomodadas como yo las veo ahora? ¿De qué se quejan ese grupo de ricachones, de verdad? ¿Que no los dejan vivir como ellos piensan que quieren? Pero si los dejan discriminar, insultar y cagarse en quienes quieran. Si pueden acudir a su juez amigo en cualquier momento, si para ellos está funcionando la Gendarmería con el grupo Halcón, el Albatros y cuanto buitre ande con uniforme y un arma en la mano. Eso sí, ese tipo de crímenes son legales, van por derecha. Por eso tienen hasta sus propios medios de comunicación, sus casas de estudio, sus barrios y lugares de reunión. Tienen sus médicos, también, sus propios héroes a disposición por una módica suma de xxx dólares. Esa es su moneda, la rúcula yanqui, claro. Ese es el orden que nunca se pudo desmantelar, porque cuesta mucha, mucha sangre. Y claro que los intentos deben ser democráticos y en paz, pero a veces es muy difícil, a veces indigna cómo se protege a la propiedad privada más que a la vida de un ser humano. Cómo se descubre toda una maquinaria social, política, mediática, judicial y económica para beneficiar la protección de un objeto. Y la cantidad de personas que están de acuerdo con ese mandamiento: respetarás la propiedad privada, aunque estés muriéndote, cagándote de hambre sin tener dónde caer bien muerto. Ese sería el único derecho universal, atentos a todes en la ONU, ahí va: todes les habitantes del planeta tierra tienen el derecho a morir. Úsenlo cuando quieran, pero por favorcito, no lo hagan en el pato de mi propiedad. De la cerca para allá, del alambrado para el otro lado, porque sino es ilegal y no te puedo dejar morir. Lo justo es justo, pero es mucho más justo si es uno el que dice cómo se deben escribir las leyes. Y mucho mejor, cuándo hay que aplicarlas y cuándo no. Porque el poder real es tener el tiempo de tu lado. Que las cosas se resuelvan rápido para un mismo lado siempre, marca tendencia de quién dirige la batuta, quién armó esta piecita que se siente tan ajena a mí, que no puedo terminar de comprender. Me siento a un costado, trato de mirar sin indignarme, de pensar soluciones para darle un sentido a tanto sufrimiento. Pero es difícil, es muy complicado aceptar que las cosas apenas si se van a reformar, y que nada de eso va a traer alivio, que nada de eso va a traer justicia, que los cuerpos débiles van a seguir pagando en nombre del Capital. Qué concepto, Capital. Pensar que hay quien dice que ya pasó de moda, cuando todos los días se constata lo contrario. Escribir para hacerse el boludo y mirar a cualquier parte no es opción. No se puede estar mirando por la ventana todo el tiempo, es necesario observar la piecita con detenimiento, los detalles desde adentro, porque ahí está la disputa. ¿Suena belicoso? Que suene como deba sonar, pero que suene. ¿Hasta cuándo las crisis para los que viven en situación crítica desde el principio? ¿Cuántos debates, simposios, asambleas y demás shows hay que montar para que empecemos a solucionar las injusticias, las desigualdades, la discriminación y la violencia que imperan en el mundo que habitamos? Porque lo habitamos todes, todes. Entonces no hay salida a los conflictos sino de manera colectiva. Nadie debería explotar a nadie, nadie debería beneficiarse con el sufrimiento de nadie. ¿Cómo se atreven? – parafraseando a la pequeña pero inmensa Greta Thunberg – ¿Dónde está el goce en ver sufrir al otre, en humillarlo, en humillarla? Preguntas básicas que, a lo mejor, me ayuden a ver con mayor detalle esta piecita que nunca puedo terminar de entender. ¿Quién la ordenó así? ¿Por qué puso las cosas tan del revés? ¿Para qué mierda enterró el 99% y dejó al resto arriba y con todos los placeres a su alcance? ¿Quién volvió tan competitiva y violenta la especie? ¿Es culpa de Darwin, de Trump, de Milei? ¿Qué carajos quieren hacer con esto, en serio? ¿Tanto disfrutan de la sangre, tanto de ver gente arrastrarse por las calles agonizando por no comer en semanas? ¿Les resulta lindo mirar a un niñe cagado de hambre pidiendo una moneda, y responder con asco “no tengo, salí de acá”, mientras comienza la justificación de “seguro lo manda el padre para comprarse un vino”? Entonces volver al celular para responder una mierda de Whats app, una boludez kilométrica que justificó la compra de un modelo de cincuenta mil mangos de un celular fabricado a fuego y sangre, en el siempre castigado territorio del tercer mundo. Y guarda que hay quienes se sienten parte de otro tipo de piecita, que mira para otras naciones poderosas como si fueran parte de esa superioridad fascista. Y justificarse, siempre. Jugar al papel de la víctima, por las dudas. Entonces debe estar esa razón que hace pasar por azar lo que en realidad es un caos generado a propósito. Y que ese caos no es más que un orden jerárquico, que imperó disfrazándose a largo de la Historia de la humanidad, la de la H con mayúsculas, la que acomodó las cosas para justificar sus matanzas, que nunca dejaron de perpetuarse en el tiempo. Y quien a sangre nace a sangre vive y a fuego muere. De ahí, toda una filosofía de mierda que se inventó sus escuelas para poder discriminar con mayor precisión, y con un falso bagaje científico de fondo, con sus religiones y sus sistemas políticos de mierda, de mierda. Perdón, eso de enojarse también lo encontré en la piecita, en el salón de estar. Vino hecho, ya estaba. Yo solamente entré, me acomodé donde pude y me empecé a horrorizar a corta edad, en un barrio que estaba olvidado, de espaldas al Capital, un barrio donde el deseo era inalcanzable siempre, pero aparecía desdibujado a lo lejos y acompañado de un slogan que versaba: “si te esforzás, no hay nada que te pueda frenar”. Entonces los esfuerzos se desdoblaban, pero el premio no llegaba nunca, porque ese tanto esfuerzo nunca alcanzaba, estaba ocupado alcanzando a quienes siempre la tuvieron todas consigo, ese porcentaje pequeñito que se mete en la piecita cuando quiere, que toma lo que se le canta de la sala de estar, y que se inventa todos los días una manera de justificar la sangre inocente que cubre sus manos.


******Hoy sin música, por respeto a las familias que no tienen dónde dormir esta noche********************Humildemente, Juan Scardanelli******************Desde el barrio Rivadavia, MDP-Batán**********************


Comentarios

Entradas más populares de este blog

FALTÓ ALGUIEN QUE EMPUJE (la única vez que vi a mi tío jugar)

  En esta historia, que no me pertenece, hay un comienzo que podría considerarse la verdadera historia. Porque el grado cero es el siguiente: una mañana corriente como cualquiera de las que gastamos sin recordar, recibí una carta. En otros tiempos pasados, esto sería un detalle. Pero hace tantos años que no recibo cartas, que la sociedad no escribe cartas de puño y letra, que el hecho resulta casi fantástico. Hay (des)honrosas   excepciones, como las cartas documento que traen pésimas noticias, y los resúmenes de tarjetas que van por ese mismo lado indeseable de la escritura. Por lo general, tienden al abuso de un registro formal que ya no existe, y ese es quizás su único atributo, ser las depositarias de un registro en extinción, como una suerte de resto de animal prehistórico preservado para las siguientes generaciones. Entonces me tomé el tiempo, el lugar y el contexto necesarios para la lectura de esa pieza única. Como arqueólogo de historias, la lectura es más bien un degustar cad

Mitad

Está lloviendo ahora sobre toda esta ciudad y son las 12:30 pm a lo largo y ancho del Meridiano de Greenwich y yo he crecido entre gente que es joven y gente que no es joven entre autos, papeles bond o bulky, artefactos y escaleras artefactos y clientes. Y avisos de la desesperación o la locura. ( Paradero , de Juan Ramírez Ruiz)   Podría decir que la poesía existe para que me den ganas de tirarme del octavo piso del edificio en el que (no)estoy viviendo ahora. Mejor dicho, en el edificio donde estoy muriendo desde hace rato. Como una banana que se pasa de su madurez, y que empieza a despedir un olor rancio de otros momentos, de otras décadas. Una mala comparación de un mal escritor. Pero créanme, es lo mejor que me sale, esto de sentarme a morirme o escribir. Para el resto de las cuestiones me considero mucho menos que mediocre. A excepción, tal vez, de lavar los platos, una actividad que sintetiza como sinécdoque, porque ese coso vale por todos los cosos que se ensuci

Pozo

*Antes de trabajar en algo nuevo, resulta necesario pararse sobre aquel día en que cambió todo lo que consideraba vida. O rutina, que es una suerte de estancamiento de la vida, un pozo profundo pero lleno de algunas comodidades y sentimientos que pueden llegar a engañar, y que de repente pasen décadas y…alguna tarde, a lo mejor, el cimbronazo y vuelta a empezar con ese proyecto que llamamos vida, a falta de originalidad nominativa. Ojo, que tampoco estoy diciendo que quedarse en el pozo sea algo negativo. Por el contrario, si se encuentra un pozo lo suficientemente profundo y agradable, no hará falta continuar con otro camino, en el camino. A decir verdad – o a mentir lo menos posible- lo que primero descubrí fue que el pozo es pozo, un freno a eso que intentaba encontrar para no arrepentirme mucho tiempo más, porque el arrepentimiento sucede en todo momento, y se expresa siempre en presente. Es presente. Un pozo. Lo segundo que aprendí fue a sacar tanto pronombre cada vez que me meto