Desde
más allá del abismo, pero un poco más acá….Habría
que reconocer que algunas crueldades están demás. Por ejemplo, el hecho de
haber puesto en más de una escena a los dos personajes principales en
habitaciones de hospitales. Puede ser el mismo o distinto, lo mismo da. La
funcionalidad institucional es igual. En un hospital o en el otro, los dos
jóvenes que se conocieron en un asalto, y que después fueron a matear a la
laguna, terminaron sufriendo entre médicos, médicas, camillas, enfermeros,
enfermeras, personal de limpieza, seguridad y administrativos. Toda la fauna
que constituye al hospital, toda su burocracia y su incomodidad. Visto
rápidamente, este escritor zombie, parece que cayó en su propia trampa. Acto
del inconsciente, le suelen llamar en algún que otro consultorio. Y como uno
escribe sobre lo que más o menos conoce, bueno….Pero me rehúso a esta
interpretación. Ahora, imagínense que tengo las manos sosteniendo la cabeza, en
clara posición reflexiva. Me doy cuenta de que terminar dos veces en un
hospital es demasiado. Primero creo que fue un aborto, y después el ingreso al
abismo del otro personaje. Dos adolescentes sufriendo hechos traumáticos, y de
alguna manera estando allí el uno para el otro, sin saber muy bien por qué. Más
fácil es dejar al otro que se arregle como pueda, con la impunidad que otorga
la inconsciencia juvenil. Pero no, estos personajes serán muy jóvenes y un poco
descuidados, pero no son garcas. ¿Y el escritor zombie? Da la sensación de que
sí, porque no los quiere dejar en paz. ¿O no los quiero? Es una gran confusión
de pronombres, como todas las historias. El no lugar del escritor zombie,
insisto. Buscar la carne fresca, los corazones palpitantes, los cerebros
pensantes, para armar esos monstruos tan geniales, que con la relectura
devuelven un poco de vida, aunque….Sí, lo puedo presentir, la muerte está dando
vueltas toda la novelita, como esperando aparecer. Algún personaje debería ser
sacrificado, ya va siendo hora:
1) Podría matar a los que están más
comprometidos de salud: por un lado, el personaje adolescente que cayó en el
abismo y está internado sin reaccionar hace días. Muy fácil, darle la buena
nueva en apenas un párrafo, y que se dedique de lleno a ser un fantasma más en
la ciudad de los casi contentos veraneantes cagados de frío. Una ciudad poblada
de fantasmas que creen estar con vida. Pero no. Y no lo saben porque nadie se
preocupa de avisarles. No molestan a nadie, suelen llenar las iglesias los
domingos, pagan los impuestos aunque no tengan para comer, no alteran el orden
establecido ni aunque estén durmiendo en la calle con cinco grados bajo cero.
En fin, regalar un fantasma más.
2) Aniquilar al otro personaje – uno muy
secundario – que terminó colapsando en la calle. Ese que no tiene nombre ni
sexo ni nada. Solamente se desvaneció y otro extraño lo llevó al Hospital que te tocó en desgracia. Sería
una movida de bajo impacto para la historia, a menos que su pasaje a fantasma
lo convierta en algo más. Como una suerte de vengador del lobo marino que
habitara la laguna de los Mapadres. Y esa línea argumentativa me interesa. Una
muerte insulsa que después se transforma en fundamental para el siguiente arco
narrativo, que espero que sea el final.
3) Alguno de los personajes que quedaron sanos.
Los que visitan a los otros en el hospital. Y pasa lo mismo de nuevo, uno de
ellos es importante, porque es el otro personaje joven, protagonista. Y después
está ese secundario o terciario que encontró al otro personaje menor en la
calle y llamó a la ambulancia. En ambos casos, el problema es la explicación.
Habría que inventar una falla orgánica repentina, un asesinato igualmente
inesperado, o el derrumbe de una parte del edificio del Hospital que te tocó en desgracia. Y eso último sería lo más
verosímil de toda la novelita, sin ningún lugar a dudas.
Pero lo mejor creo que va a ser continuar
arrastrando las piernas en la búsqueda de otros cuerpos a devorar. Unas cuantas
palabras podrían acabar con toda la historia, directamente, y hasta conmigo.
Porque después de ese final, se le termina el tiempo al escritor zombie. Una
vez escrito el último capítulo, solo vendrá el epílogo con una última mordida
de carne fresca, y después….El doloroso exilio del escritor zombie que se quedó
sin tiempo. Y ahí habrá que ver qué lugar nuevo se habita. ¿El más allá de por
allá? ¿El allá andá a saber? ¿El más allá del abismo, que está por acá nomás?
No entiendo a los que hacen los mismo que yo hice ayer, pero como hasta ahí
nomás…no no no, qué genial ese tema, pero la premisa no cambia, ni en el abismo
ni fuera de él. La lista musical debe ser eliminada. El escritor zombie,
también.
*Aclaración: sobre el tema del abismo y la
importancia de la forma a la hora de encarar la escritura de esta novelita,
resulta fundamental el siguiente fragmento de Ferdydurke de Witoldo Gombrowicz: “¿Por qué caminos se llega a esos
torcidos y anormales caminos? La normalidad es un equilibrista sobre el abismo
de la anormalidad”. Lo mejor sucede cuando todo cae en ese abismo que ya no es
normalidad, lo mejor sucede cuando se pierde el equilibrio.
**Y la lista de canciones imposibles / improbables / innombrables va tomando rasgos de próximo e inminente final épico. Por ahora, seguimos un poco verdes:
*******humildemente, Juan Scardanelli********casi llegando al final de esta historia***************y gracias por el aguante a quien corresponda********y perdón a quien no corresponda, hoy me levanté un poco alunado / anulado****Foto: cosas embaladas para próxima mudanza, con Gombrowicz de fondo.
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