Una novelita marplatense (capítulo 15, en el que se habla de la escritura y se cita a Gombrowicz)

Desde más allá del abismo, pero un poco más acá….Habría que reconocer que algunas crueldades están demás. Por ejemplo, el hecho de haber puesto en más de una escena a los dos personajes principales en habitaciones de hospitales. Puede ser el mismo o distinto, lo mismo da. La funcionalidad institucional es igual. En un hospital o en el otro, los dos jóvenes que se conocieron en un asalto, y que después fueron a matear a la laguna, terminaron sufriendo entre médicos, médicas, camillas, enfermeros, enfermeras, personal de limpieza, seguridad y administrativos. Toda la fauna que constituye al hospital, toda su burocracia y su incomodidad. Visto rápidamente, este escritor zombie, parece que cayó en su propia trampa. Acto del inconsciente, le suelen llamar en algún que otro consultorio. Y como uno escribe sobre lo que más o menos conoce, bueno….Pero me rehúso a esta interpretación. Ahora, imagínense que tengo las manos sosteniendo la cabeza, en clara posición reflexiva. Me doy cuenta de que terminar dos veces en un hospital es demasiado. Primero creo que fue un aborto, y después el ingreso al abismo del otro personaje. Dos adolescentes sufriendo hechos traumáticos, y de alguna manera estando allí el uno para el otro, sin saber muy bien por qué. Más fácil es dejar al otro que se arregle como pueda, con la impunidad que otorga la inconsciencia juvenil. Pero no, estos personajes serán muy jóvenes y un poco descuidados, pero no son garcas. ¿Y el escritor zombie? Da la sensación de que sí, porque no los quiere dejar en paz. ¿O no los quiero? Es una gran confusión de pronombres, como todas las historias. El no lugar del escritor zombie, insisto. Buscar la carne fresca, los corazones palpitantes, los cerebros pensantes, para armar esos monstruos tan geniales, que con la relectura devuelven un poco de vida, aunque….Sí, lo puedo presentir, la muerte está dando vueltas toda la novelita, como esperando aparecer. Algún personaje debería ser sacrificado, ya va siendo hora:

1) Podría matar a los que están más comprometidos de salud: por un lado, el personaje adolescente que cayó en el abismo y está internado sin reaccionar hace días. Muy fácil, darle la buena nueva en apenas un párrafo, y que se dedique de lleno a ser un fantasma más en la ciudad de los casi contentos veraneantes cagados de frío. Una ciudad poblada de fantasmas que creen estar con vida. Pero no. Y no lo saben porque nadie se preocupa de avisarles. No molestan a nadie, suelen llenar las iglesias los domingos, pagan los impuestos aunque no tengan para comer, no alteran el orden establecido ni aunque estén durmiendo en la calle con cinco grados bajo cero. En fin, regalar un fantasma más.

2) Aniquilar al otro personaje – uno muy secundario – que terminó colapsando en la calle. Ese que no tiene nombre ni sexo ni nada. Solamente se desvaneció y otro extraño lo llevó al Hospital que te tocó en desgracia. Sería una movida de bajo impacto para la historia, a menos que su pasaje a fantasma lo convierta en algo más. Como una suerte de vengador del lobo marino que habitara la laguna de los Mapadres. Y esa línea argumentativa me interesa. Una muerte insulsa que después se transforma en fundamental para el siguiente arco narrativo, que espero que sea el final.

3) Alguno de los personajes que quedaron sanos. Los que visitan a los otros en el hospital. Y pasa lo mismo de nuevo, uno de ellos es importante, porque es el otro personaje joven, protagonista. Y después está ese secundario o terciario que encontró al otro personaje menor en la calle y llamó a la ambulancia. En ambos casos, el problema es la explicación. Habría que inventar una falla orgánica repentina, un asesinato igualmente inesperado, o el derrumbe de una parte del edificio del Hospital que te tocó en desgracia. Y eso último sería lo más verosímil de toda la novelita, sin ningún lugar a dudas.

Pero lo mejor creo que va a ser continuar arrastrando las piernas en la búsqueda de otros cuerpos a devorar. Unas cuantas palabras podrían acabar con toda la historia, directamente, y hasta conmigo. Porque después de ese final, se le termina el tiempo al escritor zombie. Una vez escrito el último capítulo, solo vendrá el epílogo con una última mordida de carne fresca, y después….El doloroso exilio del escritor zombie que se quedó sin tiempo. Y ahí habrá que ver qué lugar nuevo se habita. ¿El más allá de por allá? ¿El allá andá a saber? ¿El más allá del abismo, que está por acá nomás? No entiendo a los que hacen los mismo que yo hice ayer, pero como hasta ahí nomás…no no no, qué genial ese tema, pero la premisa no cambia, ni en el abismo ni fuera de él. La lista musical debe ser eliminada. El escritor zombie, también.

*Aclaración: sobre el tema del abismo y la importancia de la forma a la hora de encarar la escritura de esta novelita, resulta fundamental el siguiente fragmento de Ferdydurke de Witoldo Gombrowicz: “¿Por qué caminos se llega a esos torcidos y anormales caminos? La normalidad es un equilibrista sobre el abismo de la anormalidad”. Lo mejor sucede cuando todo cae en ese abismo que ya no es normalidad, lo mejor sucede cuando se pierde el equilibrio.

**Y la lista de canciones imposibles / improbables / innombrables va tomando rasgos de próximo e inminente final épico. Por ahora, seguimos un poco verdes:

*******humildemente, Juan Scardanelli********casi llegando al final de esta historia***************y gracias por el aguante a quien corresponda********y perdón a quien no corresponda, hoy me levanté un poco alunado / anulado***

*Foto: cosas embaladas para próxima mudanza, con Gombrowicz de fondo.

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