Tres poemas desérticos + música de fondo



UN FIN 

(poema inspirado en la película París Texas)

 

Un camino de sal,

la boca llagada

y la sed insoportable,

el destino inventado

desde el big bang,

todos esos nombres

en inglés que no dicen nada,

y seguir a la caza de cualquier

animal gigante y blanco

a pesar de que la vida

se vaya consumiendo

-          o para que la vida

se vaya consumando –,

esperar al final de ese camino

con la boca destrozada

y con el último suspiro desértico,

mirar hacia atrás

para descubrir cómo

debieron ser las cosas,

pero no poder cambiar nada,

como leyendo una novela,

sentarse a fumar el cigarrillo

que se va junto al humo

 de los primeros acordes

de la desangelada y cruda

guitarra de Ry Cooder,

fundido a negro

y The end…

…otra cosa en inglés

que no dice nada.

 

 

NOTAS

 

Nota 1: hace un poco de frío en los pies

y más tarde todo va a ser peor.

Nota 2: Ojalá alguien me hubiera dejado

una hoja con el reglamento para sobrevivir

lo mejor posible, o por lo menos

para no morirme de frío.

Nota 3: No sabía que estaba tan solo,

eso da más frío.

Nota 4: Se me terminan las ideas,

el frío llegó a la cabeza.

Nota 5: Debería comenzar a despedirme,

siento los dedos como dos globos,

como canta Roger Waters

cuando hace frío.

Nota final: Acá debería estar

todo ilegible,

como en un principio,

frío.

 

 

ESTACIÓN R

(a la memoria de dos poetas: Mario Santiago y Kenneth Rexroth. Tal vez lo de la letra de la estación tenga que ver con uno de ellos, o con los dos)

 

Desde este otro lado del universo,

en la estación R,

una orilla sin soles ni piedras orbitando,

el recuerdo de una sonrisa

trepando por la única montaña congelada,

el sexo de los habitantes

esperando la noticia inclaudicable

de una caída más en el vacío,

un vuelo imposible de aves

que carecen de coordinación,

equivocaciones de la naturaleza:

noches y noches todas iguales,

como espumas del eco

de aquel poeta

que deseaba escribir

igual a como hablaba,

y que un día se pasó de largo

y dejó sus versos,

en una estación parecida,

colgando de su cuello,

pasaje sin vuelta

hacia el único fuego

capaz de contenerlo,

que está reservado

para aquellos ojos

ávidos de aguantar

un apocalipsis

y el día después.



***Música de fondo, play:

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