Sueños


“Sueños de ríos, como escenas de una película olvidada, derivan a través de la noche, en tránsito entre la memoria y el deseo” (J. G. Ballard, El día de la creación)

 

Hace meses que no puedo dejar de soñar cada vez que me duermo. Y no es que los sueños sean muy vívidos o de corte realista o basados en hechos reales. Para nada. Su característica principal es que son constantes y recordables, lo que me está generando un trastorno en el descanso que no es muy agradable. Una mezcla rara, porque ver una película todas las noches no está nada mal. Además, se supone que yo soy su director y protagonista, más o menos consciente. Pero en verdad, a la hora de despertar, se siente como si no hubiese dormido del todo bien. Además, dependiendo de la escena, puede ser que me despierte en medio de la madrugada, lo que genera una pérdida de tiempo y un corte de fluidez en el descanso, que sería mejor no sufrir para tener una vitalizada vida diurna…Vida de los despiertos cada vez más dormidos, como ganado de trabajadores precarizados en busca de un golpe de suerte, ¡La lotería en Babilonia! hoy cifrada en las apuestas deportivas online y la inversión en cripto monedas. ¡Dios salve a la reina electricidad! Y también ampare a los desamparados hacedores de kiosquitos de modo analógico, artesanos del chantaje, que pululan por el barrio Rivadavia y la ciudad de Mar del Plata – Batán. Acá tengo que hacer una desmentida, una aclaración: el jefe de los policías que cayó preso – colmo de los colmos – no vive en Francia y Garay. Tampoco fue muy sorpresivo que lo hayan agarrado, porque resulta que viene arrastrando un historial bien frondoso de – vamos a llamarlas con tono piadoso –“ irregularidades”. En tiempos de crisis – o sea todos los tiempos, el tiempo – es necesario ampliar los horizontes, recurrir a nuevos rebusques, emprendimientos, chantajes. Allá por los dos mil, cuando Argentina se iba a pique una vez más, una de tantas más, solía publicarse un anuncio en el diario del gallego dueño de los medios de comunic….corrijo, el gallego dueño de un montón de cosas que no viene al caso enumerar en esta humilde nota. Se trataba de una oportunidad laboral muy única y muy conveniente, porque no había jefes, no había horario, y el pago era perfecto, al día, en efectivo. Todo muy sospechoso. Pero ante la necesidad extrema, bueno, muchos caímos. El tema era así: vos te presentabas en un lugar x, y un tipo te daba una pila de cartones troquelados, con una forma de incipiente caja para guardar algo. Bien, te llevabas a tu casa una cantidad determinada de esos cartones, y te comprometías a dejarlos bien armados, en su estadío evolutivo final. Entonces todos felices y que comience el show. Mate va, mate viene, las cajas se iban armando hasta llegar a la totalidad. Se contaban y se llevaban al mismo lugar del que se habían retirado en su forma primitiva. Luego, una especie de jurado de cajas evaluaba la labor, y adiviná cómo termina la historia. Bueno, la sentencia siempre era que no te habías esmerado lo suficiente, y que de las cajas armadas solo se podía utilizar un cinco por ciento, porque se ve que la cagaste y no le agarraste la mano, así que el sueldo era casi nada, apenas alcanzaba para un sánguche mordido y una latita de gaseosa de diez mililitros. ¿Será que tuve ese sueño ayer? Puede que mi memoria haya sacado algo de esa historia, que fue bien real, y que todavía no quiero olvidar. Digo que no quiero olvidar porque las cosas en el hoy diurno se me van pareciendo demasiado al dos mil uno, ya lo vengo advirtiendo desde hace semanas. El caso del policía, las apuestas ilegales, la timba de los bitcoins, los chantas que empiezan a ocupar demasiados espacios de los que se habían esfumado…pero bueno, ahora hay otro espacio muy difícil de maniobrar, ese que no es tan analógico y que tampoco podría afirmar que es digital al cien por cien, porque sus daños y perjuicios sobre las personas es bien concreto. Habrá sueños mejores. Quiero imaginar que se acercan sueños mejores, con escenas inolvidables, grandes actrices, tremendos actores, y un director inspirado. Algo parecido a soñar con ríos, como de seguro soñaba Ballard en su estadía en campo de concentración japonés durante la segunda guerra mundial. Tres años de sueños pesadillescos, imaginando algún día conseguir la libertad suficiente como para comenzar a escribir novelas con esos nombres tan geniales, que sí logró escribir después. En especial la que cito al inicio, con ese glorioso comienzo, digno de un poema eterno, imperecedero…eso, la literatura y sus trazos inolvidables, lo que me podría llevar por buen camino, como viajando a través de esos ríos inexistentes y tan vivos como la naturaleza misma, que el doctor Mallory creaba obsesivamente para sentir que sus sueños podían habitar una realidad, que sería mejor volver a soñar. Por eso espero por la redención, esta noche. Tal vez el frío ayude un poco, me quede dormido más temprano de lo normal, y vuelva a mí el mejor sueño de todos: ese que arranca con un fundido a negro y que termina en un apacible amanecer con tibio sol de otoño, y una miradita al reloj de la mesa de luz…cámara…acción…¡Pasaron ocho horas y no soñé nada! – o no lo recuerdo, que para el caso es lo mismo-.

 

*Y bueno, me ayudo con la música de fondo de hoy…que tengas dulces sueños:

***************************Humildemente, el Yo que dice yo**********de camino a dormir*********al fin********good night a todes*******


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