"Un hombre más o menos común,
independiente, sensato, pensante,
con mucho sentido del humor"
La mirada al frente, por disposición genética.
Un ojo que ya no lee bien,
la oreja inútil,
el pelo del color de la nieve sucia,
el ritmo acelerado de la sangre,
un laboratorio esperando exámenes
y dos o tres recuerdos fuertes,
los que se aferran al pasamanos de la vida,
algunas sonrisas y más llantos,
las doce de la noche con copas siempre,
una película que nadie vería,
todos los libros del despreciable Nabokov,
los poemas de Parra,
unas dedicatorias mentirosas,
el oficio de sobrevivir al desamor,
algunas catástrofes también,
esos versos:
"tranquilo, todo va a estar bien"
"ya nos volveremos a ver"
y las comidas del domingo al mediodía.
Después,
todos los caprichos de la baraja del tiempo,
los versos de historias que no encajan,
edición, pegar, recortar, borrar, adherir,
pensar en los días como tréboles de tres hojas,
tan corrientes como parecidos entre sí,
un par de traiciones,
los despegues hasta el sol,
tantos límites,
y el día que te das cuenta
de que los sentimientos
también pueden morirse,
evaporarse como el invierno,
quemarse como el verano,
barrerse como el otoño.
La primavera es la estación de la vida,
una triste esperanza,
volver a empezar
para volver a terminar.
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