El sueño del detective (segundo capítulo)



En el sueño algo se desvanecía,

los cuerpos caían sobre cuartos

encendidos por faroles a gas,

las sombras eran fantasmas dorados

que no se condecían con nada humano,

eran siluetas de cuerpos deformados,

rostros elefantinos con torsos

reptilianos / serpentinos,

reflejos de seres de otro plano.

Había una sensación de olvido,

una angustia descalza

que superaba al miedo

o que era el peor de los miedos,

el aire no existía y hacía frío.

Otro cuerpo se levantó de la nada

y consiguió la atención de la escena,

parecía el asesino perfecto

pero no se confesó;

las habitaciones desaparecieron,

los cuerpos se desintegraron,

las sombras marcharon

tras el asesino perfecto,

condenadas por un puto sueño,

la equivocación del detective

que no puede resolver el caso,

siempre es tarde…

 

Esa sería la maldición de este trabajo de mierda, llegar siempre tarde, y que todo el mundo te caiga encima, se cague en vos, te tire las culpas desde todos los sectores, desde arriba enterrado por la mierda de los superiores, desde abajo empalado con bosta del pueblo que necesita un culpable todos los días, y el que tiene la cara perfecta de la derrota es el detective o llamalo comisario o encargado de la investigación del asesinato que sea, y ahí está mi cara de boludo, del que estuvo despierto las últimas mil horas cagado de hambre y de frío, buscando un rastro de un hijo de puta psicópata que liquidó a un pendejo por vaya a saber qué pelotudez, a lo mejor un partido de fútbol o una bolsa de merca o una docena de empanadas que no llegaron nunca, cualquier pavada, un estruendo en la noche de un barrio del orto que justo cae en la comisaría en la que te toca estar a cargo, a cargo de una manada de incompetentes que apenas saben cargar un video de Youtube en el celular para hacer como que esa noche están de “guardia” y cobrar unas miserables horas de “corazón” que son en verdad un regalo hacia la nada desde la nada, porque nos dicen que lo mejor es hacer presencia, estar ahí, pasar con los patrulleros hechos pelota por el “territorio” y si hay suerte esa noche es tranquila y no pasa nada nomás alguna pelea entre dos “fisuras” o un celular o una moto zarpados en la esquina y que ojalá no sea justo en la esquina de la comisaría de este barrio de vírgenes violadas y santos empalados por el culo, pero de repente en un segundo un estruendo y cae un menor de edad y la sangre y los vecinos indignados y el más corrupto de los intendentes de la historia de la ciudad que de pronto se acuerda de que existe ese barrio y que de puta casualidad está en la ciudad que preside, y qué cagada que mejor resuelva rápido o la pague el pelotudo del comisario o el forro que esté a cargo de la investigación, de última que entreguen a cualquier perejil para salir del mal rato y patear para delante, con suerte la familia del pendejo no tiene donde caerse muerta y podemos arreglar por otro lado, y resulta que no soy tan garca, no me da el corazón, creo que hay que hacer un trabajo policial más o menos válido, y para peor la cosa se complica con la llegada de esos dos “especialistas” mexicanos que dicen saber un montón de asesinatos, aunque de lo que saben es de tequila y tortillas de maíz que recuerdan todo el tiempo y de cadáveres sin identificar que enterraron en una fosa común en Santa Teresa porque nadie reclama nada después de un tiempo, la filosofía del “todo pasa y nada queda” “todo lo sólido se desvanece en el aire” y acá en el Rivadavia no queda solidez alguna y el aire es una mierda de baño de comisaría, y nada pasa porque ya pasó todo lo que nos trajo hasta este punto, y todavía hay un cadáver de un niño sin identificar, mucho trabajo por encarar, muchas más horas de vigilia y café y otras sustancias para estar despierto para poder poner la cara de boludo derrotado por la Historia ante quien corresponda, esté arriba o debajo de la línea de mando, porque ese es el inicio de esta escena espantosa, un catalizador que es un detective condenado a la nada.


***música de fondo del cap 2:

*************************+humildemente, Juan Scardanelli*************


El sueño del detective (segundo capítulo)

En el sueño algo se desvanecía, los cuerpos caían sobre cuartos encendidos por faroles a gas , las sombras eran fantasmas dorados que no se ...