La trama no
importa. O bueno, sí que importa pero no tanto como el desarrollo de los
personajes. Tampoco tan así, a lo mejor las dos cosas importan bien poco y lo
que más importa es el lenguaje. Pero no estoy seguro, capaz que lo más
trascendental sea el precio de venta que se le pone a la historia, porque por
ahí si el precio es muy bajo queda en claro que el material no vale nada, o
casi nada, una mierda. Las historias suelen ser muy parecidas unas con otras,
es probable que comiencen con una partida, una salirse de ambiente cerrado, un
meterse en ambiente cerrado, en todo caso un movimiento, un traslado. Pero
también puede ser que eso no ocurra, y que la trama completa esté atrapada en
una suerte de caracol dormido, un arrastrarse casi imperceptible…pero claro,
eso ya sería un movimiento, aunque leve. Qué tal si nada se mueve y las cosas
se quedan así como están durante un buen rato, digamos dos horas, que es lo que
debería durar una película más o menos soportable. El colmo del
conservadurismo, unos personajes que se quedan fijos sobre una escena y nadie
hace nada. Una suerte de museo de cera de lo que vendría a ser una historia. Y
ahí lo tienen, la historia más perfecta de todas, el héroe que se queda en casa
mirando el techo, un héroe bien fácil de imaginar hoy, un héroe menos que
mínimo, un héroe sin retorno porque nunca salió. Todo inmovilizado, ni siquiera
las plantas y su casi imperceptible inclinación hacia el rayo de sol que apenas
acaricia el patio interno de un mono ambiente, por aproximadamente diez
minutos. El tiempo pasa porque eso es inevitable, no lo podemos congelar, ni
siquiera en una foto. ¿Por qué? Podríamos sacar una foto ahora de ese héroe en
la mecedora de su living, contemplarla por un rato y seguir con lo que sea que
se tenga que seguir. Luego, pasadas unas semanas, volver sobre esa misma imagen
y entonces hacerse la pregunta: ¿qué pasó? ¿por qué no se percibe igual que la
primera vez? ¿por qué siento que cambió la imagen y que yo también no soy igual?
¿Hubo movimiento en la inmovilidad de esa imagen? Cerrar los ojos, y si no pasa
nada, quiere decir que la imagen es una cagada y no sirve, no es arte. Pero, a
veces y con suerte, se tiene la sensación de que la imagen vista continúa
moviéndose dentro de uno, o con uno. Va cambiando la forma de percibir todo lo
demás que sería el ritmo tortuga de la rutina diaria. Puede ser una escena, una
imagen, una pintura, una escultura, un poema, un algo humano que nos dejó en
otro lado, nos depositó en un movimiento que no esperábamos. Y eso se continúa,
y nace como una fiebre que impide por unas horas continuar indemne como antes,
como el amanecer que no traía más que el pronóstico del tiempo y la parada del
554. Sigue el barrio Rivadavia, donde pasan todas las cosas más importantes del
universo, porque es el único lugar desde el que se pueden realizar lecturas que
son como esa imagen, esa escena, esa pintura, ese poema, hechos extravagantes
que continúan su influencia en el tiempo, aunque no se esté allí, aunque la
experiencia se haya terminado. ¿Eso no depende del héroe, del Yo que dice yo?
No, nada que ver, depende de otra magia, una cosa que está fuera de uno mismo
pero que lo moviliza, lo que significa que se va a meter dentro de uno…si es
arte, o así debería ser el arte, o así percibimos el arte desde este micro
espacio del multiverso entero. Líneas rojas que no pueden poner lógica y razón
sobre cosas que fueron creadas para derribar la lógica y la razón. ¿Quién dijo
que este texto tiene que mostrarte algún sentido, tiene que conformarte, tiene
que ofrecerte el final adecuado para que vuelvas a dormir una noche de
insomnio? ¿quién escribió en algún tratado que dormir por la noche es adecuado
para nosotros? ¿serán los mismos que nos dicen que ya nada se puede hacer con
el orden establecido en el mundo? Ok, tal vez hay un orden que sí puede ser
desestabilizado, pero hay que inventarlo, hay que escribirlo, hay que
dibujarlo, hay que soñarlo en una pesadilla insomne. ¿Suena a algo que podría
servir para revolucionar esta página, al menos? No, la revolución es ese
constante inconformismo que nos puede ayudar a entrar en trance, que sería
abrir las puertas perceptivas (y eso fue un choreo de paja nomás) para aceptar
ser movilizados por algo que escapa de lo establecido. Bendito sentimiento de
felicidad, como gritar un gol de un equipo que no sabemos por qué carajos
estamos alentando. No todo es lógica y razón, por suerte, y digo que por suerte
porque es esa especie de locura lo que nos permite relacionarnos con el mundo
sin explotar de un ataque cardíaco cada noche a la vuelta del chino. Eso, un
vino vendría bien porque ya no hay en la heladera –sí, acá se lo toma frío- y
se necesita pasar la madrugada lo mejor posible. Igual no te hagas drama, es
algo que me pasa a mí, nada más, al escritor que dice a mí o que afirma ser un Yo.
Nada de eso existe, lo que sí existe es una escena indescriptiblemente
impresionante, una persecución en una ruta en el desierto, unos sonidos, unas
músicas, unos personajes, una trama, una novela adaptada a los ponchazos, unos
ojos que se cierran para corroborar que es imposible seguir la historia así,
porque si la película es buena y vale la pena como obra artística, es
imperiosamente necesario tener los ojos bien abiertos, esas escenas van a quedar
en la memoria, esas escenas se van a seguir desplazando aunque el héroe esté
sentado en la mecedora de su living, en un mono ambiente muy mal iluminado del
barrio Rivadavia.
********Sí, puede ser la mejor película del fin de semana:
*****************************humildemente, Juan******************sí, buena forma de recomendar algo***********************
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