Como un
fardo de paja seca
que pasa no
rodando
sino más
bien volcando
sus
cicatrices
sobre un
desierto
sin sol ni
espuma,
uno de esos
no lugares
siempre llenos
de vacío,
una
autopista en hora pico
o una
terminal de micros
al instante
señalado:
las doce de
la noche
de
cualquier treintaiuno
de
diciembre,
un piso
recién lavado
y las copas
invisibles
chocando en
cada esquina
con la
violencia
del
comentario del día:
“se termina
el año”,
y nada más
que agregar
porque ese
día lo comprime todo,
las cuentas
son deficitarias
o hay que
consolarse con eso de:
“por lo
menos llegamos”,
como si
cada año
fuese una
misma y única
orilla que
siempre se abisma,
una carrera
hacia la nada,
y vaya a
saber cuántas
vueltas
falten
para que
sea la última,
como
circulación de versos/
como
circulación de sangre
y
embotellamiento
de “felicidades”
en plural,
todas atascadas
en cada yo
y tan
disímiles
que
pareciera que
el viento
norte
nunca las
va a juntar,
sentarse a
mirar
fuegos
artificiales
que queman
soledades
como la
peor de las aguardientes
que fluye
como si
nunca más
se fuese
a celebrar
nada,
la ansiedad
del final,
el día más
postapocalíptico
que inventó
la persona
que se tomó
el trabajo
de enunciar
la primera palabra:
siempre un
verbo/
un
movimiento/
una fuga,
escapando
desde
ese
precipicio
hasta este…
final y
puntos suspensivos
con
comienzo de nueva carrera
contra el
tiempo,
contra la
vida de los demás,
depositando
en estantes
todos
aquellos libros
que no
vamos a leer
pero que
igual están ahí
esperando
en vano,
como la
vida de tantas personas
que nos cruzamos
en el chino,
con las que
nunca hablamos
ni vamos a
hablar,
pero que
miran,
están ahí,
nos esperan
-¿nos
esperan?-
rodando
como ese fardo,
con las
cicatrices
más frescas
que nunca,
dispuestas
a que
ya sea
mañana…
y volver a
rodar.
*****aclaración: el verso 28 fue (casi) robado literalmente a Juan L. Ortiz, la única persona con la que pasaría cualquier fin de año.
*********************música sugerida (probablemente el mejor tema del mejor disco del 2024):
*****************************humildemente, Juan Scardanelli*******el yo que dijo Yo otro año más*******tras bastidores del barrio Rivadavia********brindando...todavía***
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