Una novelita marplatense (capítulo 13, el de los "seres queridos")

Desde afuera y no tanto…Tenía serios problemas con la expresión “seres queridos”. Primero, como forma de dirigirse a un grupo determinado de personas cercanas, o más o menos, por las que debería sentir algún tipo de aprecio. ¿Sería adecuado llamar así a esa suerte de amor naciente, a esa persona que apenas conocía de dos salidas, y que ya había quedado en un lugar complejo de incomunicación? Le pareció todo demasiado prematuro. Muy rápido como para considerar “querido” a alguien que había podido empezar a querer hace casi nada de tiempo. Muy rápido para considerar a alguien en un futuro improbable. ¿Sería adecuado seguir visitando a una persona apenas conocida en un estado tan crítico? ¿De qué servía si ni siquiera podían reconocerse y hablar aunque sea por gestos? ¿Y si se quedaba así por el resto de la vida, hasta cuándo iría de visita? ¿Cuánto más podía durar una historia en este tipo de situación?. Y otra cosa era esa expresión como expresión en sí: “seres queridos”. No le gustaba porque le sonaba a película de ciencia ficción, de extraterrestres, o de horror, de monstruos. Esos “seres queridos” que vienen a conquistar vaya a saber qué cosa, o esos “seres queridos” en busca de sangre amable. Le hacía recordar a un capítulo de los expedientes secretos X, donde Molder está muy seguro de haber encontrado una prueba de que esos seres de otro planeta se llevaron a su querida Scully. Pero al final todo queda en la nada, y otra vez a seguir investigando con la pregunta sin contestar: ¿Existen o no los seres queridos? ¿Sería un problema psicológico? Este personaje podría ser de esos seres incapaces de sentir más que una tibia simpatía por los demás seres. Una suerte de extraterrestre viviendo en la Tierra, sin haber actualizado la guía para ser considerado un ser humano común y corriente. Esa guía que me haría falta para tratar de finalizar el armado de alguno de los personajes de la novelita marplatense-batanense. Pero eso ya es un problema mío, y en este apartado nos referimos a uno de estos jóvenes personajes, el que quedó fuera de la habitación del hospital porque se considera que está sano. Un personaje sano. ¿Qué cosa sería eso? La verdad es que no se sentía muy así. Por el contrario, todas estas dudas se le presentaban en su pesada cabeza, y era común que no pudiera dormir durante varios días, en los que fantaseaba que sus “seres queridos” lo secuestraban por las noches para hacerle miles de pruebas. ¿Con qué objetivo? No tenía idea. Pero a causa de eso, es probable que le costara tanto decidirse a querer a alguien. La desgracia radicó en que cuando se decidió…bueno, pasó lo que pasó. Esa persona destinada a terminar transformándose en su personaje querido para toda la historia, cayó en una especie de punto y coma, que lo dejó fuera de poder defenderse. ¿Para qué carajos querer a alguien que no se puede defender? Una pregunta que debería haberse hecho antes, cuando importaba. Ahora había quedado en la encerrona de un abismo también, uno mucho más sutil que el impedimento físico. Debía seguir desarrollando su relación con una persona que no le iba a responder nada, en un contexto de hospital. ¿Habría peor manera para enamorarse? O, por el contrario, ¿sería la mejor manera de relación posible? Todo esto le daba vueltas por la cabeza, mientras salía del baño de la sala de espera para las visitas. En ese momento se volvió a cruzar con el otro personaje que había asistido a aquel abismado en la calle. Se miraron con cierta compasión y se preguntaron “¿qué onda, cómo te fue?” Los dos, más o menos, contestaron lo mismo, casi como cumpliendo un compromiso de ocasión: “Fue bien, dentro de lo posible, por lo menos se lo ve bien, es un paciente que está a la buena de Dios, pero como es joven puede que salga adelante…quién sabe, solo Díos sa…”no no no, otra vez esa maldita manía de recordar músicas que vienen al pelo para seguir la novelita. ¿Qué querían decir esas palabras duplicadas? ¿casualidad? ¿costumbre? Serían ese tipo de cosas que se dicen en este tipo de situaciones, pero ¿de dónde salían? ¿Otra vez la influencia del cine, la tele, las novelas? Se fue del Hospital que te tocó en desgracia con la certeza de que todos los habitantes de la ciudad habíamos visto las mismas películas que pasaran tantas veces Canal 8 y canal 10, y que por eso un poco nos parecíamos todos y todas. El adn marplatense-batanense como una construcción de la televisión de aire, un día más haciéndolo “Todo por amor” como Julia Roberts. Era algo, una forma de haber adquirido experiencias indirectas comunes, que le permitían parecerse un poco a esos “seres queridos o por querer”, que no tenían nada de malo, y que caminaban muy cerca suyo sin saber que en algún momento iban a dar vuelta la cara para cruzar miradas y…magia veneno no no no, lista musical odiosa. Decía, la magia de empezar a relacionarse con alguien que no se conocía hasta hace minutos, que no se pensaba conocer nunca jamás, pero que tenía tanto en común con uno, porque la ciudad es un pañuelo descartable. Se sentía mucho mejor, ya no pensaba en extraterrestres o monstruos de otras regiones. Sólo en los suyos, internados o caminando por la Avenida Ja…casi muerdo el anzuelo. Muerdo el anzuelo y vuelvo a…Tampoco, paso de anzuelos.

 

*Aclaraciones algunas: el problema de problematizar las relaciones. Todas y cada una de ellas. De buscarles un ángulo adecuado, un nombre…ese famoso “no hace falta ponerle nombre a lo nuestro”, o eso de que “los amigos son la familia que se elige”, y su contraparte que sería “la familia no se elige, pero es familia”. Una realidad sentimental construida entre frases hechas y códigos, y los sentimientos bien reales como filtraciones que escapan a las convenciones. Y un montón de “seres queridos” con miradas perdidas, sí….como zombies, pero en busca del cariño perdido, o anhelando, o necesitado, o implorado para no parecer tan monstruosos, porque ¿quién puede ser feliz sin querer y ser querido? Queridos, yo creo que la felicidad empieza con la lectura y termina cuando se cierra el libro. Pero ya lo anticipé, la clase de zombie que me tocó en el reparto de la novelita marplatense-batanense me lleva a ese determinado tipo de conclusiones. A veces sueño que estoy atrapado en un abismo, que una vuelta caí ahí y no pude salir más, y que ni Julia Roberts en VHS me pudo ayudar. A veces pienso eso como una pesadilla, aunque no pueda dejar de sentir un alivio muy gratificante:

**********humildemente, Juan********una semana más, un capítulo más*******una semana más bien abrigado, y guarda con andarse encontrando balas perdidas de la policía por el barrio******

*Foto editada: El famoso Hospital que te tocó en desgracia.

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