Desde
afuera y no tanto…Tenía serios problemas con la expresión “seres
queridos”. Primero, como forma de dirigirse a un grupo determinado de personas
cercanas, o más o menos, por las que debería sentir algún tipo de aprecio.
¿Sería adecuado llamar así a esa suerte de amor naciente, a esa persona que
apenas conocía de dos salidas, y que ya había quedado en un lugar complejo de
incomunicación? Le pareció todo demasiado prematuro. Muy rápido como para
considerar “querido” a alguien que había podido empezar a querer hace casi nada
de tiempo. Muy rápido para considerar a alguien en un futuro improbable. ¿Sería
adecuado seguir visitando a una persona apenas conocida en un estado tan
crítico? ¿De qué servía si ni siquiera podían reconocerse y hablar aunque sea
por gestos? ¿Y si se quedaba así por el resto de la vida, hasta cuándo iría de
visita? ¿Cuánto más podía durar una historia en este tipo de situación?. Y otra
cosa era esa expresión como expresión en sí: “seres queridos”. No le gustaba
porque le sonaba a película de ciencia ficción, de extraterrestres, o de
horror, de monstruos. Esos “seres queridos” que vienen a conquistar vaya a
saber qué cosa, o esos “seres queridos” en busca de sangre amable. Le hacía
recordar a un capítulo de los expedientes secretos X, donde Molder está muy seguro
de haber encontrado una prueba de que esos seres de otro planeta se llevaron a
su querida Scully. Pero al final todo queda en la nada, y otra vez a seguir
investigando con la pregunta sin contestar: ¿Existen o no los seres queridos?
¿Sería un problema psicológico? Este personaje podría ser de esos seres
incapaces de sentir más que una tibia simpatía por los demás seres. Una suerte
de extraterrestre viviendo en la Tierra, sin haber actualizado la guía para ser
considerado un ser humano común y corriente. Esa guía que me haría falta para
tratar de finalizar el armado de alguno de los personajes de la novelita
marplatense-batanense. Pero eso ya es un problema mío, y en este apartado nos
referimos a uno de estos jóvenes personajes, el que quedó fuera de la habitación
del hospital porque se considera que está sano. Un personaje sano. ¿Qué cosa
sería eso? La verdad es que no se sentía muy así. Por el contrario, todas estas
dudas se le presentaban en su pesada cabeza, y era común que no pudiera dormir
durante varios días, en los que fantaseaba que sus “seres queridos” lo
secuestraban por las noches para hacerle miles de pruebas. ¿Con qué objetivo?
No tenía idea. Pero a causa de eso, es probable que le costara tanto decidirse
a querer a alguien. La desgracia radicó en que cuando se decidió…bueno, pasó lo
que pasó. Esa persona destinada a terminar transformándose en su personaje
querido para toda la historia, cayó en una especie de punto y coma, que lo dejó
fuera de poder defenderse. ¿Para qué carajos querer a alguien que no se puede
defender? Una pregunta que debería haberse hecho antes, cuando importaba. Ahora
había quedado en la encerrona de un abismo también, uno mucho más sutil que el
impedimento físico. Debía seguir desarrollando su relación con una persona que
no le iba a responder nada, en un contexto de hospital. ¿Habría peor manera
para enamorarse? O, por el contrario, ¿sería la mejor manera de relación
posible? Todo esto le daba vueltas por la cabeza, mientras salía del baño de la
sala de espera para las visitas. En ese momento se volvió a cruzar con el otro
personaje que había asistido a aquel abismado en la calle. Se miraron con
cierta compasión y se preguntaron “¿qué onda, cómo te fue?” Los dos, más o
menos, contestaron lo mismo, casi como cumpliendo un compromiso de ocasión:
“Fue bien, dentro de lo posible, por lo menos se lo ve bien, es un paciente que
está a la buena de Dios, pero como es joven puede que salga adelante…quién
sabe, solo Díos sa…”no no no, otra vez esa maldita manía de recordar músicas
que vienen al pelo para seguir la novelita. ¿Qué querían decir esas palabras
duplicadas? ¿casualidad? ¿costumbre? Serían ese tipo de cosas que se dicen en
este tipo de situaciones, pero ¿de dónde salían? ¿Otra vez la influencia del
cine, la tele, las novelas? Se fue del Hospital
que te tocó en desgracia con la certeza de que todos los habitantes de la
ciudad habíamos visto las mismas películas que pasaran tantas veces Canal 8 y
canal 10, y que por eso un poco nos parecíamos todos y todas. El adn
marplatense-batanense como una construcción de la televisión de aire, un día
más haciéndolo “Todo por amor” como Julia Roberts. Era algo, una forma de haber
adquirido experiencias indirectas comunes, que le permitían parecerse un poco a
esos “seres queridos o por querer”, que no tenían nada de malo, y que caminaban
muy cerca suyo sin saber que en algún momento iban a dar vuelta la cara para
cruzar miradas y…magia veneno no no no, lista musical odiosa. Decía, la magia
de empezar a relacionarse con alguien que no se conocía hasta hace minutos, que
no se pensaba conocer nunca jamás, pero que tenía tanto en común con uno,
porque la ciudad es un pañuelo descartable. Se sentía mucho mejor, ya no
pensaba en extraterrestres o monstruos de otras regiones. Sólo en los suyos,
internados o caminando por la Avenida Ja…casi muerdo el anzuelo. Muerdo el
anzuelo y vuelvo a…Tampoco, paso de anzuelos.
*Aclaraciones algunas: el problema de problematizar las relaciones. Todas y cada una de ellas. De buscarles un ángulo adecuado, un nombre…ese famoso “no hace falta ponerle nombre a lo nuestro”, o eso de que “los amigos son la familia que se elige”, y su contraparte que sería “la familia no se elige, pero es familia”. Una realidad sentimental construida entre frases hechas y códigos, y los sentimientos bien reales como filtraciones que escapan a las convenciones. Y un montón de “seres queridos” con miradas perdidas, sí….como zombies, pero en busca del cariño perdido, o anhelando, o necesitado, o implorado para no parecer tan monstruosos, porque ¿quién puede ser feliz sin querer y ser querido? Queridos, yo creo que la felicidad empieza con la lectura y termina cuando se cierra el libro. Pero ya lo anticipé, la clase de zombie que me tocó en el reparto de la novelita marplatense-batanense me lleva a ese determinado tipo de conclusiones. A veces sueño que estoy atrapado en un abismo, que una vuelta caí ahí y no pude salir más, y que ni Julia Roberts en VHS me pudo ayudar. A veces pienso eso como una pesadilla, aunque no pueda dejar de sentir un alivio muy gratificante:
**********humildemente, Juan********una semana más, un capítulo más*******una semana más bien abrigado, y guarda con andarse encontrando balas perdidas de la policía por el barrio******
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