Terapia intensiva


Perecer como contenido

pero sin morir del todo (todavía),

una suerte de personalidad constipada,

el adorno de un calendario

que no avanza más,

naturaleza (casi)muerta

con todas las simetrías adecuadas

y el desborde siempre amenazando

con aniquilar la cordura,

“habrá que ser valiente

para seguir de pie

una vez pasadas las ráfagas

 de metralla del fusilamiento

que predican los lugares comunes”

La consecuencia inevitable

de la voz del vencedor,

una serie de mandatos históricos

dispuestos a dar el último empujón

a las almas que tambalean

en el abismo de un tiempo

debidamente embalsamado,

y otras cosas escritas a la luz…

…oscuridad

de lecturas aborrecibles

que son las más estimulantes,

porque qué carajos le importa al cuerpo

más que vomitar y cagar al mismo tiempo,

ir vaciando lo que ya no se quiere,

disfrutando la intoxicación final

porque ya no hay problema…nunca hubo…

“soy ese cuerpo destinado a fallar”

una falla que será eterna,

lo único eterno,

¿un error?

¿un consuelo?

¿y qué si hoy murieron asesinadas

miles de personas?

¿no se puede escribir poesía,

pero vomitar sí?

¿morirse sí?

dejar esos ganchos

sería dejar de preguntar

como llorar por las muertes,

puestas en escena

que no tienen nada

que reprocharle a la realidad,

¿y a esa quién la inventó?

¿quién la escribe?

¿quién pregunta?

¿un signo?

¿y así se crean los sentimientos también?

¿se crean?

¿quién?

Personalidad constipada,

lenguaje constipado,

el lado de los versos que no se van a leer

para evitar el efecto nocivo,

“que nadie me salude por W´app

y que por la calle alguien

planee atropellarme,

luego darse a la fuga,

y que yo caiga desmembrado

sobre el asfalto frío

de unos versos

que son los últimos signos vitales,

los últimos que leo,

rayitas que apenas entiendo

pero que significan

ese todo del último renglón”

/\_/\/\/\___/\/\____/\____/__ _ .


***

***************************humildemente, eran así todas las noches**********************************asimétricas*

Manual de instrucciones para insomnes

-          Tal vez uno quiere la idea que uno se hace

(Dormir al sol, Adolfo Bioy Casares)


Andar en puntas de pie por entre los gritos de la madrugada, esos gritos que resuenan en la cabeza de uno, que recogen lo que durante el día fue nada más que eso, lo que sucede en cualquier día, pongamos por caso de invierno, en una ciudad ya de por sí bastante fría, en un barrio bastante imaginable para cualquier guionista de serie de Prime o Netflix o HBO  o Porntube. Palabras clave que después van a llenar el espacio vacío del más que vacío algoritmo, que funciona algo así como esos gritos que quedan dando vueltas con cada uno de nosotros en la cama, por la noche, cuando se supone que hay un silencio de tipo hospital. Pero no. Esta madrugada empieza a resonar lo acontecido en la vida hasta un punto…y seguido. Imágenes desordenadas de gente que nos significó algo, para bien o para mal, conscientemente seleccionadas o aportadas de improvisto por la otra cara de la conciencia, seres más o menos reales que ahora son reinterpretados por las cavilaciones de madrugada…y muchos gritos, como si el rememorar del día viniese en un volumen alterado para arriba, con unos efectos que sumados hacen imposible conciliar el sueño…y eso de concilio suena más a bien a reunión urgente de las partes que podrían llegar a proporcionarnos un sueño tranquilo y adecuado, el famoso y nunca del todo alcanzado “sueño reparador”. Al revés, lo que se intenta todas esas madrugadas de insomnio es reparar el sueño, para que después sí se continúe con la reparación del insomne…más imágenes de personas que uno no eligió recordar, pero que caen de la memoria como esos parientes indeseados que un día se acordaron de tu domicilio, y “qué copado este lugar que tenés y fijate que yo ahora estoy tirado bancame unos días”, etc…entonces empiezan a caer como espuma de catarata en ebullición un montón de escenas culposas, otras un tanto vergonzosas, y muy de vez en cuando algo agradable. La mente intenta aferrarse a eso último, desesperada por un bálsamo mágico que ayude al descanso. Pero el hecho solamente de esforzarse genera el efecto contrario: mucho más difícil apagar el cerebro, ese maldito / bendito órgano engañosamente privilegiado que vino sin interruptor, sin perilla de apagado / encendido o al menos suspensión. Y será por eso que (casi)todos los aparatos que inventamos –quiero decir como especie humana- traen de fábrica un botón de ese estilo, un interruptor, junto con una guía de instrucciones para que no olvidemos nunca en alguna noche de insomnio, cómo es que hacemos para dejar sin funcionamiento aquello que sabemos perfectamente que solo necesitamos un rato, y que después hay que dejar descansar porque las cosas se pueden recalentar y qué hacer en esos momentos de emergencia…Llamar al 911, al siquiatra, a la línea de prevención del suicidio, a insomnes anónimos o al servis que viene con la garantía para consultar: No tengo manual de instrucciones, ¿cómo era que se hacía para dormir?... Un clona, un sedante, fumarse algo, una botella de whiskey, una taza de leche tibia con miel, una vuelta a la manzana…eso de andá a la esquina a ver si llueve… eso otro de buscate un bar abierto…o simplemente respirar profundo sin apoyarnos del lado izquierdo del cuerpo porque ahí suele estar el corazón y si lo aplastamos la sangre no corre como debiera y el cerebro se daría cuenta y se resistiría mucho más, y vuelta a empezar…y a lo mejor ponerse a leer algo, algo como esa novela de Bioy Casares, que justamente en su título da una pista imposible para solucionar el trastorno: dormir al sol. A la madrugada no hay sol. Lo que sí, esos trastornos que le causan al protagonista los trastornados demás personajes, que parecen salidos de una pesadilla muy aburrida, con muy mala producción. La sensación de que lo único sólido en la vida son las partes de un reloj. La sensación de que a las personas uno se adelanta en imaginarlas según su conveniencia, antes de empezar a conocerlas en serio. Otro mecanismo de nuestra conciencia que funciona bien para el culo. Y cuando se quiere acudir al manual de instrucciones, ya es tarde, no se puede usar más la garantía, la fábrica cerró hace décadas, y no hay a quién reclamarle salvo a uno mismo…Otra vez uno contra uno, otra vez la cabeza sobre la almohada y a ver qué pasa, otra vez la sensación de calor y la proyección de unos recuerdos que son insoportables, y que al final no pasaron tan así, ¿verdad?...andá a saber…las voces siguen aumentando el volumen, hasta una melodía muy pegadiza suena de fondo sumándose a un zumbido que podría ser una mosca, un mosquito, un muy mal recuerdo…como curando el empacho pero al revés, atacar la heladera no es recomendable, pero jugado por jugado da igual…comer cualquier cosa de madrugada y con un insomnio insoportable, como tratando de engañar al cerebro, que sin embargo es muy inteligente y no se deja…seguir dando vueltas en la cama, de un lado al otro…nadie…volver a encender una luz, mirar al techo, corroborar que hay humedad y que algo habrá que hacer ahí…justo como con esa vida diurna, que se pasa de largo y no quiere apagarse por la noche…manual de instrucciones para poder dormir: recordar que el dispositivo no viene con un botón de encendido / apagado / suspensión, y que no se debe desconectar la fuente porque se corre el riesgo de no volver a funcionar más. En casos extremos acudir al fabricante…pero si ya no hay fabricante que responda, proceder a imaginar una isla paradisíaca, donde el sol sí que ofrece su calidez, y hay una palmera hermosamente florecida, ofreciendo su sombra, y uno puede mirar un horizonte vacío y las cosas tienen el volumen que tienen que tener, y comienzan a dibujarse de a poco las Zzzzzzzzzz por encima de ese dispositivo que está a punto de ceder…    


*****y la música que suena insomne:

*********************humil-demente, yo***********te he visto en situaciones similares.......***********


Todas esas veces...

 

“El tiempo pasa y, con él, cada sensación placentera, antes o después, acaba disolviéndose, se dispersa como ceniza llevada por el viento. Debemos aceptar dicha verdad. Y sin embargo, en ciertos casos…, en ciertos casos particulares, estas sensaciones permanecen en el aire cual vibraciones silenciosas, y cabe la posibilidad de que sean sigilosamente reemplazadas por algo que se manifiesta de otra forma” (Haruki Murakami)

 

Casi como creer en la vida antes y después de cualquier muerte, la fe en esas vibraciones que viajan con forma imperceptible de onda expansiva, y que luego se transforman de la mejor manera alquímica en un caos de sonido que, combinado, hace estremecer a todo el cuerpo, a toda la razón que se pueda sostener…hasta ese sublime instante. Un piano que suena de un lado hacia el otro acompañando a la mejor voz que pueda existir ahora, en una noche lluviosa de invierno, en una esquina inundada del barrio Rivadavia, porque los desagües no dan más, otra de esas verdades irrefutables, porque las cosas se construyen para funcionar por un rato, un instante, y lo que sea que viene después, la lluvia o el tiempo, todo se lo llevará, todo lo dejará en un recuerdo brumoso, en una niebla que algunos ojos – con suerte- se van a dignar a observar, recobrar, para luego continuar con la rueda que se desliza por las calles anegadas…y a lo mejor me dirás “nena, nena, todo el tiempo”, por qué no nos tomamos de la mano, por qué no nos besamos, así dejamos de discutir en camino a vaya a saber dónde, a veces parece que nos dejamos llevar por todas las pelotudeces que nos hacen más crueles, desalmados y distantes, pero qué mágico que sigue siendo eso de perderse entre una hermosa voz y un piano magistralmente acomodado contra una barra, mirando y siguiendo cada variación de un sonido que sale de una boca como si fuera el instrumento más estremecedor del universo, qué mágico que sigue siendo leer algunos versos de Espronceda, los versos románticos de un pirata o un diablo siempre camino a la soledad de una derrota inevitable al género de su historia, a la vida del propio Espronceda, la del eterno revolucionario cayendo ante la oprobiosa garra de un enemigo sin talento ni pasión, frío como una gota de agua que se cuela entre los cuerpos ardientes de dos amantes, que sí podrían ser Stan y June, dos sombras sonoras rompiendo una noche de estas, que pareciera que solo pueden reproducirse en alguna habitación en penumbras, donde una sola persona espera el sonido de ese relámpago que haga alguna de estas dos cosas:

1) La aniquile para siempre jamás.

2) La despierte a la vida.

Todas las cosas sublimes que se juegan en un instante, tienen la misma naturaleza, es un juego a matar o morir porque sino qué gracia podría tener. En el medio está todo lo otro, que no va a entrar en ninguna biografía que más o menos valga la pena, sucesos que son la vida cotidiana de alguien cotidiano, como que mañana cesa de llover, sale el sol, volvemos a tomar el bondi y a ocupar algún escalafón en la sociedad que sabe perfectamente interpretar papeles adecuados, medidos a taza de café. Pero esa melodía ya descubrió para quien la sigue escuchando algo más…un exceso de vida que es también la constatación de que el tiempo – como la lluvia – se acaba, se va a acabar, no habrá más nada que una despedida final, y luego el THE END, fundido a negro, el piano con sus últimas notas, y esas ondas expandiéndose en un definitivo gran big bang que podría producir un efecto contrario, un contraefecto de vida, de nuevo, de qué copado que estuvo eso de haber sido estremecido por una voz, un piano, aunque pareciera tan poca cosa una vez escrito. Eso es lo que habría que decir si se tiene la suerte de encontrarse con una epifanía a la vuelta del 554, camino a la piecita de siempre, al encuentro de un vaso de vino tinto, mirar para todos lados por las dudas, llegar y seguir siendo atravesado por una voz que ya no queremos abandonar. Y luego comenzar con la escritura de una improvisación que salga siempre, ¡por favor!, del corazón, corazón como ese órgano que es en verdad lo que una persona tiene de diferencial con el resto de la naturaleza, no la razón o el pensamiento, el corazón como categoría absoluta de expresión, lo que nos una a esa fuerza capaz de superar al resto de las fuerzas, el sentido común fundido en fuego pasional y puesto a practicar su máxima empatía en el medio del caos, el caos de una vida dictada por aparatos y poderes que no vale la pena ponerse a entender…porque para qué si suena esa voz, seguida desde atrás y con toda precisión cálida por ese piano, un dueto que desenmascara lo que nos pasamos la vida intentando ocultar por temor, por vergüenza, por odio, por resentimiento, por poder, por quedar bien, la desnudez de un ser humano saliendo del baño hacia la vereda, mirando gente a los ojos y pensando en que las cosas podrían ser mejores, pero que no vale la pena exponerse, mejor enfriar, mucho mejor protegerse y que cada quien se salve como…imposible terminar una frase muy de mierda escuchando esa voz, ese piano, dos elementos primarios que nos definen como especie, dos artes sublimes que se unen para erradicar la mierda del Sistema, esa mierda que nos tapa la boca, los ojos, los oídos y los corazones, ser descubierto por unos acordes, ser puesto a cero para volver a empezar, volver al inicio de todo, tal vez a ese día donde sentimos algo especial hacia alguien que inventamos especial, como volver a tomar una lapicera en la mano para escribir aquellos versos que lo van a decir todo y para siempre, y que eso quede eternamente tallado, junto con esa voz, con ese piano, y todo lo especial que tengamos para ofrecerle al mundo, en el momento del tiempo que sea… 

****************la música es esa.................todo el tiempo**************con humildad, Juan******************a veces aparecen cosas que son gloriosas****************otras, sigo siendo simplemente el yo que dice Yo*******************

Poética de la esquina

Porque existe una esquina

donde suele citarse la memoria

con la imaginación

 

y las huellas se hunden

hasta pisar, no sé, dudosamente,

la conciencia del tiempo.

(Dudosa geografía urbana, Luis García Montero)

 

Caminar sobre las veredas mojadas, con el riesgo a derrumbe que relata un día gris de invierno, una de esas fechas históricas que elegimos creer para no reventar, fecha que cae a mitad de una semana jodida en el barrio Rivadavia. Y la esquina de siempre, ahora citada por la memoria, como el lugar donde se extiende toda una poética. Una poética que es tan resbaladiza como los cerámicos mojados de las calles de por acá nomás. Requiere de caminantes precavidos, por supuesto. Unos que sepan ir combinando los pasos, poner los pies en orden y a velocidades distintas, olvidarse de la totalidad que plantea la simultaneidad del salto o la carrera. Primero, lentamente, un pie se apoya con firmeza sobre esa materia resbaladiza. Luego, el otro pie se apura en alcanzar la misma posición que el primero, como arrebatándole la sombra. Pero es algo más bien metafórico, porque en un día nublado no existen las sombras, y porque ningún pie tiene intenciones de nada, solamente ofrecer estabilidad, en lo posible. La alquimia se emparenta con la poética de la esquina, que resbala en cada verso y que siempre está a punto de caer. Y en camino de volver a comenzar con esos versos que contaban los productos a abonar, con algún miserable descuento, en la caja registradora del chino de siempre. A lo mejor, una poética que traslade su peso a las góndolas, como para sacarle rédito a un día feriado plenamente perdido en…casi nada, tiempo muerto…mejor dicho, tiempo resbaladizo, el tiempo de una prehistoria que solo ofrece papeles en pésimo estado y muy mal escritos, y unos retratos de personas que no se parecen en nada a esas figuras recreadas en óleo, con rasgos más cercanos a la ciencia ficción, a la fantasía y los deseos de quien manejara el pincel. En eso un prócer muy mediocre puede llegar a tener mayor glamour que alguno otro fundamental, por obra y gracia de un mejor pintor. Unas sabias patillas, una mirada penetrante, una figura esbelta y digna de la estirpe Aquea…y haber sido escrito como un muy mal estratega de una batalla que ya estaba decidida antes de empezar. Después, el poeta divide en versos una hazaña que no existió, y ahí tenés algún himno nacional en ciernes, solo restará que alguien se digne a ponerle la música, todo eso formando parte de la historia, o mejor dicho, formando la historia, hasta que por arte de magia de los habitantes del futuro, por ahí se descubre el fraude y el que era amado pasa a ser odiado mientras sus restos mortales (muy muertos) son exiliados del país…Luego pasan los años, hasta que otros habitantes de otro futuro hacen la interpretación que es debida y recuperan la imagen impactante de aquel prócer mal hadado, y vuelta repatriar sus restos y ese himno que lo inmortalizara…por lo menos hasta que otros habitantes de otro futuro lo vuelvan a ejecutar, y esta vez con intenciones definitivas, sin heroicidad que pueda ser recuperada por historiador revisionista. Nada, el pasado como tierra arrasada, y la esquina que se pregunta por qué seguirá funcionando ese mecanismo tan cruel, y cuánto tiempo más pasará hasta que le toquen a sus veredas el terrible destino…el olvido…cruel huella muy bien cubierta, y que nadie podrá destapar, porque el presente está atado a la proa de lo que vendrá, por temor a verse reflejado en eso que ya no es. Los versos se vuelven cómodamente desoladores, cada vez más vidriosos, difíciles de explicar. Ya nadie quiere que le relaten unos versos, no se necesita de la poesía para nada más que una distracción pasajera que se consuma en unos cuantos caracteres de red social, cualquiera de ellas. ¿Y todos esos versos que se escriben en la esquina, que se escribieron, que se escribirán? Poética de la vereda mojada, caminar con verso firme, prohibido saltar, trabajo arduo para la memoria, no perder todos esos relatos que nos hicieron las personas que somos hoy, no perder esos relatos que hicieron a las personas que tanto deseamos recordar porque ya no podemos tener en frente.  En eso está la esquina, Francia y Garay, lugar donde los versos resbalan y se quedan fijos en un espacio del tiempo, y esperan ser descubiertos cada día de cada semana. La mayoría ni los advierte, pero por suerte hay alguna que otra mirada que se posa sobre ellos, permitiéndoles vivir un poco más, expandirse en el siempre resbaloso escenario literario de la ciudad. Una hazaña sólo reservada para quienes se acercaron al fuego purificador de la poesía, y que con esa epifanía lograron construir ese espacio firme sobre el que poder pisar, tomar impulso y seguir camino. Pero siempre mirando hacia atrás, primero, para afirmar un presente y perfilar esa esquina en el futuro. Poética de la vereda mojada, poética de una esquina del barrio Rivadavia, poética que recomienda parar el espíritu en seco, al menos una vez al día, para recordar esos versos que alguna vez fueron la historia más gloriosa de nuestro suelo. Luego seguir y dejar el legado en esos otros espíritus que, a lo mejor, olvidaron su pertenencia, su identidad, su memoria. La esquina espera, sus versos están ardiendo, esperando por volver a penetrar los corazones de una razón que se quiere dueña de toda la realidad, ese discurso que se construye implacable pero que no deja de generar sombras en los rincones, en las esquinas. Tal vez, los versos sirvan para eso, poner luz donde la pretendida verdad quiso oscuridad perpetua. Repatriar las ideas y los sinsabores de quienes ya pasaron por aquí hacíéndose las mismas preguntas, batallando las mismas batallas. Tal vez hoy tampoco nos toque triunfar, pero la historia la escriben los que tienen las ganas de escribir.


****y como música de fondo no puedo dejar de proponer...

***************************humildemente, Juan*****************************no sé por qué, justo hoy, no se ve el sol en el cielo*************************ahhhhh Billieeeeeeeeeeeeeeee, te amo taaaaaaaanto************


Aguanieve

1) Enfrentar dos palabras que se emparentan, aunque sean totalmente diferentes, y todo para significar una tercera cosa, un exceso de significación, casi un absurdo. Hacer nacer una palabra a partir de otras dos que nada tienen que ver con su identidad. No es agua, demasiado pesada, tiene una gran falta de liquidez, no es fluido eso que cae del cielo. No es nieve, demasiado liviana, sufre de falta de solidez, no es concreto eso que cae del cielo. No cae con fuerza ni flotando. Podríamos afirmar que se trata de algo a medias, a punto de suceder pero que no termina de pasar, a punto de retraerse pero sucediendo. Una palabra más, eso era todo lo que pedía nuestro vocabulario, la Real Locademia Espa(ni)hola no tuvo capacidad, no miró nuestro cielo, no se quiso enroscar por demás. Entonces, la simple, la fácil, poner las dos palabras que están más cerca en su significado, y que de esa bendita unión salga una hija sin pecado concebida, la siempre casta y pura aguanieve.

2) Caminar por el barrio entre aguanieve y aguanieve. Esas nubes más grises que el humo espeso de una bengala futbolera en la popular de Alvarado, que cada cinco minutos reloj descargan su andanada de ¿gotas? ¿copos? No, algo más bien a mitad de camino: ¿Serán copogotas? ¿Gotascopos de aguanieve? Palabras compuestas dispuestas a unirse para sacarle espacio a lo que debería haber sido una palabra nueva. Otra vez la mala predisposición o la flojera invernal de quienes se encargan de crear nuevos signos. Habría que haber dejado ese puesto tan importante a la persona que más amó a las palabras de nuestro idioma, la única e inigualable María Moliner.

3) Eso, una persona dedicada a escribir todo un diccionario que cubriera todas las esquinas oscuras de su siempre ajetreada vida. Dejarlo todo por un objetivo que no iba a disfrutar ella. María Moliner, la buscadora de significados, la única y quijotesca mujer capaz de eclipsar a la pavada aristocrática de los “paladines de la RAE”, unos nobles desclasados que juegan a que la literatura “española” es susceptible de poseer un reino, y que hay una suerte de Dios (muy español él) de charanga y pandereta que tiene a sus descendientes naciendo y viviendo en Castilla La Mancha, y que de allí se desprende todo un linaje de Merovingios del lenguaje más hablado en el barrio Rivadavia.

4) Esa mujer que nos dejó el más perfecto y emotivo de los diccionarios, que ya se dejaron de escribir porque ahora todas las palabras que se nos puedan ocurrir caben en un posteo en cualquier red social. Convención: usted deberá escribir una cantidad reducida de caracteres, y eso será la literatura del futuro, en un presente oscurecido por la mala elección de herederos al trono de la Real Locademia Espa(ni)hola, un focus group concentrado en responder las pavadas que a los “famosos” se les ocurra preguntar, porque saben muy bien que para poder seguir con sus reales costumbres muy caras, de algo hay que vivir, hay que facturar.

5) Eso otro, el aguanieve o la aguanieve, la regla de que un masculino vale para anular a todo lo femenino, regla del castellano que siempre me pareció floja de papeles. ¿Sabían que María Moliner escribió su propia gramática? ¿Quién podría/debería escribir la gramática de hoy? Castellano, español, latinoamericano. Supongo que los dos primeros conceptos se podrían unificar, y que lo de latino sería redundantemente europeo. Castelloamericano. Eso de que nosotros tenemos los hablantes y los españoles solo (y muy a su pesar) España.

6) Por allá debe ser complejo poder presenciar una jornada de aguanieve. Por acá es muy común. Es más, en invierno es lo más común que existe en la ciudad de Mardelbat. Solo hace falta que la temperatura se ponga bajo cero y que el pronóstico advierta a los medios de comunicación que de seguro mañana cae nieve. Y no, no cae. Cae eso otro que es un casi, y que no termina nunca de ser nada, nada más que una insoportable aguanieve, que moja y enfría y hace poner a la gente de peor humor, porque ¿quién no quisiera ver unos gordos y estimulantes copos de nieve cayendo del cielo, como adelantando una navidad que no existe ni existió nunca en nuestro continente? En Sudamérica nunca se pensó la navidad, sino que se copió y pegó del norte, y se anexó a las fiestas paganas de la época de verano. ¡Exacto! Como en el caso de la/el/le aguanieve. No saber/poder nombrar es más una huella de poder. El que nombra lo tiene, también, al decidir no nombrar, adaptar, sincretizar.

7) Unir cosas a la fuerza, atar con alambre para poder seguir reinando con todas las de la ley escrita. Y quienes se olvidaron de firmar el papel, que vayan a pedir asesoramiento a alguno de nuestros amables letrados, leguleyos formados al calor de la Real…ya saben, el que escribió primero ganó, el que cantó pri se lleva el premio mayor. ¿Y los demás, los hablantes? Palabras aladas que se las lleva el viento, y andá a cantarle a Gardel, el poder se construye dentro del reducido vecindario del rey.

8) Unidos podemos imponer, o podemos seguir dividiéndonos en partes (des)iguales, para chocar contra los tres o cuatro jueces de turno, tipos a los que nos enseñaron a “respetar”, porque sin ellos no habría orden y progreso. ¿Y qué orden y progreso existe? El de la convención, el que alimenta los mismos problemas que engendró y nunca pudo (ni quiso) solucionar.

9) Entonces aguanieve es la posibilidad de salir del asedio, de romper de una vez el yugo. Podemos recuperar lo que alguna vez fue nuestro, el lenguaje en su plenitud, así como lo hiciera María Moliner. Nuestra propia regla, nuestras propias palabras y significados, porque tenemos los hablantes, somos muchos más.

10) Terminar con las complejidades de palabras que en su compleja unión no describen nada. Hace un frío del orto en el barrio Rivadavia, cae una especie de lluvia densa, que moja y congela lo que toca, y que algún día vamos a saber nombrar...


*****música de fondo que tiene (y también no tiene) que ver.....
**************************humildemente, Juan*****************las palabras del temblor, del desatino************************las palabras son sagradas, buen amigo********


Tengo un baile de marineros en mi cabeza

Eso sería el título o a lo mejor una cita de comienzo, o tal vez el epílogo, o un verso que me quedó haciendo ruido, desde una lectura de ha...