Todas esas veces...

 

“El tiempo pasa y, con él, cada sensación placentera, antes o después, acaba disolviéndose, se dispersa como ceniza llevada por el viento. Debemos aceptar dicha verdad. Y sin embargo, en ciertos casos…, en ciertos casos particulares, estas sensaciones permanecen en el aire cual vibraciones silenciosas, y cabe la posibilidad de que sean sigilosamente reemplazadas por algo que se manifiesta de otra forma” (Haruki Murakami)

 

Casi como creer en la vida antes y después de cualquier muerte, la fe en esas vibraciones que viajan con forma imperceptible de onda expansiva, y que luego se transforman de la mejor manera alquímica en un caos de sonido que, combinado, hace estremecer a todo el cuerpo, a toda la razón que se pueda sostener…hasta ese sublime instante. Un piano que suena de un lado hacia el otro acompañando a la mejor voz que pueda existir ahora, en una noche lluviosa de invierno, en una esquina inundada del barrio Rivadavia, porque los desagües no dan más, otra de esas verdades irrefutables, porque las cosas se construyen para funcionar por un rato, un instante, y lo que sea que viene después, la lluvia o el tiempo, todo se lo llevará, todo lo dejará en un recuerdo brumoso, en una niebla que algunos ojos – con suerte- se van a dignar a observar, recobrar, para luego continuar con la rueda que se desliza por las calles anegadas…y a lo mejor me dirás “nena, nena, todo el tiempo”, por qué no nos tomamos de la mano, por qué no nos besamos, así dejamos de discutir en camino a vaya a saber dónde, a veces parece que nos dejamos llevar por todas las pelotudeces que nos hacen más crueles, desalmados y distantes, pero qué mágico que sigue siendo eso de perderse entre una hermosa voz y un piano magistralmente acomodado contra una barra, mirando y siguiendo cada variación de un sonido que sale de una boca como si fuera el instrumento más estremecedor del universo, qué mágico que sigue siendo leer algunos versos de Espronceda, los versos románticos de un pirata o un diablo siempre camino a la soledad de una derrota inevitable al género de su historia, a la vida del propio Espronceda, la del eterno revolucionario cayendo ante la oprobiosa garra de un enemigo sin talento ni pasión, frío como una gota de agua que se cuela entre los cuerpos ardientes de dos amantes, que sí podrían ser Stan y June, dos sombras sonoras rompiendo una noche de estas, que pareciera que solo pueden reproducirse en alguna habitación en penumbras, donde una sola persona espera el sonido de ese relámpago que haga alguna de estas dos cosas:

1) La aniquile para siempre jamás.

2) La despierte a la vida.

Todas las cosas sublimes que se juegan en un instante, tienen la misma naturaleza, es un juego a matar o morir porque sino qué gracia podría tener. En el medio está todo lo otro, que no va a entrar en ninguna biografía que más o menos valga la pena, sucesos que son la vida cotidiana de alguien cotidiano, como que mañana cesa de llover, sale el sol, volvemos a tomar el bondi y a ocupar algún escalafón en la sociedad que sabe perfectamente interpretar papeles adecuados, medidos a taza de café. Pero esa melodía ya descubrió para quien la sigue escuchando algo más…un exceso de vida que es también la constatación de que el tiempo – como la lluvia – se acaba, se va a acabar, no habrá más nada que una despedida final, y luego el THE END, fundido a negro, el piano con sus últimas notas, y esas ondas expandiéndose en un definitivo gran big bang que podría producir un efecto contrario, un contraefecto de vida, de nuevo, de qué copado que estuvo eso de haber sido estremecido por una voz, un piano, aunque pareciera tan poca cosa una vez escrito. Eso es lo que habría que decir si se tiene la suerte de encontrarse con una epifanía a la vuelta del 554, camino a la piecita de siempre, al encuentro de un vaso de vino tinto, mirar para todos lados por las dudas, llegar y seguir siendo atravesado por una voz que ya no queremos abandonar. Y luego comenzar con la escritura de una improvisación que salga siempre, ¡por favor!, del corazón, corazón como ese órgano que es en verdad lo que una persona tiene de diferencial con el resto de la naturaleza, no la razón o el pensamiento, el corazón como categoría absoluta de expresión, lo que nos una a esa fuerza capaz de superar al resto de las fuerzas, el sentido común fundido en fuego pasional y puesto a practicar su máxima empatía en el medio del caos, el caos de una vida dictada por aparatos y poderes que no vale la pena ponerse a entender…porque para qué si suena esa voz, seguida desde atrás y con toda precisión cálida por ese piano, un dueto que desenmascara lo que nos pasamos la vida intentando ocultar por temor, por vergüenza, por odio, por resentimiento, por poder, por quedar bien, la desnudez de un ser humano saliendo del baño hacia la vereda, mirando gente a los ojos y pensando en que las cosas podrían ser mejores, pero que no vale la pena exponerse, mejor enfriar, mucho mejor protegerse y que cada quien se salve como…imposible terminar una frase muy de mierda escuchando esa voz, ese piano, dos elementos primarios que nos definen como especie, dos artes sublimes que se unen para erradicar la mierda del Sistema, esa mierda que nos tapa la boca, los ojos, los oídos y los corazones, ser descubierto por unos acordes, ser puesto a cero para volver a empezar, volver al inicio de todo, tal vez a ese día donde sentimos algo especial hacia alguien que inventamos especial, como volver a tomar una lapicera en la mano para escribir aquellos versos que lo van a decir todo y para siempre, y que eso quede eternamente tallado, junto con esa voz, con ese piano, y todo lo especial que tengamos para ofrecerle al mundo, en el momento del tiempo que sea… 

****************la música es esa.................todo el tiempo**************con humildad, Juan******************a veces aparecen cosas que son gloriosas****************otras, sigo siendo simplemente el yo que dice Yo*******************

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Todas esas veces...

  “El tiempo pasa y, con él, cada sensación placentera, antes o después, acaba disolviéndose, se dispersa como ceniza llevada por el viento....