Uno de mis
cuñados me explicó su rutina de ejercicios para poder combatir con eso que
tanto nos pesa, la culpa por disfrutar tanto del fernet. Bueno, resulta que él
le encontró la vuelta con un entrenamiento que me detalló, pero que lamentablemente
no pude retener. Aunque sí me acuerdo de uno de los ejercicios que resulta
bastante simple pero agotador, como la mayoría de las cosas de la vida. Se
trata de hacer movimientos de traslación, de un lado hacia el otro, manteniendo
una postura determinada. Primero se empieza bien despacio, y luego se aumenta la
velocidad. El nivel final se alcanza entrelazando las piernas con una suerte de
elástico que comprime la postura, hace que las extremidades -que luchan por
alejarse- se acerquen más. Uno se esfuerza por separar lo que la soga elástica
quiere unir. Se me ocurrieron varias comparaciones o medio metáforas que vienen
a cuento de este ejercicio. Y la verdad es que un poco suele suceder eso con la
gente que uno más quiere, y que a lo mejor se ejercita para juntar, pero sin
embargo le sale lo contrario. Sería el mismo movimiento pero haciendo de soga
elástica, y no de piernas expandidoras. ¿Existe esa palabra? ¿Existe ese
ejercicio, o lo entendí mal? Parte de eso es el problema que enfrento el día de
hoy, un día especial porque estoy a punto de dejar el barrio por unas semanas,
como haciendo el ejercicio de traslado pero sin estar muy desesperado por
volver al punto de origen. ¿Qué pasa con el punto de origen? Hay gente que es
muy buena borrando este tipo de cosas, hay otra que no puede separar las
piernas porque tiene una obsesión con ese punto, y también estan quienes se
trasladan tanto que parece que ni siquiera tuvieran en cuenta que existe un
punto de origen. En las historias pasa más a menudo. Toda historia muestra su
punto de algo, y se va moviendo o se queda inmóvil, y lo que se mueve son otras
cosas. Confirmación 1: Movimiento hay siempre. Puede ser en forma de
soliloquio, disquisición mental, o aventura lisa y llana. Todo eso es
movimiento. Pero lo hay del intenso, de ese que se necesita para llegar mejor
físicamente al verano, o con menos culpa a la hora de barrer con la mesa de
dulces en año nuevo. Y si es con sidra de la buena, tanto mejor. Confirmación
2: sidra de la buena tiene que ser una con etiqueta que incluya algún año, mil
ochocientos ochenta y pico, o algo similar. Volvamos a la intención que tengo
de arrancar el año en plena expansión. Sí, ya sé, pésimo momento para viajar al
exterior por cuestiones monetarias. Confirmación 3: andar corto de lana acá o
en otra parte es lo mismo…Ergo, mejor me expando y veo qué onda. ¿Qué onda qué?
Como en el ejercicio, va a ser importante el movimiento para lograr la
satisfacción, o por lo menos no sentir culpa. Además, y esto tal vez sea lo más
trascendental, con la translación viene la confirmación del origen, y de allí
se puede percibir un tercer movimiento: un más allá que vaya uno a saber qué
sea, o quién sea. ¿Epifanía, descubrimiento? Objetivo final, y de comienzo. Confirmación
4: en la web de Página 12 publicaron un relato de María Teresa Andruetto, que
cuenta la historia de una familia que nunca se movió de su casa de campo, de su
pueblo, del mandato familiar tradicional. Un hacer del punto de origen el
máximo deber de la vida. Pero resulta que hay movimiento igual, y eso es lo
genial. A veces los movimientos se esconden en los silencios, en lo no dicho.
El silencio tiene acción, y ya tenemos música de fondo para la última reflexión
del año. Tiempo de seguir camino, para percibir el movimiento en el cuerpo,
mucho más analógico, para después volver al punto de origen y comenzar con esos
ejercicios que ayudan a combatir el colesterol malo, así podemos durar más
saludables hasta que cambie de gobierno, y después empezar de nuevo desde ese
origen que siempre parece fraguado, reiterativo y muy insoportable. Mientras
junto cosas para meter en la mochila viajera, me encuentro con un fragmento de La parte inventada de Rodrigo Fresán,
que dice: “Así estaba ahora, así vuelve a estar él: incierto y difícil de
interpretar. Todo él lado oscuro y a oscuras por todos lados, como una lunática
anomalía magnética enterrada durante milenios en un cráter, sintiéndose tan
cansado pero, al mismo tiempo, como si despertase cantando luego de un sueño de
millones de años”. ¿Qué si me siento así? No tengo idea, pero me parece genial.
Sobre todo eso de “lunática anomalía magnetica”. Si tengo que posicionarme en
un estilo literario, en una escuela, una corriente, una poética, tendría ese
nombre. Es más, lo pondría como presentación en el documento de identidad,
sería mi nombre deseado, el que le pondría a mi primer hijo/a/e. Ya sé, por ahí
es demasiado desestabilizador psicológicamente hablando. Aunque creo
exactamente lo contrario, estoy seguro que si el primer día de jardín me
hubiesen llamado así, ahora mis traslaciones serían más parecidas a las de los
planetas, más matemáticas, más newtonianas. Buenos días “Lunática anomalía
magnética”, ¿qué te hizo tu mamá para desayunar hoy? Un punto de origen que
moviliza desde el vamos, una forma de encarar el mundo con la certeza de que la
normalidad es un invento medio pelo, y que por lo general se usa para hacer
propagandas o estrellas de música pop, o manifiestos políticos, o libretos de
películas oscarizables que son un real embole, y que responden a ese género tan
poco estimulante de: Comedia dramática, aka drama con algún personaje que hace
algún comentario chistoso, aka historia dramática basada en (des)hechos reales,
aka comedia romántica con un toque de suspenso dramático, aka drama y punto. Y
dónde quedaron esas ganas de estirarse hasta romper la soga elástica, aunque
parezca que el pantalón va a ceder, y el agujero mostrará que hace muchos años
que no cambiamos de calzón…¡Eso! Estoy por irme de viaje y acabo de darme
cuenta de que los calzoncillos que tengo están llenos de agujeros, y que encima
ahora salen un huevo, por lo que queda cada vez “más lejos el culo del calzón”.
Amo esa frase, y no quería que se me fuera el año sin escribirla en algún lado.
Movimiento innecesario, tal vez. Confirmación 5: nos movemos de año, sin parar.
***La
música de fondo prometida era esa de Charly, la del silencio tiene acción. Pero
como ya tuvimos mucho de García en esta página, dejo una música genial del
último disco de Lana del Rey, que es una hermosura. Nada que ver con nada, solo
compartir lo que me gustó de este año que ya casi…
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