- Como te decía, no me gustan los mates tan lavados, y mucho menos las ruinas.
- - Ahí
le cambio la yerba, pero de qué carajos de ruinas hablás
- - De
vos, boludo, ¿o no te das cuenta?. Sos como una de esas ruinas del Imperio
Romano o de la Antigua Grecia. Hay que imaginarse que en algún tiempo tuviste
un poco de onda.
- - No
me jodas, estoy como puedo.
Así
arrancaba la anécdota que Scardanelli le contaba a la China, en la parada del
554, por Jara, a eso de las 20:00 del martes. De casualidad se habían
encontrado entre tanta niebla, y resulta que esperaban el mismo colectivo. No
se preguntaron a dónde iban, no les importaba en lo más mínimo. Seguro la China
saldría del laburo y Scardanelli estaría al pedo, la vio, y quiso charlar un
rato. La China fumaba y lo escuchaba, ese primer diálogo presentaba lo que
parecían dos personajes de ficción, como ellos. Pero no, según Scardanelli, esa
sí era una historia bien real, de esas que al final - y luego del The end -
aparecía la tan poco genial leyenda/excusa: los hechos están basados en una
historia real. Impreciso, sospechoso, mentiroso. Como sea, Scardanelli siguió,
mientras le pedía una pitada del cigarro a la China. Siempre igual, Scarda,
cuándo vas a comprar algo vos para compartir una vez.
Pasaron
unos meses después de que esos dos amigos compartieran mates lavados y chistes
sobre la situación de salud de uno de ellos. Lo que siguió fue una visita de
hospital, una de las últimas, que antecedería el final de siempre, el de todas
las historias, sean reales o no:
- - La
última vez te lo dije, te veía para la mierda.
- - No
te creí, pensé que estabas chicato, boludo.
- - Bué,
por lo menos no perdés el ánimo.
- - Dicen
que es lo último que se pierde.
- - ¿Quiénes
dicen?
- - Lo
leí en el horóscopo, recién.
- - ¿En
el diario?
- - ¿Qué
diario?, pelotudo, en el celular. ¿En qué año te pensás que estamos?
Concentrate, mirá que estamos en una historia basada en hechos reales.
- - Nadie
que esté en uno de esos bodrios afirma lo que está pasando, a menos que en
verdad esté en una ficción, y que quiera dejar el cebo para algún lector,
lectora, distraíd@.
- - ¿A
qué viene tanta corrección en política de género? Estamos en un hospital
público, abarrotado, con pocos insumos y con una gente hermosa que atiende como
puede. Hablá como siempre, boludo. Aparte, haceme ese favor en especial, porque
lo mío se puso complicado.
- - ¿Tanto
así?
- - Peor
que las ruinas de Atlántida, menos chances que eso.
- - ¿Posta,
boludo?
- - De
verdad. Parece que se complicó todo y ésta, que es una de esas enfermedades de
mierda que mejor ni nombrar, se volvió un poco terminal.
- - ¿Un
poco?
- - Bué,
con ese poquito alcanza para tenerme tumbado y cagado hasta las patas.
- - Pero
parecés bien, boludo.
- - En
ruinas, y con algo adentro que me devora minuto a minuto, pero bien. Claro, me
escuchás hablar.
- - Y
con ganas.
- - Eso
es discutible.
- - No
me hagás reír, boludo, que no es el momento.
- - Qué
carajos importa, ¿no? Sea o no el momento, no me queda mucho más.
- - ¿Vos
me estás jodiendo? Vas a salir, boludo.
- - Eso
seguro, derechito a la casa velatoria.
- - No
jodás.
- - No
te jodo, y escuchame bien. Cuando me cague muriendo quiero que me cremen, que
te quede claro. Nada de velorio ni una mierda. Me cocinan a fuego lento y tiran
las cenizas por el inodoro del bar.
- - ¿De
qué bar?
- - Del
que sea en el que esté tocando Jueces de
mármol.
- - ¿La
banda que toca temas de Pappo?
- - Esa
misma, sí. Te vas con las cenizas mías, me importa un carajos quien te
acompañe. Pero cuando estén por tocar “Susy Cadillac”, te vas al baño de
hombres y tirás mis cenizas en el inodoro.
- - ¿Y
si no anda el botón, o está tapado el inodoro?
- - Qué
carajos importa, boludo. Vos tirá las cenizas ahí, total da lo mismo.
- - Para
tu familia, tus amigos, me imagino que no da lo mismo.
- - Imaginás
mal, como toda la vida lo hiciste, Yo que dice yo. Estamos en una historia,
seguramente, mal contada por algún boludo en una parada de colectivo. Y seguro
es un día de invierno medio de mierda, o llueve o hay niebla.
- - ¿Y
cómo estás tan seguro de eso?
- - Ya
te dije, leí el horóscopo en el celular, en la aplicación que se llama “horóscopo
para gente que se está por morir”.
- - Fijate
vos qué específico, che. Hasta dónde llega la tecnología.
- - ¿Para
mí? Se termina pronto, no llegó a darme más tiempo.
- - Tal
vez si hubieras tenido una buena obra social.
- - ¿Obra
social? De social tienen un carajo, y en caso de obrar lo hacen para sus
propios intereses. Ahí también quiero que tires el carnet de mi obra social
pedorra.
- - ¿Ahí
dónde?
- - En
el inodoro, boludo, dónde más.
- - Bien,
ya me empezás a complicar las cosas.
- - Decile
al boludo amigo tuyo que te ayude. El filósofo que te chupa las birras.
- - ¿Scardanelli?
- - Ese
boludo.
- - ¿Vos
me estás jodiendo, no?
- - No.
La realidad es que no se necesitan más personajes hablando pavadas en ninguna
historia, ni siquiera en las basadas en desechos reales. Hay que sacar algunos
entes de ficción, y me tocó a mí. Ajuste literario, le dicen. Lo pidió el FMI.
- - Cuánta
crueldad.
- - Cierto.
Además, yo hubiese sido un mucho mejor Yo que dice yo. Muchísimo mejor que vos.
- - Qué
te puedo decir, te estás muriendo. Tenés toda la razón del mundo.
- - Sí,
y se me empieza a terminar. No me quedan muchas más líneas de diálogo. La
verdad, hubiera preferido que esta historia la contaras vos, y que la que me
visitara al hospital hubiese sido la China.
- - ¿La
conocés?
- - Claro,
siempre la leo por acá. En la famosa “esquina de siempre”, que es una real
cagada.
- - Puede
ser.
- - No,
es seguro, una cagada. Pero qué se yo, la China parece más humana.
- - ¿Más
basada en hechos reales?
- - Algo
así. En cambio vos y el Scardanelli ese, qué se yo. Se me hacen muy de ficción
berreta.
- - No
te pongo en tu lugar porque ya te pusieron. Y como la historia está basada en hechos
reales…
- - Tal
cual, una enfermedad terminal es…
- - Llegar
al final del recorrido.
- - Y
ya vamos más de mil palabras.
- - Mucho
más de lo que aguanta cualquier personaje con una de esas enfermedades.
- - Bien,
no te olvides.
- - ¿De
qué?
- - Del
inodoro, boludo, el bar y Jueces de
mármol.
- - No
me olvido. Promesa.
- - Andá
a cagar.
- - No,
a mear, y ahí tiro tus cenizas de personaje de ficción basada en desechos
reales.
- - Y
después: FIN.
- - Quién
te dice…
La China
tiró el cigarrillo, el 554 aparecía a una cuadra con las luces rompiendo la
niebla. Me voy en este, Scardanelli. No te entendí un carajo por qué me
contaste la historia esa, muy de mierda. Pero si van al bar ese a escuchar Jueces de mármol el finde, avisame.
Scardanelli asintió, no se subió al colectivo. Se quedó sentado en la garita y
sintió que la noche era más solitaria que nunca. No tenía ganas de hacer nada
de eso en todo el fin de semana. Pero las promesas hechas en las historias
basadas en hechos reales, deben ser cumplidas. ¿De dónde había sacado semejante
cosa? Cierto, el horóscopo.
*Y me voy
al baño porque tomé mucha birra y me estoy meando en la realidad. Obvio, suena
la promesa:
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