Desde
afuera…dos personajes que no se conocían hasta esa
tarde en el hospital. El único hospital que vale la pena ser novelado, el
hospital que todo lo debe poder, pero que carece de todo. El Hospital que te tocó en desgracia, un hospital público como
cualquiera, que casi siempre en la Historia está siendo debidamente preparado
para su propia destrucción y posterior privatización. Un hospital lleno de
pabellones donde los internados cambian cigarrillos y yerba con visitantes y
celadores, para después vender a otros pacientes y así poder tener un resto
para mandar a comprar medio sánguche al bufete. Como si se tratara del penal de
Bat…no no no, nada de nombrar lugares reconocibles, la cárcel podría llamarse Batata.
Y dormir en Batata es bien complejo, porque por las noches los presos se pasan
de pabellón en pabellón buscando venganza o calor corporal de otros presos
recién llegados, o se la pasan tratando de no ser devorados por las ratas que
se alimentan primero de sus colchones y luego de sus narices, orejas y
genitales. Algo así también sucedía en El
Hospital que te tocó en desgracia, que tenía un consuelo: sus
profesionales. Enfermeros, enfermeras, médicos, médicas, los y las mejores. Las
ratas también eran más educadas que en la cárcel de Batata, pero de eso mejor
no hablar. Digamos que estos dos personajes que no se conocían, se conocen en
este contexto. Ambos están esperando por entrar a saludar a un ser querido que
cayó en un abismo. El peor lugar para caer, porque nunca llega el impacto,
entonces no hay final definitivo ni comienzo de recuperación de tipo V. A mitad
de camino, se dijeron, se encontraron. ¡Y qué casualidad más espantosa! Se
miraron y se rieron, porque la tensión encuentra de esa manera su cable a
tierra. Y uno le dijo al otro que había encontrado a esa persona así cuando la
fue a visitar, que era algo – más o menos- como su pareja en formación. Y el
otro le dijo que lo suyo había sido una casualidad de esas que no son tan
copadas, porque había conocido a su abismado en la vereda de una calle, ya
inconsciente. Entonces se dieron cuenta de que sus historias no eran tan
parecidas. Pero estaban allí en el mismo momento y para visitar a pacientes
internados con la misma patología. ¿Sería la misma? Se preguntaron, ahora más
serios. Y se recordaron viendo unos ojos perdidos, más grises que nunca, y
gritándoles y moviendo sus manos como saludando ante sus rostros. Pero la
respuesta era la nada misma, los ojos abiertos y sin sentido, nada más. ¿Y cómo
sería ahora con la atención médica mediante? ¿Esos ojos estarían abiertos
igual, o ya se habrían cerrado para evitar confusiones? No supieron qué
responder. Y llegó la hora de la visita. Se pararon, se miraron, fueron detrás
de las demás personas que también estaban allí para visitar a algún ser
querido. Se miraron una vez más, como corroborando que todavía sus ojos podían
entenderse, podían comunicar algo de vida, podían contagiarse algo de
tranquilidad mientras los dos se preguntaban ¿por qué carajos estaré en esta
situación?------Y una aclaración: lo de los ojos grises como mitad de camino es
una idea medio berreta. Vendrá de una mala película, de una mala obra de
teatro, de una mala novela marplatense como esta. Serían algo así como un par
de ojos que ni fu ni fa. Unos ojos desapasionados, o apasionados con otro
lugar. Para este caso, una suerte de abismo donde caerían aquellos personajes
con poca determinación para la vida y mala disposición para la muerte. Y ya
estaríamos llegando al fondo de la cuestión de esta historia superficial. Como
en esas películas donde la gente nada para escapar de un peligro que está en el
fondo del mar, el peligro de no poder respirar más. Pero ese nadar es en
realidad un aceptar que no se puede sobrevivir en lo profundo. Lo profundo es
lo esencial a los ojos grises, pero se necesita de branquias para sobrevivir
ahí. Entonces, de nuevo, lo más cerca de esa especie de limbo – otra figura muy
quemada – serían colores a mitad de camino. Perfecto, que sean los ojos
grises---Ojos de video……Ojos de pap…….y qué bonitos ojos tien…..no no y no,
basta de listar músicas que tratan sobre ojos, más o menos reales, como los de
un abismado o un escritor zombie, ojos que sirven más o menos para ver, pero
sin lograr profundizar en lo observado. ¿Ojos de poeta? Ojos de vidrio-embocar
en el opi----No conozco oftalmólogos que cuenten buenas historias. No tengo
obra social, como cualquier escritor zombie del barrio que sea de por acá
nomás, y creo que alguna vez sí fui con una oftalmóloga que me dijo que me iba
a ir quedando ciego, pero que no me preocupara tanto, porque para cuando eso
suceda ya no va a ser un problema tan grande. ¿Confiaba en el desarrollo
tecnológico y su reparto igualitario en la sociedad, o sabía que un escritor
zombie de por acá nomás suele morir mucho antes de quedarse ciego? Suele pasar,
julio nos prepara y agosto…..etc…..Mejor no mirar mucho y apagar las pantallas
lo más temprano posible, y nadar con los ojos cerrados, y no frotarse los ojos
con el puño del sweater marplatense, y no andar mirando por la rendija de la
puerta, y no poner la paja en el ojo de uno, y no poner la bala tampoco, todas
esas cosas son malas para la vista, tanto como el amor a primera vista, ¿o era
la vista del primer amor? Por las dudas, el amor no ayuda a tener buena visión
de nada. La zanahoria sí que ayuda a los ojos, como el frasquito de lágrimas
falsas y el té frío, y los sábados en los que se duerme toda la mañana. Y no me
olvido del efecto relajante de un anillo de oro frotado contra el ojo hinchado.
Y el ojo de vidrio que no es un ojo, es una bolita que hizo opi en la cabeza de
una persona. Y otros chistes que mejor ni ver.
*****Este temita tiene que ver con un grandísimo momento que viví en el cine, donde suelen suceder cosas lindas y geniales:
***********************Humildemente, Juan Scardanelli***********la novelita sigue y sigue la lista apócrifa de músicas que no debería existir***********
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