Supongamos que todo empezó en
esa desquiciada época, una en la que no se sabe qué cosa hacer con la ropa o
los ánimos de cada quien…
OLEO
PRIMAVERAL…
Un lienzo
sin terminar,
la puteada
de un tachero,
la mujer
que ve y no dice nada,
el calor
que ablanda estómagos,
una puerta
mal cerrada,
el abrazo
de un extraño,
el loco del
colchón al hombro,
un “Flaco
acá no dejes nada
porque
donde te descuidaste, chau”,
la señora
con cara de vecina,
los dólares
caídos en la vereda,
una ampolla
en el dedo del pie,
cien arañas
anidando en el techo,
el celular
sin señal y en 22%,
la historia
de un judoca japonés
que perdió
la final olímpica
y se
suicidó o murió de cáncer,
cenizas de
cigarrillo cayendo sobre patio
y un montón
más de imágenes por pintar…
Luego el
tiempo sigue y no todo es color de sol, y las vecinas se empeñan en complicar
el trabajo…
EL
DETECTIVE DE SIEMPRE
A veces hay
que jugar como si se tuviera
el ancho de
espadas todo el tiempo,
la mirada
atenta y desafiante,
el fuego en
todo el cuerpo,
los gestos
controlados,
la certeza
del futuro
y un
silencio gobernado
por el
olvido necesario,
encender un
pucho,
tomar el
vaso de Whisky,
amenazar
con el gatillo
a punta de
lengua filosa,
pensarse
una frase fulminante
que deje en
claro la victoria
más
intelectual que física,
una
humillación sugerida
antes de
entrar al último capítulo,
entonces
que la noche se suspenda,
que esa
casa mal decorada
no
intervenga con sus crujidos,
que unos
personajes secundarios
queden
paralizados por la mirada,
solo la
mirada del mejor jugador
que se
mueve en su registro,
lento y
seguro y más rápido,
y que a la
hora de la verdad,
a eso de
las dos de la madrugada,
el crimen
descanse porque
ya fue
develado su triste sentido…
“El mundo
no era más que una húmeda desolación” (Chandler)
Y un
destello de esperanza al final del verso…
DRAMA
¡Ojo!
las cosas
también pueden llegar a salir mejor. Pero lo dudo,
las
preguntas llevan al conocimiento,
pero son
anchas,
se
ramifican,
viajan a
través de postales
como
hormigas eternas,
cargando
con todos los motivos
de otras
especies,
y siguen
más allá
de las
vistas
al otro
lado de la tarde ardiente,
la
sensación es esa:
nunca llega
lo que debería
y la carga
no se aligera,
el peso de
todas las razones
apiladas
hasta aplastar la escena,
salir hacia
el otro lado
como un
volver al inicio,
única
respuesta,
la duda
original,
ni mejores
ni peores,
arqueólogos
de ciudad,
moviendo,
expandiendo, ampliando,
hasta que
las cejas se hunden
en las
mismas arenas,
con la
esperanza renovada
porque ¡ojo!
las cosas
también pueden llegar a salir mejor…
“Las estrellas
estaban demasiado lejos y no decían nada” (Chandler)
Y no hay
nada peor que llegar al final, con los huesos molidos, la cabeza a punto de
estallar y el corazón perdido en un baldío de deseo con sabor a poco…
ELOGIO DEL
DOLOR
Cuando no
encontrás dolor
las cosas
se empiezan a complicar
¿estamos
vivos, todavía?
y si no
¿cómo no
nos dimos cuenta?
¿en qué
momento nos soltamos las manos?
Cierto, ya
no hace calor
porque es
otoño
y qué justo
se abre
el campo
semántico
minado por hojas
secas
en el suelo
del patio,
en la
vereda,
miradas de
personas
que vuelven
a sus casas
a escribir
esto mismo
¿perdí el
tiempo
o fue al
revés?
¿solté la
mano
o me la
soltaron?
Y el dolor
asoma
como un
tibio rayo solar,
y nos quedamos
un poco más tranquilos…
“Yo era un
granito de arena en el desierto del olvido” (Chandler)
Eso sería un
final, o la contraparte de una historia que no tenía por qué confesarse.
*********solo podría sonar algo así, muy atrás de toda escena:
***********humildemente, Juan********un psicópata más o el detective de turno**********************
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