Recuerdo

 

“Hace poco empecé a ver en la memoria imágenes nuevas, distintas de las que el recuerdo me había venido trayendo desde mi pasado más lejano. Al principio eran figuras discontinuas, no se precisaban y no podía ubicarlas. Se empezaron a fundir unas con otras, a transparentarse unas sobre otras, a borrarse en el momento justo en que estaba por reconocerlas, como si quisieran burlarme, aun cuando era yo mismo el que las proyectaba. ¿Yo había estado ahí?” (César Aira, En El Pensamiento)

Día húmedo número tal, del año tal, en la – todavía – temporada de verano tal. Cruzar de una esquina a la otra es toda una aventura, hay que tomar carrera cual saltador en largo, lanzarse y tirar el cuerpo hacia adelante, para poder pisar en una vereda que de seguro tiene un par de baldosas flojas, y qué cagada cuando pasa eso y el agua embarrada llega hasta la ropa impoluta. ¿A quién carajos se le habrá ocurrido inventar los guardapolvos blancos, para hacer sufrir a tantos niños y niñas y madres y padres que volvieron a las aulas esta semana, y a los grupos de Whats app de la escuela? Todo parece sonar a estrés imparable, pero suena más a recuerdo de ese mismo estrés que se sufrió el año pasado, y que se renovó ahora para irse volviendo ansiedad por el futuro año que tendrá la misma etapa, con la misma humedad, la misma vuelta a clases, los mismos grupos de Whats app donde padres y madres se muestran tal cual no deberían ser. Todo inevitable. ¿Por? No elegí la temática de la semana, no elegí el escenario, no elegí las palabras, los motivos, las imágenes, la música de fondo. Todo apareció dado como de casualidad. Aunque, para ser más precisos, habría que reconocer que las cosas vienen desde los recuerdos, viajan desde los recuerdos, y ese es un mecanismo que no se puede controlar. ¿Por qué se me viene a la cabeza esto de ahora y no más bien otra cosa distinta? El recuerdo se presenta sin que lo llamen, no avisa a la puerta ni al celular. Entra al ambiente en el que estemos, y finalmente encuentra el lugar en el que acomodarse, aunque le pongamos cara de pocos amigos. No le importa, porque su misión es otra, su misión es responder a una convocatoria involuntaria, sabiendo que probablemente no sea bien recibido. Como un pariente lejano que cae justo la tarde en la que te compraste un fernet, un salame y queso Batán. Estabas ahí, saboreando antes de tiempo el anochecer con su picada y la película que sea, pero cae este visitante indeseado y se acabó todo. Y el visitante es un recuerdo, siempre. La persona que cruza ese umbral sin avisar y con habilidad para no ser detectada, trae un recuerdo consigo, y habrá que ponerlo sobre la mesa para ver qué onda. Y por ahí aparecen los días de humedad  en el barrio Rivadavia, la hora de baldear que es un llueve sobre mojado, los preparativos para arrancar el año, porque el año siempre empieza en marzo, con calor, con humedad, con lluvia, con ganas de empezar las vacaciones. Y, sobre todo, el año arranca con recuerdos, recuerdos de otros comienzos con sus respectivos finales, porque no quiero ser pesimista, pero la realidad es que todo proceso tiene su final, y nadie sale vivo de esta historia, a menos que se crea en cosas que para qué, ¿no? ¿A quién se le habrán ocurrido las religiones? No tengo respuesta para nada, la verdad. ¿Ya lo dije, no? Estoy cansado y con ganas de vacaciones, y estoy dolorido por la humedad…¡Eso! La humedad es algo muy único porque hace doler viejas heridas, viejas cicatrices. Funciona como el recuerdo, aparece cuando menos se la espera, y es una verdadera molestia. ¿Recordar es molesto? La memoria es un artefacto que existe para inquietar. Y también para hacernos trabajar la culpa, y para que tengamos una advertencia. ¡Ojo, cuidado! No vaya a ser cosa que repitas lo mismo que ya te pasó aquella vez…Y qué gran mentira esa, porque las cosas no suceden dos veces, con una basta para terminar la experiencia entera. ¿Parecido? Puede ser, pero nunca se repite. La historia pasa primero como una gran tragedia para luego repetirse como…nada, como nada, simplemente no se repite, pasa otra cosa, y hay que atender a esa cosa que acontece, y no al recuerdo de algo que nuestra propia mente se esfuerza por hacer parecer similar. Culpa, otra vez. Eso de me pasa siempre, aunque solo fue una vez. Entonces, ¿la humedad de ahora no es la humedad de ayer? No, claro. Es otra cosa, porque nosotros también somos diferentes. Parecidos, pero diferentes. Lo que sugiere un trabalenguas existencial, pero es una verdad de Perogrullo. ¿Te acordás de esa noche que fuimos al cine y te fuiste pateando a tu casa con la botella de birra en la mano, empinando cada dos pasos? Un recuerdo, que no tiene por qué ser preciso, porque los recuerdos tienen eso, nunca son lo que en realidad pasó. Por eso mismo, ¿cómo podría repetirse? ¿Se repite el suceso real o una interpretación? Vaya dilema para un anochecer tan pesado, y que justo disparara el comienzo de esa novela con la que Cesar Aira volvió a ganar un premio literario, y volvió a aparecer en los medios de comunicación. Ya me quedaba el recuerdo de Aira, nomás. Pero ahí está, vuelto a recordar y contestando preguntas referidas al hecho de ganar concursos, todavía. Pero está su foto vieja, del pasado, ¿o será una actual? Por ahí es el mismo Aira de antes, pero recordado ahora. Dos Airas premiados en dos momentos distintos de escritura, dos Airas multiplicados para obtener más candidaturas al premio Nobel y más novelas para seguir escapado hacia delante, el único sitio en el que todavía hay lugar para un par de personajes que merecen ser recordados. Recordar es actualizar a los muertos, hombres y escenarios, para poder enfrentarlos y extender esa agonía que nos acompaña todo lo que dura la vida. Un recuerdo que nunca pedimos, pero que allí está. Una incomodidad, tanto como la humedad, la lluvia fuerte y la falta de cerveza en la esquina de siempre. Y ojalá que no te tome por sorpresa mi recuerdo, y que si lo hace no te ocasione un mal augurio. A veces es mejor dejarse atrapar por un recuerdo, que perseguirlo para terminar fraguándolo.


****************la foto es un recuerdo de un mural que encontré en el barrio, el tema que acompaña es el que debería sonar:

*****************humil-de-mente, Juan**********neooooooonnnnnnnnnnn*******recuerdo 

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